Nerea GOTI

Santo Tomás sube el termómetro en el centro de Bilbo

La lluvia caída a primeras horas ha marcado un inicio algo más flojo a la feria de Santo Tomás, pero no ha sido obstáculo para que la cita con el «más grande» mercado navideño siga ganando temperatura. Es difícil encontrar a los productores libres para que cuenten cómo ven la jornada y eso es siempre buena señal. «Las ventas se están animando», nos han comentado en más de un puesto.

Talo con txorizo para coger fuerzas, no hay nada mejor. (ARGAZKI PRESS)
Talo con txorizo para coger fuerzas, no hay nada mejor. (ARGAZKI PRESS)

Desde una vista de altura, el acceso a la feria por la calle Navarra es un reguero de cientos de personas. Son más grandes las columnas que bajan al Arenal que las que suben a la Plaza Circular, otra señal de que llegado el mediodía el ambiente se dispara.

Los asiduos al mercado, los que vuelven con las bolsas cargadas suelen ser los más madrugadores. Buscan los puestos a esa hora en las que se puede ver bien el producto y hablar con los baserritarras. Luego se retiran o buscan dejar a buen recaudo las bolsas para poder seguir de fiesta. En muchos puestos pueden verse compras acumuladas que esperan a que sus dueños regresen antes de la vuelta a casa.

Son más de 200 puestos los que se reparten, en su mayor parte en el Arenal, pero también en la Plaza Nueva, donde se dan cita unos 50 expositores. A la venta, el amplio abanico de productos habituales de la cita, desde las verduras y frutas hasta los pasteles, el queso, la miel, la sidra o el txakoli.

Juani Larrazabal, de Madariaga Baserria, comenta que las alubias son, sin género de duda, las protagonistas de una feria que está «entre las mejores», muy pareja al Último Lunes de Gernika. No recuerda cuántos años lleva bajando a Bilbo cargada con lo mejor de la huerta. «Serán unos 40 años», apunta, y comenta que los tiempos cambian pero la gente sigue apreciando «lo de casa».

A unos pasos de su puesto, se puede encontrar otro plato muy tradicional, los caracoles. Barraskibide lleva a la feria caracoles ecológicos criados en Urduña y huevos ecológicos de la misma explotación. Llevan seis años vendiendo caracoles limpios, cocidos y embotados, a los que solo hay que sumar la salsa. «La gente que más aprecia el caracol es la de más edad, porque les trae recuerdos, y como están ya limpios y preparados es menos trabajo, pero también hay gente joven que quiere seguir la tradición», explica Ainhoa Alava.

La otra tradición ligada a la feria es la parada en la txosna para degustar el talo con txorizo, lomo, morcilla o chocolate. A 5,50 euros la unidad. En Magalarte, un puesto clásico, asiduo a la feria desde sus inicios, esperan que la feria se anime a mediodía, la hora a la que se dispara el trabajo frente a las planchas. «Nuestra familia, Magalarte Baserria, lleva viniendo desde el primer Santo Tomas, cada año. Primero amama, luego aita… no hemos faltado un año», explica Iñaki Aretxabaleta.

Tal y como recuerda, «la feria es muy diferente» hoy. «Tenemos un montón de fotografías de los primeros años, en los que se ven los puestos con mucha verdura, se vendía mucho capón… y eso ha cambiado totalmente», comenta.

Lo que ha ido creciendo hasta instaurarse como una tradición que no se puede dejar pasar es la degustación del talo, pero tampoco fue siempre así. Según cuenta, su amama fue una de las primeras en llevar chorizos a la feria. «Habían hecho la matanza en casa y pensó que era buena idea llevar algunos chorizos a la plaza», recuerda Aretxabaleta frente a una larga barra tras la que trabaja una decena de personas que ha comienza a llenar las planchas de talos.

En este espacio de tradición y fiesta tampoco falta la aportación de Bilboko Konpartsak que ha preparado un programa de actos a lo largo de toda la jornada.