Con motivo de la firma del acuerdo que hacía oficial la anexión de Crimea a la Federación Rusa, Putin ha pronunciado otro discurso lleno de significado.
Comenzó fuerte su intervención en el Kremlin ante varias centenares de autoridades de todos los estamentos del Estado. Sus primeras palabras fueron que Crimea es una cuestión vital para Rusia, dejando cerrada de este modo la intriga de cuáles eran sus intenciones. Acto seguido Putin justificó de todas las maneras posibles la intervención y anexión rusas. A los motivos históricos, sociales y humanitarios para que Crimea sea de nuevo rusa le siguió la preocupación por lo que sucede en Ucrania.
Fue entonces cuando Putin mostró su cara más agresiva y les recordó a los países occidentales que son ellos los responsables de la situación a la que se ha llegado. El líder ruso subrayó el poco respeto que tienen los países miembros de la OTAN a las leyes internacionales, normas que por otro lado intentan imponer a los demás países siguiendo los principios de la ley del más fuerte y del «está con nosotros o contra nosotros».
Putin sostuvo que han sido los países de la OTAN, «un bloque militar ante todo», los que han promovido una «primavera árabe que se ha convertido en un invierno árabe, dejando muchísimos guerrilleros armados». Pero el punto en el que más hincapié hizo el presidente ruso fue en el caso de Kosovo. Esta caja de Pandora, como se calificó la independencia de este territorio de los Balcanes, fue la escogida para trazar paralelismos con Crimea y justificar de esta manera la separación del territorio de Ucrania.
En 2007, en Munich, Vladimir Putin ya pronunció un discurso muy crítico hacia los países occidentales con motivo del programa de defensa antimisiles que EEUU empezaba a instalar en Europa. En aquella época, el dirigente ruso reaccionaba ante hechos ya consumados y sobre los cuales no podía influir de ninguna manera. En este caso, Putin y la Rusia que él dirige se han puesto un paso por delante y están en posición de dictar sus condiciones a los demás países.
El discurso de Putin ha convencido. Plagado de hechos a los que es difícil porner objeciones, ha vuelto a mostrar tanto su habilidad oradora como su agresividad hacia Occidente.