Constancia sin autolimitaciones en busca de un objetivo
Los lunes son menos lunes entre los ecos de nuestra música y el olor de nuestras páginas. El arranque de la semana no supuso ningún obstáculo para que los stands volviesen a estar repletos de una ilusionante actividad que busca perpetuarse mediante la atracción de nuevos segmentos de público.
La idea de una jornada en lunes laborable no invitaba al optimismo en cuanto a presencia de público en las improvisadas calles de Landako. Sin embargo, desde primera hora, la actividad era palpable en el ambiente y la sorpresa protagonista. «Estábamos expectantes con lo que iba a ocurrir un día como hoy, lunes en el que trabaja mucha gente. Esperábamos un día tranquilo pero lo cierto es que volvemos a tener un recinto lleno con todo tipo de público», señala Olatz Osa, de Elkar Argitaletxea.
Es una constante que se viene repitiendo desde hace varios lustros. El público emana de la población y fluye de una manera natural en una cantidad necesaria y apetecible. De esta forma, la Azoka de Durango puede, cuanto menos, mantener sus expectativas edición tras edición, sino ampliarlas. No obstante, Gerediaga Elkartea ha lanzado al aire una pregunta lógica, ¿cómo atraer al público no habitual a Durango?
Entre los productores discográficos no existe una respuesta certera. Con muchos de nuestros principales músicos optando por la autoproducción, sus estrategias son más cercanas a la edición artesanal que a la industrial. Tanto Aiora Renteria (Zea Mays - Garden Records), como Jurgi Ekiza (Willis Drummond - Tabula Rasa) y Fermin Muguruza ven la aparición de Ahotsenea como clave en la reactivación del aspecto musical de la Azoka de Durango.
Mikel Soto, pese a ser editor de libros, otorga al lenguaje musical una relevancia clave a la hora de atraer nuevo público a Durango. «Plateruena ya cambió mucho las cosas porque la música tiene una importancia estratégica a la hora de atraer a nuevas generaciones a la Azoka», destaca. «Lo más importante es la renovación. El día de los institutos y las escuelas es esencial, ya que se perpetúa ese cordón umbilical que, tal y como dicen los estudios, se creó cuando el público potencial que llena este recinto a día de hoy comenzó a venir en su adolescencia», añade.
La Azoka de Durango emula, probablemente sin quererlo, a un ser vivo que busca asentarse en un primer estadio para crecer y volver a asentarse cuidando su presente y su futuro. Tratando de perpetuarse y de mantener firme el mayor escaparate de la creación musical y literaria de nuestro país. «Se ha hecho un recorrido muy interesante y aunque siempre buscamos lo que no tenemos, recuerdo cómo era la Azoka cuando empecé a venir a Durango y aquello sí que era realmente una feria. Poco a poco y a través de la reflexión se han dado muchos pasos que han ido mejorando y ampliando la idea original», reflexiona Soto.
«Atraer a gente no habitual es un trabajo que tiene que desarrollarse durante todo el año. No es algo que puedas lograr con una convocatoria de última hora o mediante la publicación de determinado producto. Es algo que tiene que llegarnos como el sirimiri, mediante una dosis constante e incesante que muestre un mundo repleto de oportunidades y de ventanas que abrir para disfrutar de nuestra cultura», explica Olatz Osa poniendo voz a la editorial Elkar. Ve necesaria la creación de redes entre productores, creadores e instituciones impulsoras de diferentes actos culturales para «intentar ser visibles ante esas personas que no se acercan por diferentes razones al euskara y a la cultura vasca».
Castellanohablantes
Para Mikel Soto existe un problema cuando se aborda la necesidad de atraer nuevo público y se limita a una cuestión idiomática, ya que en su opinión «no es un planteamiento correcto porque aquí acude mucho público castellanohablante. Esta es una feria que lleva el idioma en el corazón y que, de alguna manera, tendría que estar tan unida a su idioma como a su pueblo».
«Se han creado unos mecanismos que buscan proteger la Azoka de las editoriales y las discográficas españolas. A su vez existen obras que no están escritas por autores vascos o que no versan sobre temas vascos que están publicados por editoriales vascas y que pueden tener un valor incalculable para el pueblo que no tienen cabida en la Azoka. Por lo tanto, puede que se proteja el idioma y que la Azoka esté unida a su lengua pero no creo que esté igual de unida al pueblo. En ese punto, quizá no tenga tanto sentido pensar por qué la gente no viene porque es probable que seamos nosotros mismos los que los estamos apartando con nuestras decisiones», añade.