Foz de Irunberri, siguen las sombras 25 años después
Susasna Arregi y Jon Lizarralde murieron hace 25 años en la foz de Irunberri en un tiroteo con la Guardia Civil en el que resultó gravemente herido German Rubenach. Un cuarto de siglo después se sigue sin conocer qué sucedió exactamente en este desfiladero natural formado por las aguas del río Irati.
Coincidiendo con el 25 aniversario de estos hechos, en los que también murió el sargento de la Guardia Civil José Luis Hervás, ha surgido el proyecto de realizar un documental que recoja lo sucedido.
Asimismo, en Arrotxapea, de donde es vecino Rubenach, se ha organizado una exposición que próximamente se verá también en Andoain, localidad de Lizarralde. En Oñati, de donde era Arregi, tendrá lugar una charla el próximo día 24.
Acompañados del abogado Txemi Gorostiza, que vivió de cerca estos hechos, y del propio German Rubenach, ya excarcelado, decenas de personas de estas tres localidades se desplazaron ayer hasta la foz de Irun- berri. Pudieron ver buitres y un paraje espectacular en un día luminoso y caluroso, pero querían conocer de primera mano el lugar donde el 25 de junio de 1990 se registraron unos hechos que todavía no han sido aclarados.
Gorostiza recordó, desde una terraza natural con vistas al río Irati, que Rubenach fue acusado de matar a sus compañeros, pero que la Audiencia Nacional española le absolvió y el Supremo confirmó esta sentencia. Y ahí quedó la investigación sobre estos hechos. No hubo más interés en saber cómo murieron Susana Arregi y Jon Lizarralde.
El abogado rememoró las palabras del ministro del Interior de la época, José Luis Corcuera, que en una comparecencia en el Congreso español señaló que no era necesario demostrar la inocencia de la Guardia Civil y que quien dudara de esta se descalificaba a sí mismo. Rubenach sobrevivió, pero con graves heridas en la cabeza. Como conse- cuencia de ello, no recuerda nada de que lo que sucedió ese día de hace casi 25 años.
No se investigaron adecuadamente aspectos como el agua del río Irati que tenía en los pulmones Lizarralde y que aparece como un indicio de que fue sumergido con vida en el río, a pesar de que la causa oficial de su muerte es un disparo. Tampoco se conoce quién disparó dos tiros a la cabeza de Arregi, ambos en el lado izquierdo y a menos de treinta centímetros. Del mismo modo, un cuarto de siglo después se sigue sin saber quién pretendio quitar a la vida a Rubenach con un disparo que le atravesó la mandíbula, la boca, dañó un ojo y salió por la frente.
El testimonio de un guardia civil en el el diario “El Mundo” de la época desmintió la versión oficial del intento de suicidio declarando que estaba luchando por sobrevivir. Gorostiza recordó que en 1990 el conflicto estaba en una situación mucho más cruda que la actual y que la prensa del momento recoge que las fuerzas de seguridad realizaban seguimientos a personas concretas y que se habían registrado enfrentamientos armados en Nafarroa. Era también la época del Pacto de Ajuria-Enea y su derivado de Iruñea.
Una visita al lugar confirma que se trata de una zona cerrada de la que es muy difícil salir. El abogado recordó que la Guardia Civil llevó a cabo un gran despliegue de efectivos, con una lancha que navegó por el río –entonces con un caudal mayor porque no se había construido el pantano de Itoitz–, perros y helicópteros. Desde que se registró el tiroteo inicial, en torno a las diez de la mañana junto al túnel más cercano a Lede,a hasta que localizaron el cuerpo de Arregi y a un gravísimamente herido Rubenach pasadas las ocho de la tarde, la Guardia Civil mantuvo un control férreo y absoluto de la foz.
La versión oficial justifica la presencia de agentes del instituto armado con vehículos en este paraje señalando que estaban vigilando la zona porque se habían registrado robos a turistas, muchos más escasos que los que actualmente visitan la foz. Sin embargo, la toma de declaración a dos turistas holandeses que fueron testigos de los hechos se realizó en Madrid, en vez de en Nafarroa. Y la pareja que relató que vio cómo huían dos hombres y una mujer fue rápidamente enviada de vuelta a su país.
«Siempre, junto a las familias, hemos manifestado nuestras dudas y hemos exigido que se investigara la verdad. Para que no se repitiera nos parecía fundamental que se conocieran los hechos», destacó Gorostiza.