El pasado 10 de abril el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, hablaba sobre las negociaciones de su partido para apoyar los presupuestos de Mariano Rajoy, mostrando tanto su voluntad de acuerdo como su prudencia, puesto que «no es fácil hacerse socio del PP porque, de la foto, uno puede salir quemado».
De las negociaciones presupuestarias suele hablarse desde aquí en términos de «cambio de cromos» –apoyo del PP a Urkullu en Gasteiz y trueque de los votos jeltzales en Madrid– o del precio –la «tajada», como definió en su día Josu Erkoreka– que el PNV obtiene para sus intereses en la CAV. Al menos hasta anteayer, teníamos a los portavoces jeltzales centrados en esto último. Se mencionan supuestos logros como las obras del TAV, que en realidad son competencia del Gobierno español; la retirada de recursos que lo justo es que nunca se hubieran interpuesto; o el desbloqueo de la plantilla de la Ertzaintza que –al margen de que es más que debatible para qué se necesitan ahora tantos agentes– por una parte tampoco nunca se tenía por qué haber bloqueado y, por otra, no se produce como fruto de la bilateralidad sino dentro de los planes generales del ministro de Hacienda español, Cristóbal Montoro, de permitir incrementos de plantilla de maestros, militares, en la Guardia Civil, en el Cuerpo Nacional de Policía y en las policías autonómicas, es decir, forales navarros, mossos catalanes y, también, ertzainas. Y veremos en qué queda la negociación sobre los desacuerdos en torno al cálculo del Cupo. (Por cierto, ¿el PNV no piensa nunca en Nafarroa al afrontar este tipo de negociaciones?)
Pero no es solo lo que cobras, sino también lo que das. La aprobación de estos presupuestos tienen también la vertiente de ayudar a Mariano Rajoy a consolidar su Gobierno, mientras día tras día se van destapando nuevos casos de corrupción de un partido que allá donde manda chapotea en adjudicaciones ilegales, cobros de comisiones, mordidas para lucro personal o dopaje electoral por campañas pagadas con dinero negro. Las acusaciones que ayer se escucharon contra Ciudadanos por ser la muleta de un partido cimentado sobre la «Caja B» serán ampliables al PNV si apoya los presupuestos.
Pero, además, dar los votos imprescindibles al PP para que apruebe sus cuentas, es darlos para los recortes que plantea y que, por ejemplo, afectarán aquí igual que en Murcia a todos los funcionarios autonómicos y forales de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa. El PNV no les podrá decir que Madrid impide que les suban el sueldo más allá del 1%, es decir, por debajo del IPC (pérdida de poder adquisitivo), porque será ya corresponsable de esa decisión.
Como también serán corresponsables los jeltzales, si acaban por apoyar los presupuestos de Mariano Rajoy, del sostenimiento político y económico del Gobierno español que en las próximas semanas o meses llevará a cabo una ofensiva «por tierra, mar y aire» contra el derecho a decidir de las catalanas y los catalanes y contra sus instituciones democráticamente elegidas. Y, por supuesto, estarán engordando a quien en el futuro tampoco tendrá mayores contemplaciones para seguir recurriendo las decisiones vascas que lo incomoden.
Esta es solo parte de la foto del pacto con el PP. Tiene a su vez otras vertientes feas en política internacional. Los presupuestos no son solo partidas, son el eje troncal de una acción de gobierno. Eso es lo que se vota y, a la postre, lo que quema, como dice Ortuzar. ¿Cuánto vale ser el socio de un partido carcomido por la corrupción?