Parece evidente que eso de «estoy desentrenado» era una licencia, más que una realidad. Arnaldo Otegi no ha perdido su capacidad oratoria y ha expuesto en el Velódromo de Anoeta un discurso en el que ha trazado las líneas maestras de lo que a su juicio debe ser el futuro de este país.
Ya ha venido advirtiéndolo desde que salió de la cárcel de Logroño. Hay que mirar al pasado, sí, pero sobre todo a lo que estar por venir.
Otegi ha iniciado su discurso recordando a los casi 400 presos vascos y a sus familias, citando a los dos jóvenes detenidos este sábado, Ainara Ladrón y Aritz Azkona.
También ha remarcado que a lo largo de estos días le han preguntado mucho por la autocrítica, pero que también hay que destacar lo que ha hecho bien una izquierda abertzale que en 40 años en las instituciones no ha tenido ni un solo caso de corrupción.
Ha señalado que la crisis económica ha cambiado «las prioridades de la gente» y desde la izquierda abertzale no han sabido «leer bien esa situación».
El líder abertzale ha indicado que, a partir de ahora, es necesario construir un proyecto independentista «decente», que permita a quienes viven y trabajan en él cubrir sus necesidades. Y ha contrapuesto ese proyecto a la actual Unión Europea y ha su trato a los refugiados que huyen de la guerra y el hambre.
También ha hablado en tono elogioso del proceso catalán, y ha abogado por la necesidad de «abrir un segundo frente» en Euskal Herria.
Y es que a su juicio está descartada la opción de una «evolución política» en los estados español y francés que permita llegar a un estadio en el que reconozcan a Euskal Herria «como nación diferenciada y su derecho a decidir».
«Los independentistas vascos estamos dispuestos a colaborar en la democratización del Estado, no creemos que sea posible, pero, si surge la oportunidad histórica, no tenemos ningún inconveniente en participar en ese proceso, pero yo os digo que ese proceso no se va a poder dar«, ha augurado.
Honestidad
Por ello, desde «el máximo de los respetos y en justa reciprocidad», ha pedido a «esos sectores populares que hoy articulan la nueva izquierda española que sean honestos. Nosotros estamos dispuestos a colaborar para democratizar el Estado, pero os pedimos ser honestos, y el día que comprobéis que eso es imposible, sumaros a los independentistas en las naciones del Estado para poner en marcha procesos constituyentes en este estado».
Otegi también ha tenido palabras para el expresidente español José María Aznar, quien ayer le tildó de «falso profeta».
«Para falsos aquellos que el 11-M dijeron que los atentados de Madrid eran obra de ETA. Esos eran los falsos, los que mintieron el pueblo», ha respondido.
«No somos profetas ni pacificadores, somos militantes políticos que luchamos por la libertad de este país y los derechos de los trabajadores, las mujeres, los más pobres y no lo vamos a dejar de hacer nunca por muchas cárceles que nos pongan delante», ha aseverado.
Tras un discurso de alrededor de tres cuartos de hora, que ha cerrado con un referencia a Angela Davis –«feminista, negra y comunista, representa todos los valores que os he querido trasladar hoy»– el Velódromo en pie le ha despedido con una atronadora salva de aplausos.
El acto en sí ha comenzado con bastante retraso. Otegi, que primero ha estado en la carpa instalada junto al estadio, ha entrado acompañado por los joaldunak, recorriendo el pasillo central y respondiendo con saludos al aluvión de aplausos.
El recuerdo a los presos y a sus allegados ha centrado los minutos iniciales del acto, con un mensaje remitido desde El Dueso por Rafa Díez. El exsecretario general de LAB ha animado a la ciudadanía a seguir peleando por los derechos de los represaliados.
En la pantalla también se han visto mensajes de bienvenida enviados desde otros puntos del globo y sobre el estrado numerosas banderas de diversos pueblos.