«Es muy fácil imaginar que se pida otro referéndum si Londres no cumple»
Nacido al sureste de Londres, pasó su juventud en Escocia, como alumno de la Universidad de Edimburgo. Desde hace seis años es columnista y bloguero en «The Guardian», donde cuenta todo lo que rodea a la Cámara de los Comunes de Westminster, su segunda casa.
¿Cuál era el ambiente en Londres durante el referéndum escocés?
Hasta los últimos diez días, en Londres, y en particular hasta la publicación de la encuesta que ponía por delante al `Sí', había un interés relativamente bajo en la campaña. Existía en la prensa, pero no a pie de calle.
¿Se limitaba el interés a ámbitos políticos?
Era difícil ver un tratamiento del tema en círculos sociales, por lo que se centraba en un debate político. Esto se puede deber a la idea extendida de que la campaña del `No' iba a ganar con relativa facilidad, pero sobre todo a que a la gente de Inglaterra no le preocupa lo que ocurra en Escocia. Los ingleses no lo percibían como algo que afectase a lugar donde viven.
¿Cambió esto durante o después del referéndum?
Hubo un cambio cuando se extendió la idea de que el `Sí' podía ganar, sobre todo en áreas más cercanas a Inglaterra.
¿En ese momento, se percibió el «Sí» somo una opción real?
Parecía que no podía ocurrir, pero hubo un momento en el que todo el mundo comenzó a creer que era posible. Pese a que se han escuchado voces que dicen que era parte de una estrategia para activar al votante, las empresas dedicadas a realizar las encuestas son independientes y gozan de toda la credibilidad. No creo que hubiese intereses particulares detrás. Creo que la opción independentista llegó a ser una verdadera opción.
¿A qué se debió la subida final del «No»?
Hay que decir que el `Sí' solo estuvo por delante en una o dos encuestas. Desde mucho tiempo atrás era el `No' la opción que dominaba las encuestas. Creo que el 55%-45% final iba más en la línea de toda la campaña que aquellas encuestas que daban una mayor igualdad. Del mismo modo, también creo que hay mucha gente que piensa y expresa que dará su voto en un sentido, pero cuando llega el momento de acudir a las urnas, motivado por defender lo que ya tiene, asustado por lo desconocido, vota `No'. En la misma dirección que gente que se declara indecisa y automáticamente marca el `No'. Es mucho más atractivo decir que votas `Sí', es anticuado votar `No'. Pero es el famoso voto silencioso. Pasa lo mismo en las elecciones generales, `nadie' vota a los conservadores.
A ello habría que sumar el peso de la oferta de devolución de poderes realizada a última hora.
Evidentemente. Era sabido que la primera opción de los escoceses era una ampliación de poderes y conservadores, laboristas y liberal-demócratas supieron cuándo jugar su baza.
¿En qué momento se tomó la decisión de hacer esta oferta a Escocia?
Según dicen ahora, es algo que decidieron mucho tiempo atrás, allá por el inicio de la primavera. Sin embargo, el peso del momento es importante y todo estaba calculado. A principios de agosto, con el primer debate televisado, los tres partidos unionistas ya reconocieron que todos estaban de acuerdo en la necesidad de ofrecer más poderes a Escocia. Solo se trataba de cuándo comunicarlo.
Pero fue el propio David Cameron quien eliminó la tercera vía de la devolución de la pregunta del referéndum.
Eso es lo que el pueblo de Escocia quería y Cameron no lo dio porque hubiese arrasado. Tampoco había un verdadero acuerdo sobre lo que en realidad significaba `Devo-Max'. No existía acuerdo, no está claro que exista ahora, pero hace dos años Cameron sabía que ofreciendo esa tercera vía, todo el mundo optaría por ella. Él quería ganar el referéndum y acabar con la sed de independencia. De igual modo, el hecho de formular tres opciones en las papeletas podrías ser confuso para el electorado.
El referéndum ha cambiado Escocia, ¿se puede decir lo mismo de la política del conjunto del Reino Unido?
Es muy pronto para saberlo. Es cierto que ha despertado un mayor interés que cualquier otra elección ordinaria. Ha sido el evento político de una generación, incluso un referéndum sobre la pertenencia a la UE no despertará nada parecido. Es un fenómeno que sobre todo se ha visto en Escocia, pero gente no habituada a hablar de política ha estado muy pendiente del asunto y ha participado en ello.
El SNP ha triplicado sus afiliados, los Verdes han crecido muchísimo... Todo ello podría suponer que el SNP gane 25-30 asientos, lo que imposibilitaría una mayoría laborista. Es una gran consecuencia para todo el Reino Unido. Del mismo modo, una mayor devolución a Escocia, nos llevaría hacia un modelo más federal, con un Parlamento que nos mantenga unidos, pero con un dibujo, probablemente, muy cambiado.
También está en juego qué pasa con Inglaterra.
Ahí está la opción de una especie de Parlamento inglés, con el lema «votos ingleses para asuntos ingleses». Gordon Brown ha afirmado recientemente que existe el riesgo de un colapso del Reino Unido y pienso que es un verdadero problema.
¿Y las elecciones no suponen un problema para llegar a todos estos acuerdos?
Son y serán un problema. Tienen unos principios de acuerdo, pero hay ciertas áreas en las que el acercamiento es difícil. Se convertirá en parte de la campaña y ya se está viendo que ciertos partidos lo están convirtiendo en parte de ese juego políti- co. Los conservadores quieren llegar a esas elecciones luchando por el Parlamento inglés; creen que es una medida popular en Inglaterra, donde tienen su mayor poder.
Entonces, ¿el Parlamento inglés es una verdadera opción o una estrategia?
Lo están utilizando como baza, pero no creo que de ninguna forma piensen que les pueda servir para ganar una mayoría absoluta.
¿Qué papel juega el UKIP en todo esto?
En un sentido amplio, es un partido nacionalista inglés, por lo que queda fuera de lo ocurrido en Escocia, pese a lo que dicen sus siglas. Es interesante porque dentro de todo este ciclo de cambios, entrará una nueva fuerza que no ha tenido presencia hasta la fecha. Con todo lo que UKIP arrastra.
En 2016 es Escocia quien tiene sus propias elecciones. ¿Puede ser un nuevo paso en la lucha por la independencia?
Los partidos independentistas podrían plantear en sus programas la declaración unilateral de independencia, pero siempre necesitarían negociar con Westmisnter. Pienso que hay una gran expectación, pero no creo que la sociedad aceptase una salida en esas condiciones, sin un referéndum. Igualmente, si los independentistas ganasen con una amplia mayoría, estarían en disposición de decir que están en su derecho de realizarlo. Pero pienso que todos pedirían otro referéndum.
¿Pero podría cambiar si no hay una verdadera devolución de poderes?
No veo una campaña diciendo «si ganamos, declaramos la independencia», pero lo que es muy fácil de imaginar es la petición de otro referéndum si el Gobierno de Londres no cumple sus promesas. Habría que ver si Westminster otorga otra consulta de este tipo. No se me hace raro pensar en un escenario donde Londres no acepta otro referéndum y Edimburgo mantiene celebrarlo. Ello sí que crearía una verdadera crisis.
Entonces, ¿fue el referéndum una aceptación del derecho a decidir o es que Cameron estaba convencido de ganarlo?
Él estaba convencido de ganarlo, pero creo que es una base democrática. Todos los políticos británicos coinciden en que la unión solo se puede mantener así. Escocia, Gales o el norte de Irlanda tienen reconocido su derecho a decidir, pero podrían basar su defensa en la reciente celebración del referéndum, en la que incluso Salmond afirmó que era una cuestión única en toda la vida.
¿Y cómo se ve la prohibición sobre Catalunya?
Se percibe como una cuestión externa y distinta a la de Escocia. Estamos en un siglo donde las relaciones internacionales son, cada vez, más importantes.