Apostaría un par de euros a que al Borbón le saldrá gratis la entrada a la plaza de Illunbe. Es más, apostaría a que este gran aficionado a los toros no ha pasado por taquilla en su vida, ni cuando caminaba por el mundo de la “política” de la mano de su padrino-dictador ni después de colocarse la corona “democrática” para ir de cacería en cacería hasta la abdicación-jubilación que tan graciosamente se ha autoconcedido.

No obstante, más que las andanzas del monarca español, lo que me preocupa de verdad es el espíritu jeltzale-socialista que se está extendiendo por nuestras instituciones tras celebrarse las elecciones del pasado mes de mayo. Porque, a fin de cuentas, soy consciente de que nos va salir más caro, mucho más que la entrada de los toros, ese empeño en subirse los sueldos de un plumazo de muchos nuevos electos con plaza de mando en ayuntamientos y diputaciones.

A estas alturas, me irrita mucho más la subida de sueldo de la alcaldesa jeltzale de Arrasate, de 45.000 a 65.000 euros anuales, que la penúltima bravuconada del rey padre. También me cabrea mucho más que, tras subirse el sueldo un 35%, la alcaldesa socialista de Pasaia se apresure a felicitarse a sí misma y a todos sus compañeros porque, en apenas un mes, ya ha conseguido llegar a un acuerdo con la Diputación de Gipuzkoa para regenerar la bahía. ¿Qué piensa hacer el resto de la legislatura? ¿Frenar el cambio climático, terminar con el hambre en el mundo o lograr ser elegida la primera reina socialista de España? ¿Se imaginan que llega a La Zarzuela y lo primero que hace es subirse el sueldo?

Ironías al margen, conviene tener muy presente que cuando desde la izquierda se apuesta por impulsar «gobiernos para el cambio» se está planteando un modelo de gestión de nuestras instituciones muy distinto del que llevan a la práctica quienes se pasaron cuatro años esperando un cambio favorable a sus intereses políticos (y los de sus cuentas corrientes).