Soledad GALIANA

LA REUNIFICACIÓN DE IRLANDA, EN LA AGENDA DE LA UE TRAS EL BREXIT

El negociador comunitario para el Brexit, Michel Barnier, prometió el pleno apoyo de Bruselas a Irlanda durante el proceso de Brexit en un discurso ante las dos cámaras del Parlamento irlandés, el Dáil y Seanad, un honor reservado hasta ahora a jefes de Estado.

Hoy, frente a las dos Cámaras, quiero tranquilizar al pueblo irlandés, en esta negociación el interés de Irlanda será el interés de la Unión», afirmó Michel Barnier, jefe negociador de la Unión Europea (UE) para el Brexit, durante su visita oficial el jueves a Dublín, en la víspera de la reunión del Grupo de los Populares Europeos, y aseguró que Irlanda y la UE actuarán juntas y que una UE unida apoyará los intereses de Irlanda.

Es evidente que debido a sus lazos históricos y geográficos y a la aún presente frontera que divide Irlanda (se transformaría en la única frontera terrestre entre Gran Bretaña y la UE), así como a los fuertes vínculos económicos, el impacto del Brexit sobre Irlanda adquiere dimensiones especiales. De hecho, la caída de la libra esterlina ya ha afectado negativamente a Irlanda, sobre todo a las exportaciones agroalimentarias. Pero por encima de cualquier impacto económico, preocupa el efecto que la salida británica pudiera tener en esa frontera que desapareció con el proceso de paz.

Desde el anuncio del resultado del referéndum que en junio del 2016 anunció el principio del fin de la membrecía del Reino Unido en la UE, el Gobierno británico se apresuró a afirmar que no planean restablecer la frontera aduanera que existió en Irlanda hasta la firma del Acuerdo de Viernes Santo, el 10 de abril de 1998.

Sin embargo, casi veinte años después de la ratificación del documento que cerró el conflicto en Irlanda, Barnier ha apuntado que, aunque se compromete a trabajar por una frontera «blanda» en Irlanda, el Brexit tendrá sus consecuencias, y que incluso una frontera así incluirá controles aduaneros para proteger el mercado único, la seguridad alimentaria y las normas de la UE.

Hace dos semanas, Barnier ya incluyó entre las tres prioridades de la negociación con Londres la frontera en Irlanda, junto con la negociación financiera y los derechos de los ciudadanos europeos. Y el compromiso de la UE de aceptar la integración del norte de Irlanda en la Unión como parte de una Irlanda reunificada, apunta a cuál podría ser la solución preferida por los socios europeos para acomodar los deseos de los votantes norirlandeses, que mayoritariamente se opusieron al Brexit al que se ven arrastrados por el voto galés e inglés.

Un debate reabierto el 2 de marzo

El compromiso de la UE de aceptar una Irlanda unida refuerza un debate que se abrió recientemente con los resultados de las elecciones norirlandesas del 2 de marzo, que dejaron al unionismo sin su mayoría en la Asamblea de Belfast y a Sinn Féin a un solo escaño del unionista DUP. Tras los comicios, los conservadores irlandeses Fianna Fail y Fine Gael anunciaron su intención de defender una política y agenda por una Irlanda Unida, siguiendo la estela de Sinn Féin.

El documento presentado por la UE se basa en dos premisas: el Acuerdo de Downing Street, que permite el derecho de autodeterminación de los norirlandeses, y el hecho de que no sería la primera experiencia similar en la UE, que favoreció y apoyo económicamente la reunificación alemana en 1990.

Pero pese a la iniciativa europea, tanto Fianna Fail como Fine Gael no parecen demasiado interesados en que sus proyectos de unidad de Irlanda progresen más allá del papel, ya que el primer ministro irlandés, Enda Kenny (FG), advirtió de que la declaración de la UE no augura «la activación de ningún mecanismo; he sido coherente con mi opinión de que las condiciones para un referéndum no existen actualmente».

Por su parte, el Gobierno británico de la conservadora Theresa May no parece excesivamente preocupado por el futuro del norte de Irlanda y, de hecho, medios y analistas apuntan al desinterés total de la primera ministra y su gabinete por el futuro del Ejecutivo de Belfast.

Antes de la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, que oficialmente dio inició al Brexit, May viajó a Escocia y a Gales, pero no se preocupó de viajar a Belfast para presentar su plan de negociación. La convocatoria de elecciones en plena crisis política en el norte de Irlanda se ha considerado una clara muestra de que a May no le preocupa la estabilidad del proceso de paz.

David Davis, secretario de Estado británico para el Brexit, reconoció finalmente que «Irlanda del Norte volvería a unirse a la UE en caso de una votación por la unidad irlandesa». No fue tanto esta afirmación, como el tono en el que se realizó, lo que hizo saltar las alarmas del unionismo, que teme haber alcanzado su techo electoral en el norte de Irlanda y comienza a sentirse redundante en el Parlamento de Londres, donde sus escaños no tienen importancia para el Gobierno de mayoría conservadora.

Así las cosas, cuando los votantes acudan a las urnas el próximo 8 de junio para decidir la composición del Parlamento de Westminster y el nuevo balance de fuerzas políticas en Londres, decidirán, además, no solo sobre el futuro Brexit, sino también sobre el futuro del norte de Irlanda.