La más que llamativa docilidad de ciertos medios de comunicación vascos con respecto a la estrategia de privatización de Kutxabank está alcanzando estos días cotas de desvarío en el tratamiento del proceso de transformación de la Caixa de Catalunya en fundación bancaria, presentándola como un proceso de referencia para el proceso que, según dicen, dentro de unos meses «tendrá que seguir» Kutxabank.
Por si alguien aún no se ha dado cuenta: La transformación de la Caixa en fundación bancaria supone dejar esta entidad -junto con el grupo empresarial que controla- en manos de un reducido grupo de directivos, a la vez que desaparece el tradicional control público y social que ha permitido a la Caixa llegar a donde está.
De los quince directivos que componen el nuevo Patronato, solo uno queda reservado a las entidades fundadoras -entidades culturales o representativas-. Además, se designa, sin ningún tipo de derecho estatutario a ello, a Cáritas de Barcelona y a Cruz Roja española como «entidades representativas». Los restantes doce miembros del Patronato son personas físicas, casi todos directivos de grandes empresas.
Del control de La Caixa desaparecen los ahorradores, desaparecen los trabajadores y desaparecen las entidades públicas. En su totalidad. ¿Quién va a controlar entonces La Caixa? ¿El mercado de capitales? Pues tampoco. La va a controlar un reducido número de directivos que, a partir de ahora, podrán gestionar la entidad a su antojo sin ningún tipo de supervisión ni control. Ellos designarán a los nuevos patronos a medida que los mandatos de los primeros vayan venciendo.
¿Cómo ha sido esto posible? Una dejación estratégica como ésta solo es comprensible en un contexto de irresponsabilidad social, política e institucional como ya hemos venido conociendo en otros entornos en el conjunto del Estado español. En el caso de Catalunya, el inmenso poder fáctico adquirido por los ejecutivos de La Caixa y el intercambio de favores en un momento político clave explican también que este proceso haya podido salir adelante, situando a La Caixa en un marco institucional carente del mínimo sentido organizativo o empresarial.
Desde cualquier perspectiva de un gobierno corporativo sano, la configuración puesta en marcha para La Caixa es un verdadero escándalo. Hacer desaparecer los mecanismos de supervisión y control de cualquier gran entidad es un sinsentido desde la perspectiva empresarial, organizativa y social. Y casi siempre termina en un desastre a medio o largo plazo.
Ante esta barbaridad institucional, es imprescindible preguntarse qué está sucediendo con los diarios de los Grupos VOCENTO y NOTICIAS. Cómo es posible que durante estos días hayan jaleado de forma tan entusiasta el proceso de transformación de la Caixa en fundación bancaria, haciendo una y otra vez referencia a su carácter de «precedente» de lo que las cajas de Kutxabank «tendrán que hacer» antes de fin de año. Estos grupos deberían dar una inmediata explicación basada en su desconocimiento de lo que estaba planteándose en Catalunya en relación con la composición orgánica de esta fundación bancaria o proceder a una inmediata rectificación por no haber sido conscientes del desastre que algo semejante supondría para la economía y la sociedad vascas.
Algo muy serio parece estar sucediendo en estos dos grupos de comunicación. Su repetida actuación en relación con el proceso abierto en Kutxabank es claramente contradictoria con los intereses de defensa del sistema financiero vasco, claramente opuesta a la defensa de nuestra estructura económica y enfrentada frontalmente a los intereses objetivos de empresarios, de trabajadores y del conjunto de la sociedad vasca.
Lo sucedido con la Caixa requiere también un inmediato posicionamiento al respecto de nuestra clase empresarial, de nuestros sindicatos y de nuestros representantes políticos. Con el necesario respeto a decisiones adoptadas en otros territorios, pero con la mayor rotundidad en el rechazo de un proceso sin el menor sentido empresarial o institucional y que, sin embargo, ha venido siendo jaleado en Euskal Herria desde distintas instancias sociales, políticas y mediáticas con la finalidad de dotar de una cierta cobertura «fáctica» al proyecto de incorporar accionistas externos a Kutxabank que el Presidente de esta entidad presentó en el mes de febrero.