Txisko FERNÁNDEZ
DONOSTIA

Tras el hundimiento del Popular, la banca española busca estabilidad

¿Se gana o se pierde estabilidad cuando la ciudadanía asiste perpleja al hundimiento de un banco, aunque en este caso parezca una operación «controlada» por las instituciones de la UE? Hace apenas un año, ni los accionistas ni quienes tenían sus ahorros depositados en el Popular pensaban que su fin estaba tan cerca. Ahora, surgen las dudas.

«Estabilidad». Ese término sobresalió ayer en las valoraciones que hicieron la presidenta del Santander, Ana Botín, y otros destacados representantes de la banca privada y del Gobierno español al comentar la inusitada operación. Más que un deseo, se trata de una necesidad imperiosa para la banca española, que –al igual que ocurre con la italiana o, incluso, la alemana– no deja de dar señales de que realmente algo no funciona en el actual modelo, de que la salida de la crisis financiera no va a ser tan fácil como el Ejecutivo de Mariano Rajoy y las autoridades de la UE quieren pintarla.

Limitándonos a los hechos: el Santander compró ayer el 100% del Popular por un euro, una vez que, en la jornada del martes, el Banco Central Europeo constatara la inviabilidad de la segunda entidad y ayer mismo la Comisión Europea aprobara su compra por la primera «en aras a garantizar la seguridad de los depositantes del Popular».

De esta forma, el Popular se ha convertido en el primer banco “intervenido” y “liquidado” por la Unión Europea y esta ha sido la primera operación que se realiza bajo las normas de «resolución» de entidades bancarias de la UE, que se aprobaron tras la crisis financiera de 2008 con el objetivo de evitar los rescates con dinero público.

Hasta ahora estas normas no se estaban cumpliendo estrictamente o, utilizando diferentes subterfugios, se estaban incumpliendo abiertamente. Este es el incuestionable caso de la Banca Monte dei Paschi di Siena, ya que, hace apenas unos días, el 1 de junio, la Comisión Europea y el Gobierno italiano llegaron a un acuerdo para que sea rescatado con una inyección de dinero público a condición de que el BCE certifique su viabilidad. En diciembre pasado, el propio BCE calculó que el Monte dei Paschi necesita una capitalización de 8.800 millones de euros.

Un euro y millones de pérdidas

Para los actuales accionistas y tenedores de deuda del Popular el futuro pinta muy negro, ya que perderán todo lo invertido. En cambio, los titulares de cuentas y de depósitos no sufrirán deterioro alguno, sea cual sea el importe de sus ahorros.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) publicó una nota confirmando que todos los accionistas del Popular, así como todos los titulares de bonos contingentes convertibles y de bonos subordinados, han perdido totalmente su inversión. No obstante, accionistas y bonistas podrán acudir a los tribunales, una eventualidad que ya ha tenido en cuenta el Santander, que podría destinar parte de su ampliación de capital de 7.000 millones de euros a cubrirse contra estas posibles contingencias, tal como explicaba ayer la agencia Efe. A cierre de marzo, el Popular contaba con 305.152 accionistas y acumulaba apenas 1.335 millones de euros en capitalización.

La asociación de consumidores Adicae hizo las cuentas de otra manera al subrayar que el Santander se ha quedado con el Popular por un euro «a costa de los ahorros de decenas de miles de pequeños accionistas y titulares de deuda subordinada».

 

Notable suspenso para la supervisión bancaria en la UE

«La Junta Única de Resolución (JUR) europea y el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) han decidido que la venta era de interés público porque protegía a todos los depositantes del Banco Popular y garantizaba la estabilidad financiera». Eso es lo que afirmó ayer la propia JUR en un comunicado.

Pero, tras el estallido de la crisis financiera en 2007-2008, afirmaciones tan categóricas en boca de las instituciones comunitarias suelen quedarse en agua de borrajas. Si no, sería difícil entender cómo el Banco Popular había ido superando hasta ahora las «pruebas de esfuerzo».

En el test del año 2011, la nota del capital del Popular logró un 7,4% cuando el objetivo exigido era del 5%. Un año después saltó la primera alarma, puesto que el banco español no tenía cubiertas las necesidades de capital previstas para «un escenario estresado», pero solo dejó un borrón en su historial al acordar una ampliación de capital por 2.500 millones. En 2014 superó el AQR –calificado de «examen exhaustivo» por el Banco Central Europeo– y en el test de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) de 2016 logró un 6,6% cuando se exigía una nota del 5,5%.

Con esos precedentes no extraña que, hace unos días, Aristóbulo de Juan, ex director general del Banco de España, afirmara esto: «La tolerancia del supervisor con un banco que empeora año a año es suicida». T.F.