40 marchas el sábado, la mayor caravana desde Herrera
Desde la última marcha a Herrera, allá por 1992, no se activaba una iniciativa tan potente como la marcha a cárceles del próximo sábado, promovida por la izquierda abertzale en el marco del proceso Abian. Son unos 40 destinos en el Estado español, junto a Rennes y Monsanto.
A los solidarios con los presos más veteranos las marchas a cárceles del próximo sábado organizadas por la izquierda abertzale les han traído a la memoria aquellas interminables caravanas de autocares que cada Navidad, desde 1984 a 1992, llegaban desde Euskal Herria hasta la prisión manchega de Herrera de la Mancha, entonces símbolo de «cárcel de exterminio», para respaldar a los encarcelados.
Cuando la iniciativa se puso en marcha, la dispersión ni siquiera existía como tal, y aquel penal de Herrera agrupaba a una gran parte del Colectivo de Presos y Presas Políticos Vascos. Casi un cuarto de siglo después de que se llevara a cabo la última edición, el alejamiento y la separación entre sí de los presos y presas vascos es una realidad extrema, y resolverlo, una urgencia. Así que el proceso Abian, que entre otras cosas quiere potenciar la búsqueda de soluciones a este tema, se ha planteado un reto aún mayor que aquel de Herrera: llegar a todas las cárceles del Estado español en que hay vascos en un solo día. Se acudirá además a la cárcel bretona de Rennes, dada la delicada situación de Lorentxa Guimon, y a la portuguesa de Monsanto, donde se encuentra Andoni Zengotitabengoa, con grandes restricciones para ver a su propia familia.
El mapa vasco se ha dividido en 84 pueblos y comarcas para asignarles luego esta cuarentena de destinos, tomando en consideración los lazos especiales que puedan existir (presos de la zona en esa cárcel, distancia geográfica...) El objetivo es que ninguna prisión se quede sin su marcha. A partir de ahí, cada localidad o eskualde diseña el acto que quiere celebrar, qué elementos va a llevar... Hay quienes optan por música, otros por ikurriñas, símbolos por la repatriación, pancartas... Mientras tanto, se van completando los autocares, aunque es pronto para predecir cuántos marchistas secundarán este fin de semana a los familiares y amigos que acudan a sus visitas. Queda claro que no serán tantos como aquellos 8.000 de la última mítica marcha a Herrera, pero el hecho de llegar a todas las prisiones adquiere un valor y significado especial que no tenía aquella iniciativa.
Desde entonces nunca han faltado las marchas puntuales desde pueblos vascos o asociaciones concretas a cárceles en las que se produce alguna situación especial, pero nunca con este carácter general y coordinado, por lo que el reto es considerable.
En la mayor parte de los casos se aspira a organizar un autobús, aunque por ejemplo en los barrios de Bilbo que se han juntado para acudir a Valladolid (Santutxu, Otxarkoaga, Abusu y Zorrotza) ya ambicionan superar esa cifra. A más de una semana de la fecha, contaban con 40 personas inscritas, «por lo que quizás lleguemos a un autobús y medio». En su caso preparan megafonía y cuentan con bertsolaris, porque la aspiración es común a todos los casos: «Que nos oigan y que nos sientan».