Aitor AGIRREZABAL

Dos votos primerizos de muy distinta edad para cambiar un mismo país

Todos recordamos la primera vez en que acudimos a las urnas. Locales, generales, europeas... Pero un referéndum de esta magnitud supone mucho más, algo único, una primera vez, en algunos casos literal. Es la historia de Gordon McEnzie y Danielle Garbie.

Es la historia de dos caras distintas de la votación de ayer. Ambas apostaron por el «Yes», pero desde perspectivas muy diferentes de la vida. Gordon McEnzie es un veterano escocés cuya última visita a un colegio electoral databa de 1979, cuando votó a favor de la devolución del Parlamento escocés. Junto a ella, en la marcha que recorre las calles del barrio obrero de Craigmillar, camina Danielle Garbie, quien a sus 19 años emitió ayer su primera papeleta. Acudió acompañada de sus dos hijos: Nick, de tres años, y Tina, de tan solo ocho meses.

Pero hay muchas cosas que les igualan por encima de diferencias. Nadie pone en duda el valor del voto de ayer ni el derecho a ejercerlo. Y ninguno de los dos quiso dejar pasar la opción de cambiar Escocia. McEnzie habla de «un sinfín» de motivos para votar por la independencia. «Nos han vendido que no es una cuestión nacionalista, pero evidentemente el fondo es nacionalista. Somos una nación con derecho a gobernarnos», afirma este escocés de 59 años. Garbie, por su parte, pone a sus hijos al frente del argumentario. «No quiero que tengan lo que he tenido yo. Creo que se nos abre una ventana de grandes posibilidades, y eso ocurre solo votando `Yes'».

Craigmillar, barrio alejado del lujoso centro de Edimburgo, constituye un bastión del independentismo. Y así se mostraba desde primera hora, cuando la calle reflejaba un ambiente de transcendencia histórica que el Old Town de la ciudad no emitía, a excepción de las puertas de los colegios electorales.

McEnzie explica que perdió la esperanza en la política cuando un último movimiento de Londres privó a Escocia de volver a tener su Parlamento en 1979: «La actitud de la gente y la participación ciudadana de verdad me animó a volver a involucrarme hace algo más de un año», asegura. De hecho, este curtido escocés cuenta que la campaña de hace 35 años fue completamente distinta: «Fui partícipe, pero éramos muy pocos. El despertar político que se ha vivido en Escocia ahora va más allá del resultado electoral que se obtenga».

El sentido político ha jugado un papel estratégico en este referéndum y así lo entiende Garbie: «Mi familia nunca ha votado tory [conservador], nadie en el barrio lo hace, y sin embargo somos los que más sufrimos sus políticas».

El Parlamento escocés cuenta con ciertas competencias, que podrían verse reforzadas hasta convertirse en un poder absoluto el próximo 24 de marzo de 2016 si hoy ganara el Sí. «Queremos un parlamento de verdad, donde los escoceses tengamos la última palabra, y no la pantomima de Westminster», asevera un McEnzie que acude ataviado con el kilt, la falda típica escocesa.

«Épocas pasadas, caducas»

La joven madre del barrio de la capital escocesa entiende que los servicios sociales públicos son esenciales, y más en una situación como la suya: «Deje el colegio con 16 años y no tengo medios para salir adelante. Si acaban con los servicios públicos acaban con mucha gente», resume. Esta gente es la que salió ayer a la calle y lo hizo tras los compases de una gaita, que, curiosamente, no era local, sino que había llegado expresamente para la ocasión desde Las Vegas. Greg Harrison acudió para «apoyar la campaña independentista, como una forma de acabar con las políticas fascistas de Inglaterra».

En la misma dirección apuntaba David Stevens, otro curtido activista: «Son épocas pasadas, caducas. Es hora de enfrentar el final del Imperio». De aquellos polvos vienen estos lodos: «Comencé esta campaña en 1979, pasé por Thatcher y el referéndum de 1997, y esto es otra etapa. Pase lo que pase, el camino no acaba aquí». Es el balance de toda una campaña, más allá del desenlace de ayer. Un proceso de cambio más allá de banderas, donde la justicia social ha centrado un debate que supera la obviedad de que los escoceses son escoceses.

Alarma egoera Westminsterren edota Eliseoko jauregian

Duela urtebete lasai asko ziren gobernari britainiarrak eta balizko Eskozia independente baten aurka erraz asko mintzatzen ziren agintari europarrak ere. Geroztik, baina, gauzak nabarmen aldatu direla ondorioztatu zen atzoko egun erabakigarrian. Bereziki, Londresen. Izan ere, azken orduko agerpen batek ez lukeela ondorio positiborik ekarriko jakinda, David Cameron ez zen agertu ere egin egun osoan.

Ogasun ministro George Osbornek, bere aldetik, erabaki esanguratsua hartu zuen: Australian ospatzen ari den G20 taldearen ministro bilerara joatekoa bazen ere, bidaia bertan behera utzi zuen badaezpada. Londresen oso adi daude, gaur burtsa merkatuek erreferendumaren emaitza nola hartuko duten jakin nahian. Eta ildo beretik, Mark Carney Ingalaterrako Bankuko gobernadoreak Australiako bilkura utzi zuen atzo etxera itzultzeko, gerta litekeenaren aurrean prest egoteko.

Europar Batasunaren baitan ere beldurra izan zen nagusi gobernari ugariren artean. Adierazgarriak izan ziren, esaterako, Francois Hollande Estatu frantseseko presidentearen hitzak: emaitza edozein izanda ere, Europar Batasunak bere egitasmoa trinkotu behar duela uste du, «nazionalismoek deseraiki ez dezaten». GARA

Testimonios en los colegios electorales

Robbie JOHNSON 20 años

«El Parlamento escocés puede tener el dinero, pero si tus manos están atadas...»

Este estudiante de la Universidad de Edimburgo se pasea por Meadows con una sudadera que refleja a las claras cual fue su opción. «2014 Yes», dicen unas letras blancas sobre un fondo azul. Entre bocado y bocado a un sandwich que refleja la rutina con la que los escoceses afrontaron la jornada, Johnson remarca «las distintas fases políticas» en las que se encuentran Escocia e Inglaterra. No es nacionalista, pero sí está convencido de que las cosas se pueden realizar «mucho mejor» desde un prisma caledonio.

Como interesado directo de las políticas en educación, sabe que Holyrood ya cuenta con ciertas competencias, lo que le permite tomar diversas decisiones. Sin embargo, subraya que no todo pasa por tener el dinero en tus manos: «No puedes hacer nada con ello si tus manos están atadas. Espero que el referéndum sirva para eso y que inviertan más en educación», indica antes de volver a casa y afrontar con calma las horas que quedan hasta conocer el resultado..

Sheila GILMORE 65 años

«Es muy fácil hacer soñar a la gente con la independencia, pero luego son ellos los que sufren»

Sheila Gilmore, antigua miembro del parlamento de Holyrood por el Partido Laborista, se plantó en la entrada del colegio electoral de Craigmillar para tratar de convencer a los votantes de que mantener la unión con el resto del Reino Unido es lo mejor para Escocia. «Es evidente que aquí el Yes es más fuerte, pero hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos». Por ello, han debido plantear la campaña de forma distinta a sus colegas unionistas en el resto de Escocia. Han tratado de convencer puerta a puerta a los votantes, defendiendo que «la economía es más fuerte estando juntos».

Gilmore acusa al equipo de Alex Salmond de vender humo. «Es muy fácil hacer soñar a la gente, pero quien después sufre son los ciudadanos de este barrio». Pero matiza que no trata de «expandir el miedo», sino de ser «realista» sobre las incertidumbres del futuro. «Queremos seguir siendo uno con los compañeros del sur. Eso sí que es solidaridad», concluye Gilmore.

Greg LANE 20 años

«Un país tan pequeño como Escocia apenas tendría influencia internacional»

Greg Lane, un joven escocés afincado en Edimburgo, pasó la mañana a las puertas de un colegio electoral en Nicholson Street, tratando de ganar los últimos votos. Miembro del Partido Laborista desde la mayoría de edad, opina que Escocia es un país «demasiado pequeño» para sobrevivir por su cuenta y «no tendría influencia a nivel internacional». Una Escocia independiente ofrecería cambios, lo que a ojos del joven laborista sería «correr demasiados riesgos».

Cree que siempre se pueden plantear retoques, pero «no hay razones de fundamento para una ruptura». Por ello, defiende que la última oferta de mayor devolución del ex primer ministro británico Gordon Brown es «la mejor de las salidas» para Escocia. Ante tal afirmación, su compañera de Better Together pero militante tory Sue Rose frunce el ceño y apuesta por una salida desde «el mantenimiento de las actuales instituciones». «Somos más fuerte unidos, la independencia es un camino muy corto», finaliza.

Nahikari MENDOZA 27 años

«Me lo he tomado como una práctica para aplicarlo en el futuro en casa, en Euskal Herria»

La joven de Mungia Nahikari Mendoza se halla en Edimburgo trabajando. De hecho, fue a emitir su voto acompañada de los tres niños a los que cuida. Con Euskal Herria en mente, el día de ayer fue «excitante» para Nahikari. Puso su granito de arena en pro de la independencia de Escocia, entregando su papeleta a primera hora de la tarde: «Cualquier pueblo se desarrolla mejor tomando las decisiones en casa», cree.

Tras días de auténticos nervios, llegó la cita y esta vizcaina lo consideraba «un sueño». «Algún día espero poder votar en mi pueblo, por ver una Euskal Herria libre. Me he tomado esto como una práctica que aplicar en el futuro en casa», apuntó antes de tomar camino hacia la kalejira organizada por el nutrido grupo de vascos que han migrado en los últimos años a Escocia. «Mi familia, amigos y demás están mirando a Escocia. Es un ejemplo, debemos aprender y trabajar para conseguir que un día tengamos una jornada como esta sin salir de nuestras fronteras», plantea.