Raül Romeva advirtió ayer, en nombre de Junts pel Sí, que la propuesta que la CUP tiene encima de la mesa es la definitiva y que no serán ellos quienes solucionen el increíble empate con el que concluyó la asamblea del domingo. Así, la decisión sigue en manos del Consell Polític de la CUP, que decidirá el 2 de enero. Aquí un diccionario de urgencia para las sobremesas navideñas.
27S. Mítica fecha en la que el independentismo consiguió casi dos millones de votos. 1.628.714 fueron para Junts pel Sí y 337.794 para la CUP. Posible antónimo aún por confirmar: 6 de marzo, fecha en la que se celebrarán elecciones en caso de que la CUP rechace el acuerdo.
1.515. Número de votos a favor y en contra del acuerdo con JxSí en la asamblea de la CUP. Al margen de teorías conspirativas, conceptualmente el empate es evidente, sea con una diferencia de dos o veinte votos. Cualquier decisión se tomará en contra de la opinión de la mitad de la militancia y eso, en cualquier organización, es casi imposible de gestionar. Casi. Veremos.
ASAMBLEARISMO. Método horizontal de toma de decisiones, impecable a pequeña escala, pero al que se le ven las costuras a nivel ‘macro’. Las fotos del domingo fueron espectaculares, pero quien quiera ver en la asamblea de Sabadell un sano intercambio de opiniones en pos del consenso se acabará llevando un chasco. Con todos los respetos, el hecho de que la decisión final quede en manos del Consell Polític es la prueba.
CUERDA. Se ha mentado a Berlanga y Dalí, pero imposible no acordarse del ‘Amanece que no es poco’ de José Luis Cuerda. Surrealismo y humor negro aplicable al proceso y a la CUP: «¡Se te está muriendo divinamente, te lo juro! Tenía ganas de que vinieras para poder decírtelo. Puedes estar orgulloso, de verdad, de los años que llevo de médico nunca había visto a nadie morirse tan bien como se está muriendo tu padre. Qué irse, qué apagarse, con qué parsimonia. Estoy disfrutando que no te lo puedes ni imaginar», dice el médico del célebre pueblo manchego. «¿Y él sufre?», pregunta el pobre hijo. «Por fuerza, seguro que sí, ¿no ves que se le está yendo la vida?».
JUNTS PEL SÍ. Artefacto electoral que, pese al saco de votos conseguido el 27S, no consiguió la mayoría suficiente que se esperaba. La autocrítica brilla por su ausencia, pero no toda la culpa será de la CUP si esto embarra del todo. Faltaría más. ERC y los independientes podían haber intentado alguna maniobra, siempre con riesgos, para forzar a Mas a hacerse a un lado. El resultado sería incierto, pero lo único seguro es que no lo han intentado.
#PRESSINGCUP. Etiqueta impuesta a prácticamente cualquier opinión tendente a defender el apoyo de la CUP a la investidura de Mas. Por supuesto que ha existido presión desde entornos convergentes, que han actuado en muchas ocasiones de forma zafia y contraproducente. Pero no vale hacerse trampas al solitario. Como en el deporte, en la política las aficiones también cuentan. Y en cualquier caso, el #PressingCUP no es unidireccional. El domingo Podemos no tardó ni dos horas en emitir un comunicado pidiendo nuevas elecciones y en la entrada al pabellón en el que la CUP debía decidir, una pintada daba la bienvenida: «Hasta nunca, Mas». Es muy relativo eso de la presión.
PROCESO. Eje de la política catalana durante los últimos cuatro años. Ha generado una mayoría social independentista (no suficiente todavía) impensable hace cinco años y ha obligado a los partidos a bailar al son de las Diadas multitudinarias. En serio peligro de muerte o, por lo menos, de hibernación. Falso sinónimo: Procesismo, una cultura política en auge, tendente a perpetuar el proceso sin dar pasos efectivos para que avance.
TWITTER. La tumba del debate sereno y del sano intercambio de opiniones. Pasarela abierta de la vanidad, la estridencia y el ridículo. En 140 caracteres es imposible argumentar. Es más fácil insultar y así se acaba, exponiendo vergüenzas internas a la luz pública. Twitter puede ser útil y maravilloso, pero por favor, apágenlo cuando tienen decisiones cruciales entre manos.