Miren Arana, médica de confianza de Ibon Iparragirre e integrante de la asociación Jaiki Hadi, ha explicado que, teniendo en cuenta la gravedad de la enfermedad, su estancia en la prisión de Navalcarnero no hace sino empeorar su estado. La propia madre del prisionero, Angelita Burgoa, ha confesado que la familia «tiene miedo a que muera en prisión. Está muy grave y estamos sufriendo mucho».
En una comparecencia que ha ofrecido Etxerat, Arana ha explicado que Iparragirre padece sida en estado 3C, una fase avanzada de la enfermedad, que le está afectando gravemente tanto a nivel neurológico y cognitivo. Presenta, según ha desvelado, leucopatía de la que se derivan crisis convulsivas y demencia. Ese cuadro de demencia, ha añadido, produce un trastorno en su conducta «de rango sicótico», que le impide una relación normal con su entorno, «con gran riesgo de conflicto ante interpretaciones y fabulaciones paranoides de las normas y órdenes».
La componente de la asociación de profesionales de la sanidad que velan por la salud de los presos ha enfatizado de que «existe un riesgo real de empeoramiento de los síntomas y, por ende de la enfermedad».
Ante su estado, Iparragirre está aislado en la enfermería de Navalcarnero, lo que, ha precisado Arana, «no hace más que agravar su situación». La mejor solución, en opinión de los facultativos, es que el prisionero se encuentre en «un entorno afectivo y familiar cercano».
A pesar de ese cuadro clínico, el juez Castro dictó una resolución en la que rechaza la aplicación del artículo 100.2. La madre del preso confesó que no esperaban una resolución en este sentido y ahora esperan a que el mismo titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria resuelva un recurso de reforma interpuesto por la defensa.
La letrada Ane Ituiño ha indicado que entiende que al estar fundamentada la enfermedad grave e incurable del preso no tiene cabida interpretación alguna de su cuadro médico y de su tratamiento. La abogada ha remarcado que el juez no ha tenido en cuenta que Iparragirre no puede desarrollar una vida normalizada en la cárcel por los problemas neurológicos derivadas del sida. Ha enfatizado que el «principio de humanidad» debe regir cualquier interpretación y no otros.
«Decisión política»
Ibai Bilbao, en nombre de Etxerat, ha denunciado que la situación de los diez presos gravemente enfermos –entre ellos, Ibon Iparragirre– es muy grave «y su salud, lejos de mejorar, empeora cada día». En el caso del ondarroarra, ha señalado que la resolución del juez Castro ha sido una decisión política. «Una decisión política de condena a muerte», ha alertado, apostillando que «Ibon está gravemente enfermo y debe ser puesto en libertar; por razones humanitarias».
Desde la asociación de familiares de presos han manifestado que está claro que si los presos enfermos no son liberados es porque existe una decisión política que lo impide. Que su estado de salud o la legalidad vigente que observa su liberación no tiene nada que ver».