Paseando por la mañana por las calles de Edimburgo, nadie diría que en 48 horas el país puede ser independiente por decisión de los escoceses. La tranquilidad resulta absoluta, el comercio funciona con total normalidad y lo único reseñable es la presencia de equipos de grabación y periodistas deambulando de un lado para otro.
Mientras tanto, en George Square, la plaza del Ayuntamiento de Glasgow, miembros de todas las familias políticas que apoyan la independencia se han reunido en un acto unitario para animar al voto positivo. Nacionalistas, socialistas, verdes, independientes... Frente a la tranquilidad que se respira en la capital, a tan solo una hora de viaje en tren el ambiente es efervescente. La media de edad es joven, muchas familias han recogido a los hijos de la escuela y se han dirigido al acto. La mayoría parecen trabajadores, la working class que caracteriza a la ciudad. Se ven bastantes personas de otras etnias, sobre todo estudiantes negros y algunas familias de pakistaníes, junto a prototípicos escoceses, bigotudos y tatuados de mediana edad que se han vestido su mejor kilt. El sonido de la gaita es constante. Junto con los escoceses, en la plaza también se dejan ver galeses, irlandeses e ingleses. Entre estos últimos destacan con sus propios carteles los miembros de la plataforma «English Scots For Yes».
Además de alguna bandera de Palestina y alguna que otra ikurriña, el empuje de los catalanes se nota con una mayor presencia de ciudadanos y senyeras. Hugo y Llorenç, entre otros, han venido desde Girona conduciendo un 600 tuneado con la estelada. Es la sensación de uno de los corners de la plaza, la gente posa delante para hacerse fotos. Más tarde, cuando oscurezca, tienen intención de hacer un montaje con velas de colores, dibujando las banderas catalana y escocesa. Es evidente que el proceso catalán está muy avanzado y que la relación entre ambas naciones viene de largo.
El merchandising muestra la pluralidad del movimiento del Sí, que desde fuera algunos han querido limitar al SNP y su líder Alex Salmond, pero que en la calle ha mostrado toda la riqueza cultural e ideológica que existe en Escocia. El discurso ecologista y antimilitarista de los verdes, diferentes vertientes de la justicia social defendida por socialistas e independientes, y un enemigo común: el establishment londinense, los tories y sus recortes, la tercera vía a ninguna parte del laborismo metropolitano, la City...
En el tablado se turnan los oradores. Entre ellos toma la palabra un socialista que apuesta por ir más allá del referéndum, por mantener el espíritu que se ha sostenido en la campaña del Sí. En general, resulta muy notorio que los unionistas han planteado una campaña para no perder, en negativo, mientras que los independentistas han generado un argumentario rico, plural, positivo, en clave de futuro, que transciende al hecho de la independencia. En ese sentido, pese al duro golpe que supondría perder la votación, han dado un paso de gigante al poner en común un proyecto de país.
Por los altavoces suena ``The Sunshine of Leith'', la canción de la banda de Edimburgo The Proclaimers, que han apoyado la independencia. Todo el mundo la tararea y, cuando termina, comienzan gritos a favor del Sí: «Yes! Yes! Yes!...»
La mayoría de la gente se muestra cautelosa al preguntarle por el pronóstico. Piensan que quizás pierdan, pero que será por poco, y confían en que la tendencia que ha marcado la campaña alcance para superar esos puntos que marcan la diferencia entre la independencia o más Reino Unido. Son conscientes de la dificultad del reto: vencer al conservadurismo intrínseco al ser humano, al miedo a lo desconocido, a través de un proyecto inclusivo, comunitario, que bebe del comunitarismo nórdico y de la socialdemocracia, con elementos propios de neutralidad militar, ecologismo y una minoría radical y socialista muy activa.
A falta de unas horas para que se abran las urnas, en Escocia reina la normalidad democrática. Eso es lo que transmite en estos días, desde la calma y la ilusión, el pueblo escocés. Hasta tal punto que, de vuelta de Glasgow, nos encontramos con una manifestación improvisada de miles de personas en favor del Sí. A la mañana nadie lo podía prever. Pero, ¿acaso alguien podría prever hace unos meses que Escocia estuviese en esta situación? Evidentemente, ni David Cameron ni Gordon Brown, quizás ni siquiera el propio Alex Salmond. Pero tampoco muchos de los que han logrado, con un trabajo sostenido y tenaz, llevar al país hasta este punto.
Claves de la consulta escocesa
¿Cuál es la pregunta?
«¿Debería Escocia ser un país independiente?» Esta es la pregunta que aparece en la papeleta de la votación con una doble posible respuesta: Sí o No. El premier británico, David Cameron, excluyó la opción de una «tercera vía» en el interrogante, para incluir la opción de una nueva devolución de poderes al Parlamento de Edimburgo (curiosamente, lo mismo que terminando ofreciendo si gana el No).
¿Quién vence?
La regla es muy simple. No existen tope mínimos, es decir, teóricamente bastaría con que votase una sola persona, aunque en realidad lo hará prácticamente toda la población escocesa. Esto lo diferencia del referéndum sobre la devolución de competencias realizado en 1979, cuando sí existía un cupo mínimo (el voto ganador debía superar el 40% del censo; el Sí venció, pero no superó esa cota, por lo que no le valió de nada).
En cuanto al resultado, esta vez gana la opción que más apoyo tenga, sea el Sí o el No, sin necesidad de superar un porcentaje concreto.
¿Cómo se regula la consulta?
El referéndum se soporta sobre el Acuerdo de Edimburgo, firmado por los dos primeros ministros, Alex Salmond y David Cameron, el 15 de octubre de 2012. En el acto celebrado en la sede del Gobierno autónomo escocés se pactaron las bases del camino seguido hasta hoy. Westminster permitió que Holyrood (el Parlamento escocés) contase con los poderes para hacerse cargo de los aspectos legales del referéndum.
¿Cuáles son los lugares clave y cómo votan?
Por número de población, Aberdeen y toda su expansión metropolitana (Aberdeenshire), Glasgow y Edimburgo tienen la llave. Según los sondeos, mientras la capital parece ser territorio unionista, Glasgow y Aberdeen serían reflejo de la igualdad que han mostrado las últimas encuestas, y Aberdeenshire se muestra claramente soberanista.
¿Cuáles son las posiciones respecto a la Unión Europea?
El debate se ha repetido hasta la saciedad en ciertos puntos. La Unión Europea es uno de ellos. Mientras Yes Scotland ha defendido que ya es parte de la UE, y que lo seguirá siendo tras un voto afirmativo mayoritario, Better Together ha tratado de amedrentar al votante expandiendo la idea de que una Escocia independiente podría tener problemas para entrar en el club europeo. Los mandatarios de la UE también lanzaron esa tesis al inicio, pero han ido moderando el discurso en estos meses.
¿Qué moneda usaría una Escocia independiente?
El equipo de Salmond ha defendido que sea cual sea el resultado continuarán con la libra, mientras que Londres lo negaba. Sin embargo, el líder de Better Together, Alistair Darling, acabó por aceptar que Escocia tiene derecho a seguir utilizando la moneda.
¿Qué pasaría con las armas nucleares?
Son motivo de discusión desde hace años en Escocia. Los soberanistas quieren un país sin armas nucleares, mientras que Westminster desea mantenerlas en el Clyde, cerca de Glasgow. Será uno de los puntos a negociar en cualquiera de los casos.
¿Cuál será el siguiente paso si gana el Sí?
Si la apuesta independentista logra más de la mitad de los votos, el Ejecutivo de Edimburgo y Westminster deberán comenzar las negociaciones que deben llevar a la creación de todas las estructuras de un nuevo Estado independiente. El Libro Blanco de la Independencia que presentó en noviembre el gobierno de Alex Salmond marcó la fecha del 24 de marzo de 2016 como día de la independencia.
¿Cuál será el siguiente paso si gana el No?
Si es la opción unionista la que se hace con más del 50% de las papeletas, se espera que Londres lleve a cabo el plan de aumento de autogobierno (devo max) que ha ofrecido durante las últimas jornadas pero que ha eludido concretar. Según palabras de Cameron, se tratará de una «devolución sin precedentes» de los poderes que le fueron sustraídos a Escocia con el Union Act de 1707.
Salmond, por su parte, dio a entender esta misma semana que si gana el No, no tiene intención de convocar otro referéndum en el futuro, aunque lógicamente puede ser solo una invitación a votar ahora en masa. Analistas remarcan que todo dependerá de la relación de fuerzas y de que Londres cumpla o no su promesa de devo max.