Las encuestas, tan variopintas durante las últimas semanas, dejan las puertas abiertas a cualquier opción. Parece claro que la igualdad reinará y cualquier sufragio podría decantar la balanza hacia uno u otro lado. Es por ello que las campañas no han descansado hasta el último instante. A su manera, pero sin pausa.
Ayer, Edimburgo, impoluta hasta la fecha y durante semanas con pocos visos de ir descontando días para una jornada que marcará la historia, amaneció con varias calles pintadas. Lemas proindependentistas que iban desde la versión escocesa de la mítica frase de Martin Luther King «Aye have a dream» (con «aye» en vez de «I» dado que así se dice «sí» en Escocia) hasta Nelson Mandela y su «Tus decisiones pueden respetar tus deseos, no tus miedos». Dos sentencias que reflejan el talante positivo con el que soberanistas ha afrontado este proceso.
Activistas del Yes vencieron en la calle en número y actividades, mientras que eran pocos quienes defendían la unión en distintos puntos de la capital escocesa. El Sí ganó en la calle. Para las urnas habrá que esperar. Los últimos sondeos conceden la victoria al No. Lo relevante es que la decisión la tomarán los escoceses. Aquellos que salieron a la calle y los que ayer se quedaron en casa. Llegados a este punto, la normalidad con que todos los ciudadanos han afrontado cada minuto del debate ya ha dado una lección. Una más.
El derecho a votar ya es una batalla ganada. Hoy se juega la siguiente fase, donde están en juego dos modelos completamente distintos de Escocia. El Sí abriría las puertas a un cambio que alejase a Escocia de las políticas centralistas y de recortes de Londres. Así lo defendía Pat Smith, portavoz de Radical Independence Campaign, en Edimburgo: «Queremos una Escocia alejada de guerras ilegales como la de Irak y donde la justicia social sea pilar básico en la vida de cada ciudadano».
Salmond: «Hemos cambiado»
Tras dos meses de campaña donde se han tratado infinidad de temas, Salmond dirigió una emotiva carta al pueblo escocés. El líder del SNP deseó a cada habitante «un buen despertar en el primer día de una mejor Escocia». Más allá del resultado, aseguró que «Escocia ya ha cambiado para siempre», en referencia al interés que ha despertado la discusión sobre el futuro. Se habla del despertar político de toda una generación.
La carta llegada a los hogares finaliza con un mensaje de ánimo para quienes optan por el cambio. Les anima a demostrar que quienes veían imposible la independencia no tenían razón: «Hagámoslo».
Con las cartas sobre la mesa, nunca mejor dicho, el ex primer ministro británico y líder laborista Gordon Brown también dirigió su discurso a los sentimientos, pero priorizando el del miedo. Ante la demostración callejera independentista en Glasgow y Edimburgo, Brown invitó a los suyos a dejarse ver: «No es su bandera, ni su nación, que no nos arrebaten las calles».
Rajoy habla de pobreza
El referéndum no solo afecta a Escocia. Lo saben en Londres y lo saben en Madrid. Por ello, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, utilizó la tribuna del Congreso para alertar de que los 28 miembros de la UE no están por la labor de «ofrecer facilidades» a la entrada de una eventual Escocia independiente (leída en sentido contrario, la frase muestra que Rajoy ya no lo ve imposible, como antes).
Más significativo aún de su nerviosismo ante la votación en Escocia fue que Rajoy afirmara en su discurso que la independencia provocaría problemas en las finanzas europeas y con ello «aumentará la pobreza». Una lacra que ha crecido enormemente en el Estado español con las políticas de su gobierno.
Mañana los escoceses desayunarán habiendo tomado una de las decisiones más importantes de su vida y esperando a saber cuál es el futuro que han escogido. Se anuncia el resultado definitivo para eso de las 7.00. Pero ambos, independentistas y unionistas, ya han compartido durante toda la campaña un mismo valor: saber que la decisión está solo en sus manos.