Joseba VIVANCO

El Glorioso alcanza la gloria

El Deportivo Alavés es de Primera. Una década después, el Glorioso volvió a tocar la gloria. El espíritu de Serrano, recordaba alguno ayer. Los albiazules tenían que ganar y ganaron. Y al final equipo y afición se hicieron carne y la fiesta fue completa. Gasteiz es de Primera.

ALAVÉS 2

NUMANCIA 0

 

Erigido en su día sobre lo que era un trigal, Mendizorrotza las ha visto de todos los colores. Con 91 años de historia, el tercer campo más antiguo de los clubes que han pisado Primera que no han cambiado de ubicación después de su inauguración, solo superado por El Molinón y Mestalla, conoce todos los sinsabores del fútbol, pero también momentos para el recuerdo, inenarrables, grabados en la memoria colectiva albiazul. Instantes, gestas acompañadas como no podía ser menos por el calor de la grada, esa en la que cada uno de sus ocupantes siempre recordó que ese día estuvo allí.

Como hace tres años cuando se logró el ascenso a Segunda, pero también recuerdos aun nítidos como aquel partido ante el Gaziantepspor turco, el del debut alavesista en Europa, el 14 de setiembre del 2000; aquel ante el Rayo Vallecano, el del ascenso a Primera el 3 de mayo de 1998; el de la inolvidable victoria 2-0 al Barcelona, el 1 de diciembre del 2001. Solo por rememorar aquellos ambientes creados merece la pena volver a vivir fechas como la de ayer. Banderas, camisetas, cánticos... la afición, un regreso a otros pasados cercanos, al ambiente de Mendizorrotza.

«¡Volveremos a Primera, volveremos otra vez!», avisaba a una el vestuario al tiempo que regaba su alegría con el espumoso recién descorchado. Atrás, la dura temporada coronada con el ascenso largamente buscado. El Alavés sí, era ya de Primera. A la primera oportunidad. Llevado en volandas por su afición. De Primera, también. Un escollo, un Numancia que no fue para nada un convidado de piedra, lo puso difícil de inicio hasta que los albiazules encontraron su ocasión, la que allanaría el camino. Sonaba en los prolegómenos del choque la mítica ‘‘No hay tregua’’, de Barricada, y el Alavés necesitaba desbrozar el camino. Juli no atinaba, Carpio tampoco, una falta de entendimiento de Fernando Pacheco y Borda enmudecía al estadio... «Estás asustado, tu vida va en ello, pero alguien debe tirar de gatillo...», y lo apretó Gaizka Toquero que tras astillar un poste al estrellar el balón de una cabezazo, se sacó una media chilena lateral que acabó con el testarazo de Manu García a las mallas. Mendizorrotza se venía abajo. Del capitán, de uno de casa. La grada se venía arriba. Temblaba.

El Alavés llamaba al ascensor a Primera. Pero lo suyo ha sido sufrir esta temporada. Sin sudor no hay paraíso. Kiko Femenía tenía el segundo en sus botas. Pacheco, el portero de las paradas providenciales, sacaba un remate arriba. «¡Fuertessss!» se desgañitaba Bordalás en la banda donde el charrúa Guichón no se dejaba una uña. Y en eso volvió a aparecer ‘el gatillo’.

Espectacular caída de Toquero y falta en la frontal de la media luna visitante, que cortó por un instante la respiración. Nada que pueda con el de Ariznabarra. Allá que se va Raúl García, indeciso en los primeros minutos, que coloca la pelota con suavidad. Encara con su zurda y la pone donde no llega el portero rival. El Alavés es de Primera. Sí. Estallaba la grada. El estadio completo de espaldas. Ahora sí.

Cuarenta y cinco minutos les separaban de la gloria, del regreso al olimpo. Y la verdad es que la segunda parte sobró. Sobró porque ya nadie quería esperar más. Pero el Numancia no había dicho su última palabra. Como tampoco Fernando Pacheco, que atajaba fácil una falta de Iñigo Pérez, que se lucía en otro disparo lejano y duro, que veía como otro remate numantino se iba fuera por poco... Chispazos que en ningún momento pusieron en peligro la victoria. «¡Este año sube el Alavés!», coreaba la grada volcada, convencida, entregada. Tocaba hacer la ola. Ovación de gala a un Juli que firmaba con otro gran partido una enorme campaña. Toquero corría a por cada balón hasta el último suspiro. Bernardello iba tan a por todas que casi lesiona a su compañero Pelegrín... El banquillo albiazul en pie, abrazados, esperando el final. Pitido. ¡Son de Primera! Alegría sobre el césped, jugadores abrazados, Toquero no puede reprimir las lágrimas mientras camina, solo, hacia sus compañeros. Juli, en el banquillo, incrédulo, imposible articular palabra, aislado, sintiendo el momento, el premio.

A partir de ahí, la fiesta. Manu García se convertía en un seguidor más, subía a la grada, se abrazaba, buscaba a los suyos, comunión, lo que ha sido equipo y afición. Ilustrador. «Somos doce de local y eso no lo pueden decir todos», sostenía luego el ‘Cabezón’ Bernardello, que prometía cortarse la barba. Tantas promesas por cumplir ayer, hoy, mañana. Fiesta en el vestuario, regreso al césped, fuegos de artificio, vuelta al campo, nadie se movía, nadie quería cerrar los ojos. Solo abrirlos cuando el silbato suene la próxima temporada, con el Glorioso en Primera.

 

«No nos creían, nos tomaban por locos, pero nos lo merecemos»

Manu García era la alegría en persona. «Hemos crecido todos juntos, el club, vosotros que habéis empujado esto desde que estábamos en Segunda B, en los momentos malos nos habéis ayudado. Cantemos el himno como dios manda...», se dirigía a la grada. A su lado, Pepe Bordalás, también micrófono en mano, reconocía que «no tenemos palabras para agradecer el apoyo de esta afición, año de trabajo y esfuerzo pero sin la ayuda de ustedes no hubiésemos conseguido este asecenso, gracias». Luego, más tranquilo, explicaba que «hace algunas jornadas que nos lo empezamos a creer, el equipo creyó en ello, hemos sido fuertes mentalmente, porque no se creía en nosotros, se ponía en duda muchas cosas y con trabajo se ha conseguido. Vestuario magnífico, sensacional, felicitarles por ese grupo humano, eso hace la fuerza». Otro de los protagonistas del año, Gaizka Toquero se mostraba ufano por «ver disfrutar así a la afición, a seres queridos, se lo merecen. Nos han empujado en los momentos malos, si peleas están contigo, nos lo merecemos todos por el trabajo hecho. La gente no nos creía, nos tomaba por locos, pero sabíamos que había plantilla, que somos muy trabajadores y lo merecemos». Lo mismo que Juli, «no era el objetivo inicial, pero luego te ves allá arriba, los rivales fallan y trabajo, trabajo, trabajo, la gente, y los 25 tíos del equipo, y hoy celebramos el ascenso», decía, sin olvivar tantas críticas y dudas.J.V.