Haciendo buenos los pronósticos menos catastrofistas, el president, Artur Mas, comenzó el día presentando el nuevo formato con el que tratará de convocar la consulta del 9N, es decir, haciendo pública la pro- puesta planteada el día anterior a los partidos soberanistas. En resumidas cuentas, aboga por poner las urnas el 9N acogiéndose a «marcos legales preexistentes que nos dan competencia en materia de participación ciudadana». Una consulta de mínimos, pero consulta al fin y al cabo, con «locales abiertos, urnas y papeletas», como señaló Mas.
De todos modos, en la larga comparecencia de casi dos horas en el Palau de la Generalitat, aseguró que la consulta del 9N, aun si hubiese sido permitida desde el inicio por el Estado, no será la definitiva. «La consulta definitiva, con plenas y totales garantías, solo se puede hacer a través de unas elecciones que los partidos, no el Govern, transformen en un referéndum de facto», consideró, añadiendo que para eso se debería formar una candidatura unitaria.
De esta manera, sin aclarar si dicha candidatura debería incluir la declaración unilateral de independencia, Mas desempolvó la opción de las elecciones plebiscitarias. Una alternativa a la que el president se había referido en numerosas ocasiones hacía meses, pero que en las últimas semanas había guardado en el cajón «en pos del consenso político». Ayer lo recuperó, dejando de manifiesto así que la unidad de acción de los partidos soberanistas no vive sus mejores momentos.
Se defendió de las acusaciones de traición señalando que están dando los pasos «para que aquello que dijimos que se haría, que era consultar al pueblo de Catalunya, se pueda hacer» y recordó que «el consenso político es el eslabón más débil» del proceso. «Es responsabilidad de los partidos que no se rompa», concluyó, recordando que «el principal adversario se encuentra en Madrid».
ERC: una de cal y otra de arena
Sobre la unidad, o más bien sobre su ruptura, habló también el presidente de ERC, Oriol Junqueras, sobre quien se posaron todas las miradas tras el anuncio matutino de Mas.
El republicano no dudó en señalar que «el Govern rompió la unidad al imponer un nuevo escenario no pactado». «Esta unidad se puede recuperar, es muy sencillo, se trata de volver al modelo de consulta que habíamos pactado», añadió Junqueras, quien reconoció que la confianza hacia Mas no es la misma que antes: «Cuesta confiar en quien no cumple los acuerdos».
De todos modos, no acertará quien augure que Mas y Junqueras no volverán a cruzarse palabra alguna. El republicano coincidió con el president en apuntar al Estado español como principal responsable de que la consulta no se celebre tal y como estaba prevista y señaló que «si el Govern persiste en esta propuesta, intentaremos ayudar con todas nuestras fuerzas».
También avaló las elecciones plebiscitarias, sobre las que dijo que «si no podemos conseguir un mandato democrático a través de un referéndum y el Govern no lo quiere conseguir a través de la consulta, todo el mundo sabe que la solución pasa por unas elecciones».
Junqueras, que reclamó que «esta solución debe llegar lo antes posible», se mostró cauto y algo críptico ante la candidatura unitaria reclamada por la mañana por Mas: «Lo relevante es el qué. Si hay qué buscaremos el cómo. Y si hay cómo, se verá con quién. Para nosotros el qué es la independencia». En otras palabras: no aceptará ninguna candidatura unitaria que no lleve por delante la declaración de independencia.
Por su parte, el diputado de la CUP Quim Arrufat consideró que la reunión del lunes fracasó «por un exceso de tacticismo de los partidos y por una falta de confianza hacia el Govern», a quien ponen también como primer responsable de que la unidad de acción soberanista esté tocada. De hecho, aunque la izquierda independentista entiende como un mal menor el cambio de formato de la consulta y está dispuesta a darle su apoyo si se cumplen una serie de garantías, acusó a Mas de tratar de apropiarse del 9N de forma unilateral. Por ello y porque no se fían de que el Govern «vaya a mantener la convocatoria», Arrufat urgió a «los agentes políticos y sociales a que hagan posible la consulta sin dar ni un paso atrás».
Acabó su intervención «redoblando su compromiso con la consulta» y con unas palabras de esperanza: «Que nadie se desanime, que nadie se rinda, que nadie dé un paso atrás. Urnas, urnas y urnas».
Quien si saltó del tren soberanista, ya se verá si definitivamente o no, fue ICV-EUiA, cuyo líder, Joan Herrera, que la víspera había propuesto una movilización popular como alternativa a la consulta, aseguró que «la propuesta de Mas no es una consulta, es un sucedáneo». Propuso recoger firmas a favor del derecho a decidir y que, en vez de votar, los catalanes se concentrasen ante los colegios para evidenciar que no pueden votar.
La última reacción destacada llegó desde Bruselas, donde la ANC y Òmnium Cultural celebraban un acto sobre el proceso catalán. Las principales entidades soberanistas, que tienen convocado un acto multitudinario el domingo en Barcelona, concretarán su respuesta en las próximas horas, pero como avance, la presidenta de la ANC, Carme Forcadell, lamentó que «los partidos políticos no hayan sabido mantener la unidad tal y como lo ha hecho la sociedad civil». De todos modos, Forcadell añadió que «las grietas se pueden arreglar» y que «la movilización debe continuar porque el proceso sigue adelante».
El Govern avanza algunos detalles de la nueva logística para el 9N
El president, Artur Mas, aseguró ayer que, con la nueva consulta, seguirá habiendo «locales abiertos, urnas y papeletas» y que todo se hará de forma legal. Aunque muchos detalles se desconocen «para no facilitar las cosas» al Estado español, el propio president anticipó algunos aspectos, empezando por el marco legal, que se limitó a señalar que será el que otorga a la Generalitat «competencia en materia de participación ciudadana». El lunes circuló que dicho marco será el título tercero de la Ley de consultas -no impugnado por el Gobierno español-, aunque ayer Mas no quiso confirmarlo.
Sobre los «locales abiertos», se sabe que serían unos 600, la gran mayoría de ellos en edificios de la Generalitat, ya que así «no hará falta fiarse de terceros para tener todos los locales necesarios abiertos aquel día», en palabras de Mas. En dichos locales se situarán las urnas, custodiadas por cerca de los 20.000 voluntarios que se calcula que serán necesarios para garantizar el correcto desarrollo de la jornada. Para ello, Mas explicó que «pediremos la colaboración activa de entidades del tejido asociativo y de los 920 ayuntamientos que apoyan el derecho a decidir».
Y sobre las papeletas, estas tendrán exactamente las mismas preguntas acordadas por los partidos soberanistas: «¿Quiere que Catalunya se convierta en un Estado? En caso afirmativo, ¿Quiere que este Estado sea independiente?».
Otro aspecto nuclear es el de la población llamada a participar, que el president aseguró que «será como mínimo la misma que ya estaba llamada a participar». Es decir, todos los mayores de 16 años. Sin embargo, no habrá un registro previo de votantes, sino que cada ciudadano recibirá información sobre cuál es su centro de votación y que será allí, en el momento de votar, cuando se registre. El Govern tratará así de salvar uno de los principales escollos de la anterior consulta, ya que una vez suspendida, los ciudadanos contrarios a la convocatoria podían denunciar legalmente la inclusión de sus datos en el registro de votantes.
Mas adelantó que, tal y como está planteada la consulta alternativa a día de hoy, el recuento se podría efectuar el mismo día y los resultados oficiales, por lo tanto, se podrían conocer el 10 de noviembre. B. ZALDUA