Bastantes años después de sus logros deportivos, Mr. Pentland regresó a la capital vizcaina, a su Athletic, para ser agasajado por el legado dejado. Y se dirigió a los entonces jugadores con estas palabras: «Sois los nietos de los antiguos, pero parecéis los mismos, dichoso el pueblo que sabe conservar sus tradiciones». Ayer, ante el Ayuntamiento bilbaino primero, frente a la Diputación después, muchos eran nietos de los antiguos, aquellos que hace 31 años se arremolinaron en el mismo lugar para festejar aquellos lejanos títulos. Gente, la mayoría, que no conocía lo que era levantar una copa.
No hubo gabarra, mítificado unicornio de unos tiempos en rojo y blanco que no volverán. Este Athletic y esta afición, esta ciudad, su provincia, su entorno, trazan ya su propio camino al andar, como el autobús que trasladó a jugadores y cuerpo técnico por el baño de masas que les llevó a primera hora de la tarde a una anacrónica ofrenda de la Supercopa a la virgen de Begoña, les guió después hacia un baño de multitudes –más de 50.000 personas se calcula– en el ayuntamiento y acabó haciendo otro tanto, atestada la Gran Vía, en el palacio provincial. Masiva respuesta teñida de rojo y blanco, mayores, pequeños, familias, camisetas, bufandas, pañuelos y un himno que no dejó se sonar una y otra vez hasta ser disco de oro.
La expedición campeona había arribado a Lezama cerca de las cinco de la madrugada, para luego entrenar a mediodía en Lezama ante unos 1.500 seguidores. Lo gordo quedaba para la tarde. Miles y miles de seguidores de todas las edades se movilizaban desde mil y un rincones, sin prisa pero sin pausa. Dos horas antes de la cita ante el consistorio, varias decenas de aficionados ya guardaban sitio, un recinto que se fue poblando minuto a minuto, mientras la música de Kepa Junkera sonaba en la megafonía hasta que, sobre las 16.22, el autobús del equipo se dejó ver en las proximidades del ayuntamiento, con el entorno ya abarrotado, a los pies del consistorio, al otro lado de la Ría, el puente, ni una baldosa libre... Algunas bengalas, miles de aplausos, cánticos, los jugadores descabalgan y caminan hacia la escalinata donde saludan al alcalde, Juan María Aburto, reverencian a un gentío entregado, acceden al interior y escuchan las palabras del primer edil, seguidas por la megafonía exterior, y luego de Josu Urrutia. Acaban los largos discursos, es hora de la afición, la otra protagonista.
Ya en la balconada, arrecian los gritos hacia el gran capitán, que muestra el trofeo acompañado de Valverde, mientras estalla una nube de confeti rojo y blanco y atrona el himno por enésima vez. Aparecen el resto de componentes de la plantilla, De Marcos es el más inquieto, otros compañeros sacan fotos a la irreconocible imagen que tienen delante, Laporte ajusta el micrófono, Muniain toma la palabra, maestro de ceremonias de la tarde, quién si no. «Txapeldunak, oeeee!», saluda, y pasa la palabra al ‘capi’. «¿Parece que hemos ganado algo, no?», pregunta Gurpegi a los congregados. «Hoy es un día histórico para todos, 31 años esperando este momento. Si hay un club que se merece esto, es el Athetic, y, como en las grandes familias, los momentos malos se pasan mucho mejor y los buenos son cojonudos», se dirije a ellos. Es uno de los protagonistas. El otro, Aduriz, entre gritos de ¡Adu, Adu! «Este equipo se merecía entrar en la historia, ¿sabeís por qué? Porque somos como vosotros, una cuadrilla que competimos contra el resto del mundo, porque somos diferentes», arengaba.
Muniain, a la batuta
A partir de ahí, siempre con Muniain al mando de la batuta, un tímido Laporte al que le costó soltar un educado «muy buenas tardes a todos» y poco más, la pantera negra Williams que se vino arriba con un «¿Cómo estáis? ¿Somos campeones?», un Iraizoz siempre comedido pero que saludó con un «arratsaldeon familia!»... Le llegó el turno a Mikel San José, aclamado con ese cántico que se ha hecho ya clásico en San Mamés, a Valverde, «el hombre que nos ha guiado hasta aquí», y que lo dedicó a los presentes: «Todo esto es por vosotros y para vosotros». De Marcos, «¿aúpa ahí!» saluda, sube la temperatura: «Ganar un título aquí es mejor que ganar diez en otro sitio». Palabra de un alavés. Y ahí que aparece Muniain, desatado, olvidada por un momento la lesión, para hacer de director de orquesta con una canción «que nos trae buenos recuerdos», ‘‘Una gran noche’’, de Raphael... Ensayó el «lo, lo, lo» con unos, con otros, para minutos después, antes de despedirse, dar el concierto completo, «ahora los de la derecha, ahora los de allá, los de la Ría, los del puente, los de abajo....». Lo clavó.
Antes de ese punto y final desde el balcón, Iturraspe pedía que «lleguen más» títulos, Balenziaga, «el hombre que mejor ha marcado a Messi en la historia del fútbol», se despachó con un «Aupa Athletic, joder!», Susaeta, «una persona muy importante», se lanzó con el clásico «Athletic gu gara» y allí apareció Aduriz para despedirse con un «hau hasi besterik ez da egin, hurrena gabarra». Le tomó la palabra Muniain: «Gracias por esperar 31 años, espero que la próxima no tengamos que esperar tanto, sois los mejores, Athletic beti zurekin». Y puso el punto y final Gurpegi con un «hasta pronto» y la copa alzada a la afición. Eran las 17.12.
Próxima parada, Diputación. Subidos en el autobús, desfilaron con lentidud hacia la Gran Vía acompañados de numerosa gente que se convirtió en gentío al llegar al palacio foral. Atestada la calle, nuevos discursos en el interior, salida a saludar a la balconada, una enorme ikurriña ondeada por los jugadores, un espontáneo coro de cientos de gargantas cantando el «Iribar, Iribar es cojonudo» con el ‘Chopo’ saltando... Y fin de fiesta. Sobre las 19.30. Nadie se quedó con las ganas. Una celebración que todos se merecían, unos y otros. Hoy, a primera hora, la plantilla pone rumbo a Eslovaquia. Esto no para. Como esperamos que a este primer título sigan otros sin esperar tanto. No pares, sigue, sigue... Y el domingo... ¡otra vez el Barça!
Urrutia: «Pedirle más competitividad a este equipo es difícil»
El presidente rojiblanco, Josu Urrutia, declaró ayer que «pedirle más competitividad a este equipo se me hace difícil. Hay que valorar más las cosas que está consiguiendo este equipo estos años con los cambios y las apuestas que está haciendo». El mandatario de Ibaigane abogó por seguir en la misma línea de lo hecho, señalando que «el Athletic no tiene nada contra nadie, pero cuando tú apuestas por otra cosa, es para sentirse orgulloso. Seguimos compitiendo apostando por nosostros». Medido en sus palabras, Urrutia no escondió que «somos unos afortunados por estar dentro de lo que es el Athletic» al tiempo que, si se quedaba con un momento tras conquistar el título, era «con la alegría que sentimos con los aficionados, porque se lo merecen. Nos damos cuenta de la suerte que tenemos que pertenecer a este club». Urrutia subrayó que la entidad está viviendo «momentos muy bonitos» tras disputar tres finales en los últimos años y conseguir un título, y enfatizó que todo ello demuestra que el Athletic «está sano» y que el equipo cuenta con «un grupo humano difícil de igualar».
Por la tarde, en el ayuntamiento, el presidente de la entidad, subrayó que es tarea «de cada persona» ir «construyendo las metas». El «cómo alcanzarlas, cómo generarlas, cómo imaginarlas, es lo que nos hace o debería de hacer diferentes al resto. Ser conscientes día a día de nuestro potencial, de las carencias que tenemos que trabajar, de lo que nos une y de lo que nos separa, del sitio al que podamos llegar y de cómo poder para alcanzarlo», culminó.J.V.
De la bilbainada del alcalde al SanjoBuruz que se quedó Mikel
«Quizá es que somos el mejor equipo del mundo», no podía faltar la bilbainada del alcalde de la ciudad, Juan María Aburto, que, por otro lado, firmó un muy aseado discurso, aunque un poco extenso, lo que motivó la pitada del exterior, donde la gente quería ver a los jugadores en la balconada consistorial. Bajo un sol por momentos algo justiciero, con el ‘Txinbito’ anclado en mitad de la Ría, el merchandising mantero de productos rojiblancos intentando hacer su agosto antes de Aste Nagusia y un móvil en cada mano para inmortalizar un día histórico, fueron después desfilando los jugadores por el micrófono del que se apoderó Iker Muniain. A su lado, Williams y su «¿estamo activo?», y al que luego, en el autobús hacia el Palacio Foral, se le podía ver luciendo a la cintura una bandera del Arrano beltza. Un trayecto en el que Mikel San José, uno de los más aclamados ayer junto a Gurpegi y Aduriz, terminó por apoderarse de la careta ‘SanjoBuruz’ que se ha hecho ya famosa aquí y en parte del extranjero. En la Diputación les esperaba el diputado Unai Rementeria y su discurso, pero también andaban por allí los padres de Mikel Rico, la hija de Aduriz, el chavalín de Etxeita... y el dichoso micrófono... que esta vez no funcionaba. Por fortuna, estaba allí el mito Iribar para ondear una gran ikurriña, como antes Aduriz y otros, y saltar en el balcón aclamado por la gente. Final de celebraciones y cientos, miles de camisetas rojiblancas por la capital bilbaina durante toda la tarde, en un adelantado de esas fiestas que arrancan el sábado con Marijaia trayendo un título bajo el brazo.J.V