«Hay una relación directa entre la generación de residuo y crecimiento económico», ha explicado Asensio, que ha añadido que «sigue habiendo una fracción resto en torno a las 160.000 toneladas, para cuyo tratamiento Gipuzkoa no dispone de momento de infraestructuras».
En cuanto a la tasa de reciclaje –no todo lo que se recoge separado consigue ser recuperado– la cifra ha pasado del 44,89% al 46,12%, una mejora que aún se encuentra a cuatro puntos del objetivo europeo para el año 2020.
Hay incrementos en todos los segmentos. En vidrio se pasa del 75,20% al 76,53% –contenedor verde–, mientras que en papel y cartón –azul– del 68,63% al 71,94%. En ambos casos se superan los objetivos europeos para 2020, cifrados en el 70%.
Pobres cifras en el contenedor amarillo
Bastante más atrás quedan los plásticos y envases –recipiente amarillo– que están solo en el 54,11%, y aunque ha ganado dos puntos y medio en doce meses queda muy lejos de ese 70%.
La mayor subida, aunque es donde había y hay más margen de mejora, es el en residuo orgánico o bioresiduo, que ha ganado casi 7 puntos, del 29,06% al 36,04%. Asensio ha defendido las bondades del quinto contenedor, al entender que «sistemas amables como este motivan a la ciudadanía».
Los datos de los últimos años vienen demostrando que, si bien este sistema es mejor que nada, no llega a las cifras del sistema puerta a puerta, sin entrar a debatir consideraciones de otro tipo como la estética o la posible incomodidad. Para el año 2020 se debe mejorar un 14%, hasta el 50%.
Por mancomunidades existen grandes diferencias. Así, en Debagoiena la recogida selectiva alcanza un 79,64% –de largo la mejor–, seguida por Tolosaldea con el 63,37%. En el otro extremo, Debabarrena ha caído a la última posición (40,61%), adelantada por Txingudi (42,77%).