Iruñea se sumirá hoy en la locura con uno de los actos más vistosos de las fiestas: el chupinazo. La ciudad aún tiene en la retina lo ocurrido el pasado año, cuando varias personas embozadas tras barbas y gorros de paja, corrieron una ikurriña gigante de lado a lado de la plaza. Y ni el Ayuntamiento ni el Gobierno de UPN piensan permitir que otro acto desobediente y popular altere su guión.
A lo largo de esta semana, vecinos de la Plaza del Ayuntamiento han dado la voz de alarma de que policías forales han ido casa por casa para evitar que nadie acceda a los tejados. La sensación de sicosis es palpable. Si ya otros años un helicóptero vigilaba la plaza del cohete desde el aire, este año se da por seguro que policías patrullarán los tejados para reprimir cualquier intento de emular a los «arrantzales barbudos», cuyo modus operandi se está repitiendo ya en otras localidades como Oñati y Tolosa.
Los vídeos que están difundiéndose por las redes sociales con más personajes anónimos con vestimenta sanferminera, gorro y pelucón, no hacen sino aumentar la sicosis policial de averiguar por dónde intentarán colar la bandera proscrita.
No obstante, el temor a que la enseña de los que se sienten vascos en Nafarroa pueda llegar de nuevo a la plaza se manifestó mucho antes. Este año, por turno y tradición, le tocaba lanzar el chupinazo a EH Bildu, pero finalmente el miedo -y el desprecio- hizo que el Ayuntamiento se agarrara a una efeméride para dejar el cohete en manos de la Cruz Roja. Aunque no es inhabitual que colectivos ajenos al consistorio participen en el lanzamiento del cohete, normalmente quien delega o comparte el honor suele ser el grupo político al que le toca y no directamente Alcaldía.
La campaña para invisibilizar la protesta durante el chupinazo, sin embargo, no solo se nota en que habrá policías en los tejados ni en los interrogatorios a los vecinos portal por portal. También se ha incrementado la represión a nivel judicial de esta batalla contra la libertad de expresión. A pesar de que la instrucción más mediática haya sido la persecución para destapar quién estaba detrás de los postizos del año pasado, el mismo juez de guardia abrió otro procedimiento contra el grupo de personas que intentó desplegar una ikurriña en la plaza del modo más tradicional: levantando entre todos la enseña sobre la cabeza y avanzando hasta colocarse junto al balcón municipal.
Las personas que están procesadas por haber introducido la ikurriña desde Mercaderes ahora mismo se enfrentan a acusaciones de desórdenes públicos más graves que la de los arrantzales de los tejados, sobre todo, porque es difícil de justificar que colgar una ikurriña pueda considerarse un delito. Así pues, a los tradicionales cordones policiales, los espías en los tejados y los policías camuflados en la plaza, hay que sumar este año que lo que está en juego no es un porrazo o una agresión policial, sino ser encausado.
Municipales y otros cuerpos
En las semanas previas al arranque sanferminero, fue noticia que los agentes de Policía Municipal que trabajaban en los turnos de mañana durante los sanfermines tendrían que acudir obligatoriamente a cursos de formación antidisturbios. Finalmente, según ha podido saber este periódico, no se les ha formado para el empleo de pelotas de goma para cargar contra multitudes. Al final, esa «competencia» sigue en manos de la Policía española, que acostumbra a cargar principalmente contra el acto menos político (y quizá el más gamberro) de las fiestas: el Encierro de la Villavesa.
En total, según los datos aportados por la Delegación del Gobierno, serán 3.350 los agentes que se desplegarán durante las fiestas. El alcalde, Enrique Maya, ha prometido que habrá menos tolerancia con las agresiones sexistas. También se han endurecido y van a estar más atentos a lo que ocurra durante el encierro. La acción estará dirigida a sancionar comportamientos inadecuados. Mientras tanto, los tribunales están dirimiendo que los policías que denunciaron descoordinación en el montón del año pasado tenían razón.
Rechazo a la represión y al sexismo en el día previo
Convocados por Eleak e Iruñea Askatasunez, cientos de personas se concentraron en la Plaza del Ayuntamiento de Iruñea para reclamar el fin de la represión contra quienes reclaman un modelo popular de fiesta.
Koldo Sánchez, condenado por los incidentes del txupinazo de 2010, y Mikel Auza, procesado por los del Riau-riau de 2012, denunciaron «la obsesión de UPN» por arremeter contra la ikurriña. En este sentido, indicaron que aunque la fiesta ha evolucionado en los últimos años, UPN sigue intentando eliminar los aspectos populares de la fiesta y recordaron que este año, los agentes de la Policía Municipal han hecho un cursillo para aprender a usar material antidisturbios, siempre con el objetivo de evitar que la ikurriña esté presente en el chupinazo. Asimismo, subrayaron que son muchas las personas que se enfrentan a condenas o peticiones de años de cárcel por hechos ocurridos durante los sanfermines de los últimos años.
Portavoces de Eleak e Iruñea Askatasunez, por su parte, hicieron un llamamiento a superar la dinámica represiva de UPN y abogaron por construir una Iruñea en la que se respeten todas las sensibilidades y símbolos. Por ello, llamaron a trabajar a favor del entendimiento entre diferentes.
En este sentido, rechazaron que se reprima a la ciudadanía por reclamar sus derechos, que posteriormente se le criminalice a través de los medios de comunicación afines y que, finalmente, se les juzgue y condene en los tribunales.
Por ello, subrayaron la necesidad de hacer frente a la manipulación para que la verdad aflore.
En otra protesta, en la Plaza del Castillo, familiares de Nagore Laffage, miembros del colectivo Lunes Lilas y ciudadanos se concentraron para recordar a la joven que falleció en los sanfermines de 2008.
Una pancarta con el lema «¡No es no! ¡Justicia!» encabezó el acto. La madre de Nagore Laffage, Asun Casasola, explicó que con el acto pretendían «recordar lo que pasó con Nagore».
Asimismo, cientos de mujeres se manifestaron el viernes por la noche, portando antorchas y vestidas de negro, para exigir el fin de las agresiones machistas en grandes espacios festivos. Martxelo DÍAZ