El president de la Generalitat, Artur Mas, ha inaugurado esta tarde el debate de política general del Parlament con un discurso en el que ha confiado en que «el 9 de noviembre se podrá votar con plenas garantías democráticas», en relación a una consulta que también ha recordado que «no es jurídicamente vinculante». Ha reconocido, eso sí, que tiene «evidentes consecuencias políticas, no menores».
Sobre el escenario en caso de veto estatal, Mas no se ha mojado en su discurso y se ha limitado a explicar el calendario ya conocido: «De aquí a pocos días el Parlament aprobará la Ley de Consultas, parece que por una muy amplia mayoría. Una vez sea publicada, convocaré la consulta para el 9 de noviembre de este año, en base a la Ley que el Consell de Garanties Estatutàries ha dictaminado ajustada al Estatut y a la Constitución. El Govern organizará la consulta del 9 de noviembre de acuerdo con la Ley de Consultas y el Decreto de convocatoria».
Pese a no referirse directamente al previsible recurso del Gobierno español contra dicha Ley y dicho Decreto, el president ha señalado que «a nadie se le escapa la gran complejidad y transcendencia de las decisiones a tomar». Sobre ellas, ha repetido su «compromiso de consensuarlas con las formaciones políticas proconsulta. Todos sabemos que el consenso, sobre todo el político, es como una figura de porcelana fina que hay que saber cuidar con delicadeza y maneras suaves», ha añadido.
En cualquier caso, Mas también ha dejado entrever la posibilidad de anticipar elecciones, al señalar que le «gustaría» poder acabar esta legislatura cuando toca, en 2016, y recordar que es algo que «está sobre todo en mis manos, pero no solo en mis manos». «Para que así pueda ser, se debe poder votar el 9 de noviembre con plenas garantías democráticas», ha añadido.
Sobre la postura del Gobierno español, Mas ha declarado que «resulta inverosímil, y al mismo tiempo sintomático, que ante una situación como la que se ha creado en Catalunya, el Estado no haya tomado ninguna iniciativa política, ni una sola». «Se habla de choque de trenes, pero para que exista, habría que ir por la misma vía y en dirección contraria. Catalunya y el Estado ya van por diferentes vías y en direcciones diferentes, no hay choque de trenes, hay distanciamiento de los trenes», ha considerado.
Recuperación, ahogo financiero y transparencia
Pese a ser el tema más esperado, Mas no ha dedicado al proceso soberanista más que el final de su discurso, que ha centrado en alabar la acción de su gobierno, criticar el proceso recentralizador del Gobierno español y alardear de transparencia, tema candente tras la explosión del escándalo del caso Pujol, al que el president se ha referido indirectamente al señalar que «se han conocido nuevos casos de irregularidades y de posible corrupción en nuestro país». «Sigo reafirmando el compromiso inequívoco del Govern para erradicar la corrupción e instaurar las buenas prácticas», ha seguido.
Mas ha empezado su intervención con una lluvia de cifras, con indicadores que, a su parecer, demuestran que «le estamos dando la vuelta a la situación» y ratificando el anuncio de que los funcionarios recuperarán la paga extra en 2015. Pese a ello, teniendo en cuenta las evidentes consecuencias de cuatro años de recortes, ha reconocido que «comenzar a mejorar no quiere decir estar bien» y ha culpado al Gobierno central de la delicada situación de las finanzas catalanas.
También ha acusado al Ejecutivo de Rajoy de llevar a cabo una «operación sistemática y continuada de desmontaje y destrucción del autobierno». «Todo apunta a convertir las autonomías, también la catalana, en puras unidades administrativas prestadoras de servicios, sin perfil político y cada vez con menos capacidad de decisión», ha añadido.
Tras el discurso de Mas, la mesa del Parlament ha suspendido la sesión hasta las 9.00 de este martes, cuando se retomará con la intervención de los líderes de todos los grupos parlamentarios.