«El muro popular fue una manera de ratificar nuestra militancia»
Los donostiarras Aitor Olaizola, Oier Lorente y Adur Fernández fueron condenados por su militancia política y detenidos en abril de 2013, junto con otros cinco compañeros. Nos cuentan su experiencia tras haber recuperado recientemente su libertad.
El 19 de abril del año 2013, cuando apenas había amanecido, efectivos de la Ertzaintza irrumpieron violentamente en el Boulevard donostiarra para arrestar a seis jóvenes independentistas condenados por su actividad política. Adur Fernández, Oier Lorente y Aitor Olaizola son tres de ellos. Recientemente han recuperado su libertad, tras haber cumplido íntegramente la pena que se les impuso. Nos reunimos con ellos en el mismo lugar del que fueron sacados a la fuerza, pero con el apoyo de cientos de personas que uniendo sus brazos conformaron un sólido muro popular.
Los tres donostiarras recuerdan aquellos momentos como una «montaña rusa de emociones». Hablan de tensión, rabia, agradecimiento... «No me salen más que palabras bonitas y positivas. Es verdad que tenía un lado negativo, pero muchos lados positivos. La parte activa de ciudadanos y ciudadanas de toda Euskal Herria, la capacidad de respuesta hacia unas detenciones que suponían ir a la cárcel por una militancia activa, cosa que se vio que la gente repudiaba», comenta Lorente.
Desde el kiosko de la plaza donostiarra, Fernández remarca cómo cambia la percepción de los espacios y los acontecimientos. «El espacio me parece mucho más pequeño cuando lo veo ahora. En el tiempo que estuvimos aquí había txokos para todo lo que se hacía... Ahora veo el espacio y me parece flipante. Todo son buenas sensaciones. Lo que más me viene a la mente es el esfuerzo brutal de la gente que estuvo aquí».
Recordando todas aquellas emociones, no olvidan a sus cinco compañeros condenados en la misma causa que aún permanecen en prisión. Señalan que momentos como los vividos aquellos días hacen que se estrechen los lazos y el compañerismo. También destacan la generosidad de sus seres queridos. «Para ellos era un momento duro; nosotros al final teníamos asumido que nos iban a detener y meter en la cárcel. Pero para ellos, que nos arrancasen así, de esa manera, es muy duro», comenta Olaizola.
Protegidos por el pueblo
El reencuentro tras su liberación ha servido también para valorar la dinámica emprendida en el Aske Gunea de Donostia y que siguió después en Ondarroa, Gasteiz y Loiola, aunque insisten en que se alimentaba de experiencias anteriores, como la que impidió la detención de Aurore Martin. «Cuando planteamos todo esto era una defensa de nuestra militancia. Fue como ratificar y dar empuje a toda nuestra trayectoria política», apunta Olaizola.
«El día de la detención tenía la sensación de una fuerza del copón y de que todo había salido bien aunque íbamos a la cárcel y ese era nuestro final. Nosotros hicimos lo que pudimos, pero fue la gente que se acercó la que lo hizo posible», señala Fernández. Sobre los muros populares que vinieron después cree que «sí se veía que podía ser el camino o una pequeña aportación que podíamos hacer de cara a los juicios políticos. Quedaban decenas de personas pendientes de juicio, muchos no han tenido que entrar. No habrá sido imprescindible, pero sí creo que fue un momento clave», aclara.
«El análisis que hacíamos cuando estábamos preparando cómo responder a nuestro posible encarcelamiento en el año 2013 tenía en cuenta que desde 2010 había habido un cambio de escenario político en Euskal Herria, sobre todo por el cambio de estrategia dado por la izquierda abertzale. Estábamos hablando de que había que vaciar las cárceles y, al contrario, seguían llenándolas con los juicios políticos», explica Olaizola. Frente a ello, había una gran frustración por los continuos encarcelamientos. «Se veía en la gente ganas de responder, pero no acertábamos con el modelo. Como militantes de la izquierda abertzale intentamos hacer nuestra aportación al cambio de estrategia y llevar a cabo la desobediencia y los muros populares», relata.
Esa iniciativa se vio después en otros escenarios. De hecho, al mes de ser detenidos tuvo lugar el muro popular de Ondarroa para evitar la detención de Urtza Alkorta. «Adur y yo estábamos en Zaballa y tuvimos ocasión de conocer a Urtza. Veíamos un hilo conductor y que posiblemente estábamos acertando en el modelo de respuesta a todos estos ataques a los derechos políticos y civiles», expresa Olaizola. Fernández añade que «hasta entonces las detenciones y operaciones eran gratuitas e incluso se vendían muy bien en televisión como necesarias contra el terrorismo. Y sin embargo en ese momento era ya imposible vender cómo tantos ‘terroristas ’podían estar protegidos por el pueblo».
Sociedad activa
Tras un ciclo en el que cientos de ciudadanos fueron detenidos y encarcelados por causas políticas, los tres donostiarras sitúan la operación que se llevó a cabo contra ellos en 2007 y que siguió con la condena impuesta en 2013 en el incipiente cambio de escenario. «La operación policial se planteaba en medio de una oleada de operaciones y represión que suponía aniquilar la actividad política. Nos tocó a nosotros. Sirvió para que diferentes encausados pudieran unirse para buscar una respuesta. Pocas causas terminaron en condenas, lo cual valoro positivamente por todo el trabajo que ha hecho la sociedad vasca», manifiesta Lorente.
«Querían anular la militancia política y a la juventud vasca. Fue bastante brutal. Tuvo incluso una repercusión emocional en los jóvenes a la hora de implicarse en la actividad política», añade Fernández.
Olaizola también tiene claros los objetivos de su detención: «nos detienen en ese contexto de venganza total. En la izquierda abertzale empieza el debate y nos liberan justo cuando se decide el cambio de estrategia política. Ahora, diez años después recobramos la libertad en otra fase de intentar ahondar en el cambio de estrategia», sostiene.
Llegados a este punto, aplauden la activación de la sociedad civil producida estos últimos años y abogan por seguir trabajando en esta línea. «Se plantea un nuevo escenario en Euskal Herria y parece que las cosas o cambian rápido o no se está haciendo nada. Creo que tenemos que intentar vencer esa perspectiva cortoplacista», comenta Lorente.
Olaizola incide en la actitud de bloqueo de los estados, principalmente el español, y también se muestra crítico con la falta de voluntad del PNV por propiciar cambios. Respecto a Madrid afirma que «posiblemente nos hemos quedado cortos al calibrar su deseo de venganza. Con el tema de los presos está claro cómo están jugando con la vida. Están dejando morir a la gente en las cárceles y nos va a costar más de lo que esperábamos. Pero se han puesto en marcha nuevas dinámicas para acelerar todo esto», destaca Olaizola.
Dentro de las cuestiones pendientes en torno a las consecuencias del conflicto, hacen hincapié en la necesidad de abordar la cuestión de los presos. «Creo que se habla mucho de ellos y no se les escucha tanto. Hay mucho debate de cómo hacer las cosas, qué pasos tienen que dar... Pedimos unidad en el colectivo y junto a la izquierda abertzale y para eso es imprescindible que fuera también el apoyo sea unánime. Si el objetivo es que todos vuelvan a casa, tenemos que ir a una», afirma Fernández.
La entrevista termina como empezó, con el agradecimiento a todas las personas que se implicaron con su causa y con otras tantas en este país. Y abogan por seguir con el «trabajo de hormiga: «Ni las consecuencias del conficto ni el proceso de liberación de Euskal Herria se van a solucionar en despachos ni en instituciones a no ser que haya una presión popular».