La sentencia, dictada de conformidad, relata que el primero de los abusos ocurrió en 2015, cuando la menor contaba 15 años, y consistió en tocamientos del hombre sobre la hija de su mujer, a la que invitó a que acudiese a su dormitorio «para explicarle algunas cuestiones sobre relaciones sexuales», aprovechando que ambos estaban solos en la vivienda.
Un año más tarde, el acusado aprovechó que la menor estaba dormida en la cama de su habitación para acostarse junto a ella e intentar penetrarla vaginalmente, si bien la chica se despertó y logró alejarse del hombre, quien se encontraba influenciado por la ingesta de bebidas alcohólicas.
La sentencia, que es firme, condena al acusado a un año de cárcel por el primero de los hechos y a cinco años por el segundo, así como a indemnizar a su víctima con el pago de 12.000 euros.