Ramón SOLA

PNV y PP calientan los motores de campaña con fuegos de artificio

Dirigentes de PNV y PP han cruzado acusaciones estos días sobre corrupción, ayudas sociales o infraestructuras. Pero la sangre no llega ni llegará al río, como demostraron ayer el jelkide Agirre y la «pepera» Llanos. Un indicador de que solo buscan calentar motores para un curso electoral, mediante una campaña que les retroalimenta mutuamente. Llanos admite que la polémica sobre los batzokis tiene mucho de «escenificación» y Agirre rectifica el «Hitler vitoriano» dedicado a Maroto. Y mientras, lo grave, el desplante de Rajoy a Urkullu, apenas ha tenido réplica jelkide

PP y PNV, PNV y PP, están ayudando a los medios a combatir la sequía informativa de agosto cruzándose insinuaciones sobre temas tan sensibles como la corrupción y dirigiéndose calificativos tan graves como «Hitler». Así que es pertinente preguntárselo: ¿Acaso pasa algo entre las dos grandes fuerzas derechistas del país? ¿Hay mal rollo? ¿Algo más? Si se repara en el más alto nivel, en las cúpulas, parece que sí, porque el presidente español y líder del PP, Mariano Rajoy, le ha dado un portazo de los que duelen al lehendakari y líder de facto del PNV, Iñigo Urkullu, al dejar sin respuesta siquiera la petición de reunión antes de vacaciones. Un desplante de tomo y lomo, tanto si se mira desde el prisma de la relación entre partidos como si es analiza desde la diplomacia interinstitucional, y que por tanto debiera traer sus consecuencias. Y más aún cuando llueve sobre mojado, porque ya era sabido que Rajoy no tiene precisamente en su móvil un politono especial para Urkullu.

Sin embargo, ¡oh sorpresa!, la arrogancia del líder del PP ante el del PNV, lo relevante y grave, no ha suscitado apenas réplica por parte jelkide. Pelillos a la mar, que para eso es verano. Así, en la entrevista concedida esta semana a Efe, el lehendakari apenas dedicaba a Rajoy el 10% de las críticas dirigidas a la izquierda abertzale.

Esta constatación ayuda a poner en su sitio otras polémicas que se vienen sucediendo entre PNV y PP estas semanas, sobre temas bastantes menores y en los que la tensión alcanza un grado muy controlado. Llenan páginas de periódicos y minutos de radio y tele, eso sí.

La que más sonoridad ha alcanzado es la iniciada por dirigentes del PP en torno al patrimonio jelkide. Pura tormenta en vaso de agua. Desde el primer momento quedó claro que ni Nerea Llanos ni Iñaki Oyarzábal iban a acudir a los tribunales ni a mostrar ninguna prueba de las que aparentemente deberían tener para iniciar este rifirrafe. En realidad, matizan, no acusan; preguntan, insinúan...

En una entrevista ayer a ``El Correo'', la número dos del PP vasco, Nerea Llanos, empezaba a plegar velas: «Lo que está claro es el PNV y el PP no pueden romper relaciones porque están obligados a entenderse». Y añadía esto sobre la respuesta jelkide: «Hay agresividad verbal que forma parte más de una escenificación que de una realidad». Pues si ella lo dice...

Rectificación por rectificación, como en un cambio de cromos, por parte del PNV era el exdiputado Xabier Agirre el que entonaba el «mea culpa». Hace unos días Agirre tildó al alcalde de Gasteiz, Javier Maroto, del PP, de «Hitler vitoriano» por acusar reiteradamente a los inmigrantes magrebíes de vivir de las ayudas sociales. Ahora Agirre dice que «probablemente, la comparación no fue la más afortunada». Y añade que «no me duelen prendas» para rectificar sus afirmaciones.

«Disculpas aceptadas», escribió rápidamente Maroto en las redes sociales. Polémica acabada... pero objetivo conseguido para ambos. En una canícula en la que la escena política vasca es un desierto informativo, Agirre y Maroto han sido noticia dos veces: primero por el encontronazo y luego por el reencuentro.

Extinguido un fuego, ya se prende otro, y también desde Araba, donde ambos partidos se juegan mucho en las forales y municipales de 2015, así que parecen especialmente activos. Ahora es el diputado general del PP, Javier de Andrés, quien lanza una andanada al PNV en el capítulo de infraestructuras. Un ataque especialmente absurdo porque se centra en el TAV, donde Lakua está adelantando el trabajo y el dinero a Madrid ante sus dificultades económicas.

De Andrés exige a la consejera, Ana Oregi, que deje de cuestionar la «enorme inversión» en la «Y vasca» porque «ella ha renunciado a la ampliación del Tranvía de Vitoria, que es de su competencia». En los días previos, ya se han enzarzado también a cuenta de Foronda.

No lo duden, continuará...