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Sartaguda

Plantan un retoño del roble de Gernika en Sartaguda en homenaje a las víctimas del fascismo

Un retoño del roble de Gernika echa desde este sábado sus raíces en el pueblo navarro de Sartaguda en homenaje a las víctimas de la guerra y el fascismo.

Imagen del acto celebrado en Sartaguda. (Parlamento de Nafarroa)
Imagen del acto celebrado en Sartaguda. (Parlamento de Nafarroa)

Un día después de conmemorarse el Día Mundial de las Víctimas del Holocausto y coincidiendo con el aniversario de la liberación de Auschwitz, representantes institucionales de Nafarroa y Bizkaia han participado en el acto con el que se ha querido estrechar lazos entre Gernika y Sartaguda, «municipio navarro más castigado por la limpieza política llevada a cabo por el bando golpista en la Guerra Civil».

La presidenta del Parlamento foral, Ainhoa Aznárez, y la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui, han encabezado la representación institucional, que ha contado con presencia de los Ejecutivos de Iruñea y Lakua.

El alcalde de Sartaguda, Paolo Albanese, ha ejercido de anfitrión en el homenaje que ha reunido en torno a familiares de personas fusiladas a representantes de los ayuntamientos de Gernika, Durango y Otxandio, así como cargos públicos de diferentes formaciones políticas, además de miembros de asociaciones memorialistas.

Delante de los nombres de los más de 3.000 ejecutados en Nafarroa, Otadui se ha dirigido a los asistentes estableciendo un paralelismo entre Gernika, «la villa foral mártir del 37», y Sartaguda.

El Parque de la Memoria y el árbol de Gernika «simbolizan nuestro común anhelo de paz, nuestro homenaje a las víctimas de las barbaries, de todas las guerras, de todas las violencias, hace ochenta años y ahora, en Gernika y en Sartaguda, en Auschwitz y en Hiroshima, en Alepo y en el Mediterráneo», ha declarado.

Este acto, anticipo del 80 aniversario del bombardeo de la villa foral, sirve, según el alcalde de Sartaguda, de «puente entre dos pueblos castigados brutalmente por un fascismo que escribió en ellos las primeras anotaciones de una agenda de terror» y que se convirtió después «en hambre, silencio y represión» durante los 40 años de dictadura, y en «amnesia y continuismo» tras la muerte de Franco.