El certamen Zinegoak ha subrayado el trabajo «comprometido y valiente» que realiza Hassan Kamoga, quien «se arriesga por organizar esta actividad a 14 años de cárcel en su país» y lo hace además, «a través de su arma como artista, el cine».
El creador audiovisual ha destacado en su tercer día en Bilbo el «excelente trato recibido» y «la libertad con la que se puede hablar de la homosexualidad», pues «aunque algunos les cueste difícil de creer», la situación en este sentido en Uganda,«donde 500.000 personas se consideran gais, no es la que se podría desear», ha manifestado.
La realidad en el país africano es que si eres homosexual «puedes ser asesinado», tal y como le ocurrió en 2011 al activista David Kato, tras cuya muerte se produjo «una gran presión» por parte de la comunidad internacional hacia Uganda, que despertó en el colectivo el sentimiento de «la posibilidad de cambio».
En el país de África oriental, donde existe la creencia de que «ser homosexual es un estilo de vida opcional e importado de Occidente», se mantiene hoy una ley que se conoce como 'Los 14 años en la cárcel', que, importada de la época colonialista de los años 50, pena las relaciones sexuales entre homosexuales, ha denunciado Kamoga.
Según el director de cine, «fotos y datos personales» de los homosexuales son expuestos en primera plana de los medios de comunicación del país, lo que provocó en 2014 que entre «2.000 y 5.000 huyeran hacia Reino Unido o Kenia».
Fundado en 2016, el festival Queer Kampala tuvo que sortear en su primera edición todo tipo de inconvenientes para su celebración planteados por la policía, a quien hay que «solicitar permiso» en Uganda para tratar «cualquier asunto relacionado con la sexualidad».
Aunque «sin autorización», el festival fue celebrado finalmente de manera clandestina en diciembre pasado en «secretas localizaciones», con la asistencia, mediante una convocatoria con las «máximas medidas de seguridad», de más de 800 personas, ha contado su director, quien espera superar ese número este año cuando Queer Kampala vuelva a abrir las puertas a «otros países y comunidades como un espacio en el que puedan expresarse».
Pese a las circunstancias existentes, Kamoga, que achaca la homofobia a la ignorancia, tiene «esperanza» y cree en que, a pesar de que puede ser un «proceso largo, algún día las cosas cambiarán».