Pablo CABEZA
BILBO

El Villa de Bilbao recupera el pulso de la calidad en su 28 edición

El veterano concurso Villa de Bilbao va por su edición número 28, que recupera sensaciones una vez pasado el ecuador de su fase de directos. Como es lógico, no todas las ediciones han contado con una calidad similar, las oleadas y casualidades diversas se cruzan con capricho. No obstante, las cinco fechas transcurridas dentro de la sección Pop-Rock han sido muy atractivas, al tiempo que han recuperado audiencia. En Metal, la valoración no es tan optimista.

Por estima generalizada y cuantía en premios en metálico el Villa de Bilbao se sitúa a la cabeza de los concursos peninsulares. Cuenta además con un espacio adecuado, Bilborock, que suena de maravilla y con una organización implacable año tras año. No extraña, por tanto, que sean los numerosos grupos que vienen de fuera que pierdan minutaje en escena hablando de lo bien que suena la sala, del público maravilloso, de la organización, del trato recibido... Efusivos fueron Zizzy Soup, de Cuenca, y J.J. Sprondel, de Málaga, por ejemplo. Con todo, sigue pendiente que el sistema de iluminación aproveche mejor los recursos de los que dispone, situación desesperante en muchos momentos.

El primer día, pasado 15 de setiembre, actuaron The Krav Maga, de Tarragona, My Expansive Awareness, de Zaragoza, y Redthread, de Barcelona. No pudo empezar mejor el Villa. Tres formaciones sólidas con propuestas intencionadas y de peso. No cambió mucho el nivel mostrado por los grupos del segundo día de Villa, viernes 16, con Solo Astra, de Madrid, Fizzy Soup, de Cuenca, y Dekot, de Mungia. Los mungiarras se han incorporado al circuito en fechas recientes, pero van calando y tocando con frecuencia. Les llueve intensidad y la encauzan con criterio. Pocos debuts han sido tan dinámicos y esperanzadores como el de Dekot

El jueves 22 de setiembre aportó la actuación de los franceses I Me Mine. La participación internacional es baja en el Villa desde hace años y el nivel de muestras sin aportar lo suficiente como para pasar a la fase de directos. I Me Mine recuperaron sensaciones de tiempos lejanos en el Villa, dejando una apuesta entre los Beatles y la contemporaneidad más dinámica y ruda excepcional. Quedan fechas, pero resulta complicado pensar que su propuesta pueda ser superada. I Me Mine fue un grupo de primer orden, fantástico, sorprendente desde lo instrumental a lo armónico.

Amor de Tokyo, trío entre Iruñea y Donostia, superó la propuesta de maqueta con amplitud. Fueron de menos a más, concluyendo con arrolladora intensidad. Los bilbainos Franco decepcionaron, las letras no encajaron ni en su actitud ni en el estilo. Sonaron lineales.

J.J. Sprondel, de Málaga y The Zephyr Bones, Barcelona, también aportaron solidez, como lo hizo Cavaliere, banda bilbaina liderada por el ex-Atom Rhumba Álvaro Segovia, muy rockero y solvente a la guitarra. Un trío muy completo..

El pasado 6 de octubre fue el turno para Lumi, dúo electro-pop de Lapurdi. Bastante mejor en directo que en la demo. Quizá la guitarra de Nahia Zubeldia deba asumir más distorsiones, cambios de paisaje, romper la unidad. Los bilbainos Heinsenberg sorprendieron con la calidad de su soul, sof-rock, funk, sicodelia... Brillantes.

Lo visto en la sección de metal torna reiterativo, seco. Todo muy previsible, pero nos convenció la actitud stoner de Fetitxe, de Arrigorriaga.