Dabid LAZKANOITURBURU

3J en el Puente de Londres, ¿11M electoral para May?

Visiblemente nerviosa al ver cómo se reducía a pasos agigantados su ventaja de hasta 20 puntos en los sondeos respecto a los laboristas liderados por Jeremy Corbyn hasta augurar un empate técnico, la primera ministra británica, Theresa May, reaccionó a los ataques del 3 de junio (3J) en el Puente de Londres y en la zona de ocio de Borough Market prometiendo el final de la «tolerancia con el extremismo».

Que la que ha ejercido de ministra de Interior desde 2010 hasta que tras el Brexit sucedió a Cameron en el número 10 de Downing Street enarbole ahora una suerte de «¡Basta Ya!» a escasas horas de las elecciones resulta como mínimo un ejercicio de hipocresía, como bien se encargó de recordar ayer Steve Hilton, asesor en su día del ex primer ministro y que no dudó en exigir la dimisión de May por sus «fallos en materia antiterrorista».

Es evidente, a la luz de lo que se está filtrando sobre los autores y las circunstancias de los ataques, que eran difícilmente previsibles y evitables. En este, como en la inmensa mayoría de los atentados de la campaña europea del ISIS, se unen la nula pero a la vez macabra sofisticación de los instrumentos empleados (una furgoneta, unos cuchillos y cinturones «explosivos» falsos) junto con la determinación suicida de los atacantes.

Pero ello no exime a la primera ministra, que no ha dudado en intentar instrumentalizar de forma espúrea el miedo y la rabia de la ciudadanía para apuntalar la cada vez más exigua ventaja que le auguraban las encuestas.

Como quedó en evidencia tras los atentados del 11M en Madrid, más que los atentados es la gestión informativa y política de estos lo que puede resultar electoralmente decisivo. Es cierto que May no ha mentido descaradamente, tal y como hicieron Acebes y el Gobierno Aznar. Pero incapaz quizás de anunciar una incómoda verdad –la de que Gran Bretaña y el conjunto de Europa deben ir asumiendo que estos ataques persistirán y aumentarán en un futuro próximo– la primera ministra ha hecho una apuesta arriesgada al apelar a una agenda segurócrata que le apela a ella directamente.

El fin de semana sabremos si la peligrosa jugada le ha salido bien y finalmente las encuestas, como ocurrió en 2015, se equivocan y las legislativas vuelven a dar la mayoría absoluta a los tories o si, como le pasó a Cameron cuando convocó el referéndum sobre el Brexit, los resultados certifican que May cometió el último y mayor error de su vida política al adelantar los comicios.