Pello Guerra
Elkarrizketa
Joseba Asiron
Alcalde de Iruñea

«El ruido lo dejamos para los demás, nosotros nos dedicamos a trabajar»

Hoy comienza su andadura Iruindarra Naiz, un apartado de Naiz dedicado a la información más completa de Iruñerria. Y para su estreno, contamos con un invitado de lujo: el alcalde de Iruñea, Joseba Asiron. En una entrevista que ofreceremos en dos entregas, el máximo edil de la capital navarra desgrana su histórica llegada a la Alcaldía, las medidas adoptadas en el primer año de legislatura y los proyectos a acometer por su equipo municipal en lo que resta de mandato.

Asiron recibe al equipo de Iruindarra Naiz en su despacho del Ayuntamiento, donde los documentos y las visitas van pasando sin pausa desde que llegó a ese lugar el 13 de junio del año pasado. A pesar de ello, no pierde esa sonrisa que sigue siendo la más codiciada en los selfies ni su impresionante memoria sobre la historia de la ciudad, que fluye en su discurso con absoluta naturalidad.



Hace un año era el candidato de EH Bildu a la Alcaldía de Iruñea y hoy es el alcalde de la ciudad. ¿Cuando estaba inmerso en la campaña pensaba que realmente lo iba a conseguir?
Honestamente tendría que decir que no, aunque es cierto que, según iba avanzando la campaña, parecía que podía. Las encuestas eran desfavorables, pero en la calle se vivía de otra manera.

Al convertirse en el primer alcalde de la izquierda abertzale, marcó un hito. Como persona apasionada por nuestro pasado, ¿qué siente al estar haciendo historia?
Siempre suelo decir que soy el primer alcalde independentista después de 1512, porque antes lo eran todos. Y desde luego, también se trataba de marcar un hito, de hacer una alcaldía diferente, sobre todo pensando que durante muchos años parecía que no había más alternativas que las que planteaba el Régimen, UPN y PSN, y ahora se está viendo que no. Y cuando termine esta legislatura, lo que me gustaría es que la gente se planteara que hemos estado nosotros, que hemos hecho nuestra política y tampoco ha sobrevenido el fin de los días, ni el apocalipsis. Hay más maneras de hacer las cosas. Más allá del Régimen, hay oportunidades, hay opciones, criterios y posibilidades de hacer las cosas bien.

Su llegada a la Alcaldía fue celebrada con cánticos de «Asiron, Asiron, Asiron» en medio de una gran euforia. ¿Sintió vértigo ante la necesidad de responder a tantas expectativas?
Es cierto que el hecho de que se personalizara tanto el cambio en el nombre de una persona no es justo, porque soy consciente de que es el trabajo de mucha gente durante mucho tiempo. Lo que ocurre es que en el momento de recibir el premio a todo ese trabajo, han decidido poner a una persona independiente, que no militaba en ninguno de los cuatro partidos, en la cabecera. Por eso siempre estaré muy agradecido. Pero aunque se gritaba el apellido de una persona, afortunadamente había un equipo buenísimo y eso me quitaba presión. Porque iba con gente como Joxe Abaurrea, Aritz Romeo, Patricia Perales, Maider Beloki... en la que se combinaba juventud y veteranía, con algunas personas con varias legislaturas de experiencia. Y un montón de gente alrededor que se sacrifica y hace posible que el trabajo salga bien hecho.

Lo primero fue afrontar unos sanfermines diseñados por el anterior equipo de gobierno, aunque el nuevo marcó su línea ya desde el mismo txupinazo. ¿Le dio mucha pena renunciar a un momento tan especial para un iruindarra?
Aquello fue un gesto, una manera de decir que, a futuro, los sanfermines tienen que volver a ser lo que eran, unas fiestas espontáneas en las que la ciudadanía tenga el protagonismo. Hay que pensar que los principales actos de los sanfermines, los más conocidos, el encierro y el txupinazo, surgieron de manera espontánea. El encierro, con un gremio de carniceros que decide salir a correr sin precedentes de ningún tipo y luego, un txupinazo que se debe a la figura de Juanito Etxepare, que luego fue fusilado en la guerra. Era una manera de hacer una declaración de intenciones. También tengo que decir que yo ya había tenido mi txupinazo el 13 de junio y había matado el gusanillo. Sobre el estilo propio que intentamos darle a las fiestas, en los pocos días que tuvimos, pusimos mucho acento en que la imagen que proyectáramos de los sanfermines no fuese de unas fiestas sexistas donde todo cabe y creo que, en cierta medida, se consiguió. En este terreno, nunca se hará suficiente, ni vamos a caer en la autocomplaciencia, pero se hizo un trabajo muy interesante.



Tras el torbellino de las fiestas, llegó la calma y el momento de empezar a gobernar. ¿Cómo se encontró el Ayuntamiento de Iruñea regido tanto tiempo por UPN?
Era un Ayuntamiento donde se trabajaba por inercia en muchas áreas, donde había una falta de coordinación muy grande entre las diferentes concejalías. Donde, además, el funcionariado, que es lo mejor que tiene esta casa, como en casi todas partes lo son los trabajadores, estaba sumido en el desánimo, porque veía que sus iniciativas generalmente no recibían impulso. Incluso dentro de la clase política, se percibió esa legislatura con un cierto aire de interinidad. Yolanda Barcina se había marchado a mayores glorias y la situación en la que dejaba el Ayuntamento desde el punto de vista económico, después de los grandes fastos y proyectos faraónicos, era bastante lamentable. Consecuentemente, a Enrique Maya, mi predecesor, le tocó una legislatura de provisionalidad y en la que tuvo que gestionar esos fastos. Así que era el momento idóneo para empezar una fase nueva.

Se va aproximando el primer aniversario de su llegada a la Alcaldía. ¿Cuáles son las principales medidas que ha adoptado su equipo en este tiempo?
Tendríamos que ir área por área, pero, por destacar algunas cuestiones, diría que en materia social se han tomado medidas que eran compromisos de legislatura. Así, el Foro por la Pobreza, que se está sacando adelante con los colectivos, las organizaciones que están trabajando a pie de calle. El hecho mismo de restaurar el parque de viviendas, que nos encontramos en una situación de abandono total y que se comenzara a poner en condiciones casi 200 viviendas. Antes de sanfermines van a estar cincuenta a disposición de la ciudadanía. Es una medida que tuvo un efecto inmediato con el incendio de la calle del Carmen, ya que los vecinos afectados pudieron ser realojados a las siete de la tarde de ese mismo día gracias a que habíamos rehabilitado las viviendas. Además, esas viviendas se están rehabilitando a través del proyecto Trebatu, que pretende que entren a licitar en la obra pública no solo las grandes empresas, las de las puertas giratorias, sino también las pequeñas y medianas empresas. Declaramos Pamplona ciudad libre de desahucios, incluso el equipo de gobierno se personó en un desahucio junto a la ciudadanía para detenerlo. Hablamos con las entidades bancarias que operan en Iruñea para decirles que íbamos a replantearnos cualquier colaboración con las entidades desahuciadoras. Podríamos hablar también de modelos de Policía Municipal, de peatonalización de espacios emblemáticos del centro. Hablaríamos de memoria histórica, en la que Pamplona ha sido la primera que públicamente ha anunciado que se va a personar en la querella argentina. El día 2 se abrió una oficina en la calle Mercaderes donde se van a recoger testimonios que formarán un fondo documental. Es decir, se está haciendo un esfuerzo a todos los niveles desde el punto de vista social, económico, del comercio... En el ámbito del turismo, tenemos dos proyectos de colaboración transfronteriza y queriendo romper esos estereotipos en torno al turismo de Pamplona vinculado a los sanfermines. Estamos intentando mover otros ejes, como el de la gastronomía, de la cultura, en colaboración con ciudades como Hondarribia, Baiona, Jaca..., ciudades de nuestro entorno directo. Se están haciendo muchas cosas y muy bien. Y mientras en los plenos, la oposición de UPN, bastante mal aconsejada, optaba por el ruido, estamos aprobando una ordenanza de vivienda, de protocolo por primera vez en la ciudad... El ruido lo dejamos para los demás y nosotros nos dedicamos a trabajar.



También se han tomado medidas que pedían los sectores de la ciudadanía que habían sido marginados por los anteriores gobernantes de la ciudad, por ejemplo, potenciando el euskara en las Escuelas Infantiles o colgando la ikurriña en el txupinazo.
Cuando me preguntan sobre las banderas en el Ayuntamiento, siempre digo que cada uno tiene sus banderas, el alcalde incluido, y siempre va a haber gente que va a echar en falta alguna o que considera que sobra otra. Pero lo innegable es que ese día en el balcón municipal estaban recogidas prácticamente todas las sensibilidades que hay en Iruñea y eso es muy positivo. En el tema de las Escuelas Infantiles y del euskara, es de lamentar que UPN y PSN hayan querido hacer oposición en torno a un idioma que es de toda la ciudadanía. Eso es muy grave y se aprecia con un ejemplo muy claro. Hace 33 años se diseñaron ocho escuelas infantiles, de las que dos, un 25%, eran en euskara. Pasan todos esos años y con el cambio sociolingüístico que se ha producido en Pamplona, seguíamos con dos escuelas sobre un total de 17. Resulta evidente que era algo que había que replantearse. Afortunadamente, la encuesta sociolingüística que se pasó en tiempo de prematrícula no solo nos ha dado la razón, sino que nos dice que nos hemos quedado hasta cortos. UPN, con el apoyo de PSN, planteaban una oferta en euskara del 10%, el gobierno del cambio planteó un 27% y la encuesta denota una demanda diez puntos superior, del 37%. Estos datos dejan las cosas en su sitio.
    
Cuestiones sobre las que debatir en la calle no han faltado desde que está en el gobierno de Iruñea. No acudir a oficios religiosos como alcalde, cambiar el nombre de la plaza conde de Rodezno, permitir exposiciones que UPN hubiera vetado sin dudarlo, fomentar el euskara.. ¿Resulta muy difícil cambiar hábitos implantados desde el sillón de Alcaldía durante décadas?
Forma parte de esa oposición que se está haciendo desde UPN y PSN. Los cambios se han hecho de una manera justa y honrada en todos los casos y, desde mi punto de vista, sí que ha habido un cierto punto de sobreactuación, como el que comentábamos de las Escuelas Infantiles en euskara. Cambiar el nombre de la plaza conde de Rodezno era una urgencia, una cuestión de justicia histórica para las víctimas del franquismo, más allá del nombre elegido. Y lo que veo por parte de UPN y de PSN es unas ganas de crear una especie de realidad ficticia, una imagen de que en Pamplona se está poco menos que socavando las bases de la convivencia, cuando son cosas normales y de justicia.

Los concejales de UPN acudieron al cambio de nombre de la plaza conde de Rodezno a pesar de que este partido incluso llegó a retorcer la interpretación de la ley para mantener esa denominación. ¿Le sorprendió su presencia?
Prefiero que acudan a que no lo hagan. Hasta ahí, perfecto y me parece muy bien que vayan e incluso es un motivo de alegría. A partir de ese hecho, sí que choca que en el debate político lo hayan criticado, incluso en el caso de algún célebre y desocupado diputado en Madrid que se puso a criticar las razones de este gobierno de cambio. Muchas veces da la sensación de que escenifican algo que no sienten y eso sí que me duele. Si realmente querían cambiar el nombre, han tenido muchos años, pero no lo han hecho. Y cuando lo hacen, da la sensación de que lo hacen a regañadientes y queriendo cumplir el expediente. Pero el hecho mismo de que acudieran me parece lo menos criticable de todo.