«¡Amamos Alemania!», «¡Gracias Alemania!», coreaban ayer decenas de refugiados a su llegada, tras un largo periplo por Europa, a la estación de tren de Munich, donde un grupo de ciudadanos bávaros les recibía con carteles de «¡Bienvenidos!».
Para muchos, procedentes de Siria o Somalia, Alemania es su destino final ya que es la primera potencia económica europea y ha renunciado a devolver a los sirios que huyen de la guerra a sus países de entrada en la Unión Europea (UE).
Los solicitantes de asilo llegan exhaustos, pero aliviados después de varios días atrapados en Hungría hasta que han podido subir a los trenes que les han llevado a Viena, Salzburgo o Munich, donde las autoridades proceden a registrarles en medio de una creciente ola de solidaridad que les ha desbordado.
Ayer mismo, Hungría cerró la principal estación ferroviaria de Budapest, donde 500 personas esperaban coger un tren a Viena. Horas después fue reabierta, pero con el acceso prohibido para los refugiados, que realizaron una manifestación espontánea al grito de «Alemania, Alemania» y «¡Queremos salir!».
Según la Policía alemana, 3.500 refugiados llegaron entre el lunes y el martes a Baviera desde Austria, un récord para la región. A Viena llegaron en tren 3.650 refugiados, un nuevo máximo para un solo día, de camino hacia Alemania.
Más al norte, Bélgica registró un flujo de llegadas sin precedentes y ha tenido que improvisar un campamento cerca del principal centro de registro de refugiados en Bruselas. También en Suecia el número de solicitudes de asilo se acercó al récord la semana pasada.
Alemania, que espera recibir 800.000 refugiados en 2015, un récord en Europa, insiste en el establecimiento de cuotas por país, y su canciller alemana, Angela Merkel, advirtió el lunes de que el «desafío» aparejado a la masiva llegada de refugiados aún durará «un largo periodo de tiempo» y apuntó que si la UE no acuerda un reparto justo de estas personas cuestionará el ideario de la UE ligado a «los derechos civiles universales» y el acuerdo de Schengen.
En la otra ruta de entrada a Europa, el Mediterráneo, más de 350.000 personas han arriesgado sus vidas este año y al menos 2.643 las han perdido, según la OIM. Ayer, la Marina italiana encontró frente a las costas de Libia cuatro cadáveres en una lancha neumática en la que viajaban otras 112 personas.
De África a EEUU a través de la selva panameña
Abdi Wahab Ali Osman, somalí de 29 años, se recupera poco a poco de las heridas que le dejó la selva de El Darién, un territorio inhóspito y hostil de 20.700 metros cuadrados que hace frontera natural entre Colombia y Panamá y tienen que cruzar a pie durante cuatro o cinco días. Es uno de los 708 africanos que entre enero y julio ha cruzado del Darién huyendo del cementerio en el que se ha convertido el Mediterráneo. «EEUU es mejor que Europa, hay más oportunidades y es mucho más seguro. El mar y el desierto del Sáhara son muy peligrosos», dice un eritreo.
En un año el número de migrantes procedentes de África, la mayoría somalíes, que han pasado de manera ilegal por Panamá hacia EEUU ha crecido un 134%. La crisis migratoria y económica en Europa y la política de puertas abiertas de algunos países, como Ecuador, están detrás de este repunte, según Panamá. Pero los africanos no son los únicos que eligen esta ruta. En la última quincena de julio, cruzaron el Darién 215 nepalíes.
Las mafias cobran entre 3.000 y 4.000 dólares por los billetes de avión a Brasil o Ecuador.
Creen que al dejar El Darién el camino está casi hecho, pero lo peor está por llegar, ya que tienen que cruzar Centroamérica y la frontera mexicana con EEUU.María M. MUR (Efe)