Joseba VIVANCO

Una dulce transición

La titularidad de Kepa Arrizabalaga en la portería rojiblanca o el debut con el primer equipo del delantero de Gernika Asier Villalibre,con asistencia incluida a Muniain, son peldaños en la renovación a futuro de un plantel que consigue mantener el tipo.

Iker Muniain acababa de firmar el gol 400 de Liga esta temporada y se fue directamente a festejarlo a horcajadas de Asier Villalibre, el último león en debutar. El ‘cachorro’ número 24 al que Ernesto Valverde da la alternativa, empezando por Andoni Iraola en su primera etapa al frente del banquillo bilbaino y terminando a día de hoy con los debuts de Vesga, Kepa, Yeray y el basurde de Gernika. Inevitable tras ver el once ante el Eibar, como unos cuantos ya este curso, que hoy sean muchos los que hablen del imparable relevo generacional. Ayer, les tocó a Beñat y Susaeta ser los ‘abuelos’ del equipo, ambos del año 1987, escoltados por Balenziaga, San José y Bóveda, y a partir de ahí un ramillete de jugadores nacidos al amparo de la década de los noventa.

La consolidación del Athletic de Valverde estos años, la madurez competitiva alcanzada por futbolistas más cerca de la treintena o aquellos con esa barrera ya sobrepasada, invitaba a pensar en un horizonte próximo en el que cabía la posibilidad de que se diera un ‘tapón’ en el primer equipo con respecto a los chavales que venían por detrás. Por mucho que pisaran fuerte desde abajo, quién iba a osar quitar del puesto a San José, Balenziaga, Beñat, Raúl, Aduriz... Una tarea, nada sencilla, en manos de un Txingurri que debería manejar estos tiempos y compaginar el nivel de juego mostrado por sus titulares con la irrupción de los jóvenes valores con vistas al futuro.

Yeray, el inesperado

Salvo la decisión tomada con respecto a la portería, y como se ha constatado tras la cesión de Iago, su apuesta de futuro por el ondarroarra Arrizabalaga, ha sido el propio devenir de la temporada el que le ha facilitado esa transición o, al menos, esa aparición de los canteranos. El caso de Williams estaba claro, en su tercera campaña, Valverde apuesta por él con fe ciega, es el segundo hombre con más minutos en Liga y le ha mantenido en el once contra viento y marea. En el resto, las circunstancias en forma de lesiones ya fuera de los titulares o de quienes les sucedían han hecho el resto.

Iñigo Lekue se ha convertido en un comodín para el técnico, como lo era un De Marcos cuya lesión está repartiendo oportunidades; en Liga suma casi tantos minutos como Susaeta y apenas un partido menos que Muniain. Su versatilidad, a pesar de que le quede mucho por mejorar, es su mejor aval. Nada que ver con la inesperada irrupción de Yeray. El chaval se conformaba este su primer curso con probar las mieles del debut y sumar ‘minutillos’. Valverde no aguardaría tampoco otra cosa de él. Sin embargo, la lesión de Bóveda justo cuando se había hecho con el puesto de central, hizo que Txingurri arriesgara con el baracaldés por delante de Etxeita. Y dicho y hecho, está siendo el jugador revelación del equipo hasta la fecha y no sería extraño que Josu Urrutia le extienda en breve un nuevo talón.

Las apariciones de Vesga y Saborit están siendo más testimoniales, en el caso del alavés con los minutos que se le presuponen a un recién llegado y en el del catalán como un recambio para momentos muy puntuales.

El colofón lo ha puesto Asier Villalibre, un chicarrón de 19 años cumplidos en setiembre, al que se le augura un gran porvenir, pero que seguirá forjándose en el filial a la espera de que Aduriz y compañía se hagan a un lado y den paso a quienes están en la recámara. «Cuando en el tramo final compareció Villalibre, la gran esperanza blanca, ya tuvimos un adelanto completo del Athletic de la próxima década», escribía ayer en su blog Juan Carlos Latxaga. Él es el abanderado de un manojo de delanteros goleadores que están destacando en las categorías inferiores, donde junto al gernikarra el nombre más mentado es el de Iñigo Vicente, un año menor que Villalibre, diferente, y que lleva 7 goles con el Basconia.

El Athletic y Ernesto Valverde están macerando una transición escalonada, dulce, y más complicado aún, manteniendo el tipo en cuanto a resultados.