Iñaki IRIONDO

Una parte de la derecha española sigue sin responder al «¿Quién ha sido?»

Hoy hace diez años las manifestaciones convocadas por el Gobierno de Aznar con el significativo lema de «Con las víctimas, con la Constitución y para la derrota del terrorismo», se convirtieron en un cuestionamiento masivo de la verdad oficial al grito de «¿Quién ha sido?». Pese al juicio, todavía un sector de la derecha española no da su brazo a torcer y ve una mano negra contra el PP.

«Hubo personas que, con una premeditación escalofriante, estaban dispuestas a matar inocentes a fin de conseguir oscuros objetivos de poder, porque hay individuos y grupos sin escrúpulo alguno, que desprecian el valor de la vida humana y su carácter inviolable, subordinándolo a la obtención de sus intereses económicos, sociales y políticos». Las palabras de ayer del cardenal-arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, no se entenderían en un funeral de Estado por las víctimas de un atentado yihadista si no fuera porque durante diez años no ha terminado aún de diluirse la infamia de que la terrible masacre del 11-M fue una especie de complot urdido -no se sabe muy bien de qué forma- entre ETA, el PSOE, miembros de las FSE y militantes islamistas, para derrocar al PP y destruir España.

Por mera conveniencia política, el Gobierno de José María Aznar mantuvo que el atentado era obra de ETA cuando no solo la lógica, sino las pruebas señalaban a Al Qaeda. Todavía al día siguiente de que las manifestaciones se convirtieran en un inmenso grito que cuestionaba el engaño que a cada hora se hacía más evidente, el ministro del Interior, Angel Acebes, insistía en que nuevas pistas probarían la autoría de ETA, y el candidato entonces y hoy presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, afirmaba «tengo la convicción moral de que ha sido ETA».

Saber toda la verdad

La falacia se hizo finalmente insostenible, pero muchos de quienes entonces y después mintieron son todavía incapaces de dar su brazo a torcer. La teoría de la conspiración ha devenido, diez años después, en el cuestionamiento de que el juicio y la sentencia hayan permitido saber todo lo que se escondía tras aquellos atentados. Los más integristas, como Federico Jiménez Losantos, mantienen todavía la alucinación de que se trató de un complot universal para hundir España. La irracional teoría de una conjura entre el PSOE, ETA y grupos islamistas seguía ayer siendo jaleada en las redes sociales entre insultos a Rubalcaba.

Más comedidos, importantes cargos del PP se abrazan a que quedan cosas por conocer. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que el 11 de marzo de 2004 era subsecretaria de Interior a las órdenes de Angel Acebes, afirma todavía hoy que «lo mejor en ese asunto y en todos es que se conozca toda la verdad». «Cualquier luz que se pueda ir añadiendo aquel terrible atentado siempre va a ser buena y bienvenida por el PP». Su compañero de partido y presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, sostiene que pese al juicio y la sentencia, todavía hay «distintos puntos de vista» sobre la autoría del atentado.

Ángeles Pedraza, madre de Miryam, una joven de 25 años que murió en los atentados, es también de las que persisten en la idea de que faltan cabos por atar. «Yo nunca he dicho que ahí estaba ETA, aunque siempre se me ha atribuido. Lo que sí he dicho y mantengo es que quiero saber el nombre de todos los que actuaron: los que idearon el atentado, los que ayudaron... Y me da igual que fueran de ETA o yihadistas. Si ETA tiene algo que ver, también. Yo nunca he dicho que fue ETA, pero ¿por qué hay algunos que sí saben que no fue?», afirma todavía.

Recomposición de posturas

Ante esta situación, el Gobierno Rajoy intentó ayer recomponer su posición y tratar de pasar página. El ministro de Interior, Jorge Fernández, descartó en base a la información de la que dispone cualquier relación «directa o indirecta» de ETA con los atentados, e incluso señaló que la fecha no fue elegida pensando en las elecciones, sino por su relación con el 11-S. Su homologo en Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, destacó que «la verdad judicial del 11-M es la verdad para los ciudadanos».

La nueva posición gubernamental puede resumirse en las palabras de Jesús Posadas, presidente del Congreso: «Debo decir que nunca he tenido la teoría esta de la conspiración. Nunca la he comprendido, pero creo que no es momento este ni de pedir perdón ni de nada semejante. Ni unos ni otros».

Unidad, pero con matices

La jornada de ayer fue prolija en homenajes a las víctimas, tanto oficiales como espontáneos. Se organizó un funeral de Estado católico, pese a que entre las víctimas había pluralidad de religiones. Fue allí donde estuvieron juntas autoridades y todas las asociaciones de víctimas, en una imagen de unidad que fue destacada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y varios medios de comunicación.

Pero acabado el acto, volvieron los homenajes particulares y los diferentes mensajes. Las asociaciones de víctimas se quejan del mal trato recibido por los políticos. Pero mientras Pilar Manjón habla de la experiencia de quienes no solo fueron dejados de lado, sino además insultados, Ángeles Pedraza reiteraba la petición de que «las víctimas» vuelvan a ser «un referente moral» para la política «antiterrorista». Lo hizo en un tono de reproche que se sabe que tiene más que ver con otras cuestiones como la salida de presos vascos que con lo ocurrido en los trenes volados el 11-M.

Lakua tardó 25 horas en dudar

Hasta la mañana del 12 de marzo, hoy hace 10 años, el Gobierno de Lakua no puso en duda la autoría de ETA que el lehendakari Ibarretxe había dado por segura el día anterior. Pese a que la mañana del 11 la Ertzaintza fue preguntada por grupos islamistas, pese a las llamadas de Otegi, pese a la furgoneta y la reivindicación, la tarde del 11 el consejero de Interior, Javier Balza, insistía en que había sido ETA y la portavoz también lo mantuvo. I. I.