Serene ASSIR
Kos

Odisea hacia Europa por la risa de sus hijos

Los niños. Son sus hijos los que impulsan a muchos refugiados sirios a abandonar su país, devastado por la guerra, y tomar el peligroso camino hacia Europa, a pie o, como la mayoría, cruzando el mar Egeo desde Turquía hasta Grecia, su primera parada.

Las islas griega de Kos, Chíos y Lesbos reciben a diario a cientos de personas, la mayoría familias de refugiados que huyen de la guerra en Siria y llegan desde Turquía en embarcaciones neumáticas tras una peligrosa travesía por el mar Egeo. La mayoría pretende conseguir los documentos de viaje que le permitan llegar hasta la Grecia continental y, desde ahí, seguir su camino hacia los países del centro y norte de Europa cruzando a Hungría tras atravesar Macedonia y Serbia.

«Si no fuera por los niños, nunca habríamos subido a este barco», dice Nada, una mujer siria de 33 años que junto a sus esposo y a sus tres hijos figura entre los 124.000 refugiados y migrantes que han llegado a Grecia este año sorteando muchos peligros.

Hace seis noches emprendieron la arriesgada travesía marítima desde Turquía. Hacía un mes que habían dejado Aleppo. «Hemos arriesgado todo para que ellos tengan un futuro», afirma mientras ve a sus hijos jugar en la playa.

Llegaron a Kos sin nada y duermen en tiendas de campaña mientras aguardan los documentos para seguir su viaje a Atenas y, desde allí, al norte de Europa. Pero se sienten felices de haber alejado a sus hijos de la guerra. «Todavía hoy, lloran y gritan de miedo cada vez que escuchan un ruido fuerte, porque temen que sea un bombardeo», dice Nada. «Pero han recuperado sus risas y han vuelto a jugar. Por lo menos hemos dejado la guerra atrás», señala con entusiasmo.

Llevará mucho tiempo que todos estos niños recuperen la sensación de normalidad, asegura la organización Save de Children, quien ya advirtió en junio que miles de menores sirios –y también eritreos– arriesgarían este verano sus vidas, sobre todo en el Mediterráneo, tratando de cruzar a Europa en barco o a pie –a través de la frontera de Turquía–, en un viaje «en condiciones extremas» por el que sus familias pagan en torno a 2.500 euros.

Pero su portavoz, Sarah Tyler, también apunta a AFP que «los niños son muy resistentes y, con el cuidado adecuado, pueden recuperarse, aunque lleve meses».

Muchos de estos menores sirios no han ido a la escuela durante los últimos años y han crecido muy rápido y han perdido su infancia ayudando a mantener a sus familias. Por eso deben recuperar el sentido de la normalidad con acceso a lugares en los que jugar y aprender.

El apoyo sicológico es fundamental. Algunos solo necesitan comunicar lo que sienten, pero otros tienen mucha agresividad.

Nisreen, de 34 años también llegó a Kos desde Turquía tras abandonar Aleppo con su esposo y sus dos hijos de cuatro y seis años. «Ahora llevan la guerra en la sangre, y solo juegan a ella. Era necesario que los sacara de Siria, vine a Europa por ellos».

La madre se inquieta cada vez que les ve enfrentarse con las cucharillas o los lápices, imitando el sonido de las ametralladoras y las explosiones. Según Nisreen, «son agresivos y difíciles. Me preguntan por qué ya no oímos los bombardeos».

Lo único que quiere es «estabilidad». «No hemos podido dormir durante tres años en Aleppo. Quiero que mis hijos se relajen, jueguen y vayan a la escuela como todos los niños y nosotros necesitamos estar seguros para darles lo que necesitan».

Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), la mitad de los cuatro millones de personas que han huido de Siria en los últimos años son menores de edad, los más vulnerables porque son los más sensibles y, por eso necesitan recibir a la protección adecuada.

El muro húngaro

Y cada día llegan más a las islas griegas. Tantos que las autoridades, estatales y locales, aseguran que la crisis migratoria se ha convertido en un problema mayor del que habían previsto, superando con creces todas las predicciones que se habían hecho, y es más grave en las islas que en las ciudades.

Ese pico de llegadas que está experimentando Grecia afirman desde el Gobierno que podría deberse a la construcción de un muro, por parte del Ejecutivo de Viktor Orban, en la frontera entre Hungría y Serbia para detener el flujo de migrantes y refugiados que intentan llegar al norte de Europa, cuya finalización está prevista para finales de este mes, por lo que quienes tratan de cruzar se apresuran a hacerlo antes de que se haya terminado la obra.

Mientras, Grecia trata de buscar soluciones a esta crisis. 1.160 refugiados sirios que esperan poder salir de la isla de Kos han sido alojados ya en el ferry “Eleftheros Venizelos” fletado por el Gobierno para ayudar a las desbordadas autoridades locales y cuya capacidad es del 2.500 personas. Está previsto que estos refugiados se alojen de manera temporal durante quince días, cuando puede que sea sustituido por otro buque.

Los sirios empezaron a embarcar en la madrugada del domingo entre grandes medidas de seguridad, pues la decisión provocó altercados entre personas de otras nacionalidades, principalmente de Pakistán, Afganistán e Irán, que reclaman el mismo trato.

El alcalde de Kos, Yorgos Kyritsis, ha solicitado al ministro adjunto de Protección Ciudadana, Yanis Panusis, que el registro de todos los refugiados e inmigrantes independientemente de su nacionalidad se lleve a cabo en el ferry y no en la comisaría de la isla, en el centro de la ciudad.