La península ha vivido en tres semanas una intervención militar de fuerzas armadas sin identificar y cuya responsabilidad no ha sido reconocida por ningún Estado -aunque su origen ruso es innegable-; seguida del anuncio de una consulta popular para decidir el futuro del territorio.
En la consulta, pensada en un principio para finales de mayo y adelantada a ayer, los votantes debían elegir entre dos opciones: integrarse en Rusia, o bien permanecer en Ucrania con más autonomía. Ha vencido con gran claridad la primera opción. Lo cual deja vía libre a que sea Rusia la que elija el destino de Crimea.
El Parlamento ruso ya votó a favor de permitir la integración de Crimea en la federación, pero la última decisión queda en manos del presidente ruso. Es Putin el principal punto de interés ahora, ya que según lo que decida, Crimea será o bien un territorio de pleno derecho de Rusia, o bien quedará en un limbo legal como un territorio con un estatus no reconocido por la comunidad internacional, solo reconocido por Rusia y algún estado menor, como ocurre con Abjasia y Osetia del Sur.
Independientemente del estatus final de Crimea, queda claro que la política internacional va a resultar movida en los próximos meses y años. Población rusa existe en muchos de los países de la ex Unión Soviética, especialmente en los aliados de Moscú Bielorrusia o Kazajistán, pero también en los Países Bálticos y en territorios de Ucrania.
Ello unido a la ofensiva de Moscú en el campo diplomático y militar, aunque sin violencia directa por ahora, deja patente que la situación de equilibrio reinante en Europa oriental desde el fin de la URSS ha terminado. La tensión se traslada ahora al este de Ucrania, donde la minoría rusa es importante. A ello se une la radicalización de las fuerzas nacionalistas de derechas en Kiev. En las últimas semanas se han sucedido choques que han supuesto la pérdida de vidas humanas. Esta tensión también ha conllevado la movilización parcial de los ejércitos ruso y ucraniano en la frontera. El juego continúa. Es cada vez más complicado predecir la evolución de la situación.