El Ayuntamiento de Iruñea y el Gobierno de Nafarroa, entre otras instituciones del cambio, tratan de buscar soluciones locales a la crisis de los refugiados. Paralelamente, el Ejecutivo español sigue atrincherado en la discusión sobre las cuotas que mantiene ocupados a los estados europeos mientras miles de exiliados permanecen varados en Budapest. El problema es que las competencias en materia de acogida las tiene el Gobierno de Mariano Rajoy, por lo que las administraciones municipales o autonómicas solo pueden maniobrar dentro de los márgenes impuestos por Madrid o buscar resquicios para eludir el férreo control que impone el Estado.
Las soluciones prácticas comenzarán a aclararse hoy, en el encuentro de ciudades por el cambio que tendrá lugar en Barcelona y en el que estarán, entre otros alcaldes, Joseba Asiron (Iruñea), Ada Colau (Barcelona) y Manuela Carmena (Madrid). Por el momento, la idea de las ciudades-refugio lanzada por Colau y a la que se han sumado progresivamente diversas localidades del Estado no tiene concreción. Aunque sí que ha servido para incrementar la visualización del problema.
En el plano funcional, sin embargo, las respuestas llegan de forma desordenada. En Iruñea, por ejemplo, el pleno aprobó ayer por unanimidad una declaración institucional en la que se adquiere el compromiso de hacer «todo lo que podamos para colaborar con aquellas iniciativas que, de forma real, contribuyan a paliar este drama». Entre las ideas que se barajan están la de buscar soluciones habitacionales a los refugiados que puedan llegar a la capital navarra, aunque los planes todavía están en desarrollo. Tras el aval de la corporación al texto se aguardará a la reunión de hoy en Barcelona y se tratará de contar con las organizaciones sociales antes de poner en marcha un plan.
Por el momento, las propuestas más concretas han llegado desde Barcelona y Madrid. Desde el Gobierno que dirige Ada Colau ya se ha comenzado a realizar un censo de familias que podrían acoger a los refugiados y se ha puesto en contacto con el Ejecutivo de Rajoy para reclamar más dotaciones. Desde el Consistorio de la capital española, su portavoz, Rita Maestre, anunció ayer un programa dotado con 10 millones de euros que se incluirán en los próximos presupuestos y que buscará dar «una solución integral». Es decir, que se dispondrá de viviendas, servicios sociales, apoyo para escolarizar menores y ayuda en los trámites burocráticos.
Nafarroa contacta con ACNUR
Más allá de los municipios, el Gobierno de Nafarroa se sumó ayer a las instituciones que reclaman un papel a la hora de solucionar la crisis de refugiados. Uxue Barkos, su presidenta, anunció que el Ejecutivo foral se ha puesto en contacto con la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) para estudiar la idea de que personas que han escapado de la guerra en Siria y se encuentran actualmente en Líbano o en países limítrofes pudiesen ser evacuadas directamente al herrialde. Todo ello, además de las cuotas que negocian los estados. Si se cumpliese el número que el Estado español está planteando en Bruselas, 2.739, al herrialde le corresponderían 59 personas. Si se aceptasen los 4.000 que reclama Europa, el número apenas llegaría a las 80. Y aún tomando como base el número de personas refugiadas llegadas al continente durante el último año, la cantidad no sobrepasaría los 320 exiliados. Cifras que, en contraste con el éxodo procedente de Siria e Irak, entre otros, parecen alejadas de las necesidades reales.
El problema está en que el Gobierno de Nafarroa no puede decidir a cuántos refugiados acoger. Tampoco la red de acogida propuesta por el Ejecutivo de Lakua, que instó ayer a Rajoy a celebrar una cumbre en la que fijar una posición estatal.
Además, y al margen de cifras, todavía no se sabe cómo se va a desarrollar el proceso de acogida. Hay miles de personas, algunas con documentos y otras sin papeles, a la espera de ser repartidas. Hasta el día 14, que es cuando se reúnen los ministros de Interior y Justicia de la UE, no habrá planes serios.
Posiciones como la del PP, que rechaza hasta la cuota que pide Bruselas, apuntan al fracaso de la cumbre. Además, un contexto de sensibilización como el actual permite que desde las instituciones se lancen promesas de solución que eluden el entramado supraestatal que dificulta la actuación, lo que hace dudar de la verosimilitud de determinadas propuestas. Puntos oscuros que no restan importancia a los intentos institucionales y sociales para dar respuesta al drama.
«¿Qué hacer para colaborar?», uno de los grandes interrogantes
«Hemos recibido muchas llamadas y emails ofreciéndonos colaboración». Estibaliz Martínez, de la oficina de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en la Comunidad Autónoma Vasca, remarcaba ayer su sorpresa ante la ola de solidaridad recibida en su oficina: ofrecían de todo, desde su propio domicilio para acoger a refugiados, pasando por traducciones, enseres de cocina o trabajo voluntario. Una voluntad de colaborar que se incrementa en momento de mayor sensibilización social y que debe encontrar el cauce adecuado.
«Las responsabilidad para acoger a los refugiados es del Gobierno. Es él quien tiene que hacerse cargo y actualmente no es posible que los domicilios particulares reciban a los exiliados», explicó Martínez. Esto no implica que no haya cosas que hacer. «Hay otras vías», remarcó. Por una parte, las vías económicas, bien sea a través de donaciones o haciéndose socio de asociaciones como CEAR. Por otra, convirtiéndose en voluntario y colaborando en la acogida de los refugiados. A falta de conocer cuál va a ser el proceso, los miembros de la CEAR ya están preparados para la atención. Como indica Martínez, «hay precedentes, como la guerra en Yugoslavia».
No solo CEAR sirve para vehicular la solidaridad en un momento crítico. Otras organizaciones, como Médicos sin Fronteras, están desarrollando labores sobre el terreno y llegando a lugares donde los estados no lo hacen. Es el ejemplo del «Dignity», uno de los tres barcos de MSF que patrullan diariamente el Mediterráneo y que se encargan del salvamento de las miles de personas que salen al mar para tratar de alcanzar las costas griegas o italianas.
Además, también hay movilizaciones. Por ejemplo, la que reunió ayer a cientos de personas en Gasteiz bajo el lema «Gasteiz también ciudad-refugio».A.P.
«Mis hijos se resbalaron de mis manos»
El padre de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años ahogado frente a la costa turca cuya imagen ha conmovido al mundo, relató ayer que sus hijos habían resbalado de sus manos al hundirse el bote que los llevaba a Grecia. «Teníamos chalecos salvavidas, pero empezó a entrar agua y el barco se hundió porque algunos se levantaron. Yo sostenía la mano de mi mujer, pero mis hijos se resbalaron de mis manos», declaró Abdullah Ebdi Kurdi a la agencia de prensa Dogan.
Once refugiados sirios que intentaban llegar a la isla griega de Kos murieron en la madrugada del miércoles frente a la estación balnearia turca de Bodrum. Entre ellos viajaba Aylan, su hermano Ghaleb, de cinco años, y su madre, Rehan, de 27 años, que también se ahogaron.
«Estaba oscuro y todo el mundo gritaba. Por eso no pudieron oír mi voz ni mi mujer ni mis hijos. Nadé hasta la costa siguiendo las luces, pero no pude encontrarles», narró Kurdi. «Fui al hospital y ahí me enteré de la mala noticia».
El hombre, originario de la ciudad kurda de Kobane, contó que ya había intentado viajar a Grecia con su familia, pero el barco fue interceptado por la guardia costera. Ahora su único deseo es enterrar a su familia en Kobane.GARA