Ramon Sola

Doctrina Preciado

Fue el fallecido Manolo Preciado el que teorizó que al Bernabéu y al Camp Nou habría que ir con los juveniles, pero nadie ha hecho gran caso a esta sabia propuesta. Esta vez al menos Osasuna viaja a Madrid sin mucho que perder, al contrario que en 2014. Pero de ahí a ilusionarse va un abismo. Los datos son elocuentes…

El año pasado, el Real Madrid le metió en el Bernabéu 10 goles al Rayo, 7 al Celta, 6 al Espanyol, 5 al Betis, Deportivo y Sporting, y 4 a Eibar, Athletic y Sevilla. Es lo que hay desde que la Liga permite el aberrante abismo económico entre los dos grandes y el resto, e hipoteca todo su interés a un tedioso duelo bilateral (porque no es solo Real Madrid versus Barcelona, también Messi versus Cristiano, MSN versus BBC…)

Se engañan quienes sostienen que en realidad siempre fue así. Ahora resulta bastante peor. Las cinco últimas visitas de Osasuna al coliseo blanco se han saldado con dos goleadas (7-1 y 4-0), otra intrascendente porque era último partido de liga (4-2) y dos derrotas honrosas (3-2 y 3-1) marcadas por arbitrajes ultracaseros cuando el partido se le empezó a complicar al Madrid (¿quién no recuerda a Pérez Burrull diciéndole a Juanfran «por lo menos tírate bien» tras hurtarle dos penaltis de libro)? Básicamente, hay pues dos opciones: o llevarse a casa un saco de goles o esforzarse mucho para nada. Por contra, a principios de los 80, cuando Martín aún corría la banda, el equilibrio era mucho mayor: 3-1 en la 80-81, 1-0 en la 81-82, 2-1 en la 82-83, 2-0 en la 83-84 y 1-0 en la 84-85. Osasuna era igual de modesto, pero el Real Madrid (y el Barca) resultaban bastante más accesibles. Por cierto, resultado final de esta comparativa: diez visitas, ningún punto. El 0-4 y el 0-3 existieron, cierto, pero son la excepción muy excepcional a la norma muy normal.



El problema es que tirar la toalla de antemano no es una opción ni siquiera a nivel retórico: a Preciado le llegaron a amenazar con sanciones cuando dijo aquella famosa frase. Luego llegó Caparrós y patentó la de que ir a Bernabéu y Camp Nou es como acudir al dentista. Que te van a sacar una muela va por descontado, pero habría que intentar al menos que no duela el siguiente partido. Sin embargo, la vanidad humana es incorregible, y no hay entrenador ni jugador que no vea este partido como especial para lucirse, aunque lo único que se consiga casi el 100% de las veces sea dilapidar energías, complicar lesiones y acumular sanciones. No hay que irse muy lejos en el tiempo para recordar que cuando Osasuna se desplomó en 2014 de la mano de Javi Gracia se pegó dos pechadas para nada ante Barcelona (7-0) y Madrid (4-0) en esa recta final de campaña. No se bajó por eso, pero tampoco ayudó.

Esta vez la situación es diferente. Por un lado, el Bernabéu toca a principio de temporada y no hay urgencias. Por otro, con tanto vaivén de fichajes Martín no tiene un equipo titular, por lo que ni sabe a qué conviene reservar y el encuentro le viene bien para hacer pruebas. Pero hasta ahí. En partidos como este habría que competir como mucho hasta el 2-0, luego no tiene sentido, ni siquiera por imagen. Quizás el día que las goleadas no sean de 10, 7 ó 6, sino de 20,17 ó 16 alguien empiece a tomar cartas en el asunto y Preciado gane una batalla póstuma.