Posverdad, relato, intereses de clase y escasa credibilidad
Siendo un acto protocolario, la inauguración oficial de los Cursos de Verano de la UPV-EHU resultó más interesante de lo habitual. El director de ‘El País’, Antonio Caño, era el ponente propuesto por la Fundación BBVA, y visto su discurso, bien podría ser ideólogo de una revolución conservadora.
Por ejemplo, por qué no, la vasca. Porque, más allá de ciertos lugares comunes sobre el impacto de las nuevas tecnologías y la autocrítica que debe hacer el periodismo, Caño se mostró ciertamente retrógrado y nostálgico, a la vez que beligerante y obsesivo con todo lo que suponga un cuestionamiento del establishment.
Precisamente el lehendakari Iñigo Urkullu fue el encargado de cerrar el acto de Miramar y, pese a ser breve, resultó revelador. Por ejemplo, mencionó el encuentro con Puigdemont del día anterior, subrayando que al principio democrático se le ha de sumar el de la legalidad. Defendió que su acción de gobierno se guía por «dos principios: uno ético y otro el del consenso». Mirando a las «profundas reformas» que requiere el Estado español y en la definición del nuevo estatus de autogobierno, consideró que la búsqueda de ese consenso implicará «renuncias en el ideario individual». Ayer no lo hizo, pero deberá aclarar cuáles, si renuncias éticas, democráticas u otras.
Como no podría ser de otra manera, agradeció la visita del director de “El País”, con quien ha tenido bastante relación, según confesó ayer, y al que considera «un gran conocedor de la realidad vasca y, especialmente, del proceso de paz». Es cierto que últimamente el rotativo madrileño ha acertado más sobre el devenir de la política vasca... que sobre la española.
Relato gana a relato
No obstante, el tema de la ponencia de ayer era la posverdad, según Caño «la mayor amenaza para la democracia», algo «peor que la mentira» que al menos puede descubrirse, un peligroso estadio de «prefascismo».
Denunció que «se intenta sustituir al periodismo por el relato», que «lo emocional lo justifica todo» y que la demagogia vence a los hechos, en una «plaga» que desgasta las instituciones. Paradójicamente, habló contra el falso catastrofismo y dijo que «las cosas están mejor en casi todo el planeta».
En busca de contexto recurrió al Brexit y a Trump, para pasar seguidamente a asociarlos con Podemos. No mencionó sin embargo al «nuevo PSOE» de Pedro Sánchez, con el que “El País” ha sido particularmente feroz.
Caño no cree en el periodismo con adjetivos como comprometido o ciudadano, pero sí utilizó otros como bueno o independiente. Sus alegatos sobre el oficio, sobre el control del poder, palidecieron al saberse que su ponencia de apertura era a propuesta de la Fundación BBVA. Muchos de sus argumentos destilaron un clasismo obsceno.
En la parte académica, la directora de UIK, Carmen Agoues, y la rectora de la UPV-EHU, Nekane Balluerka, destacaron el valor de estos encuentros para el debate público y para la relación entre la academia y la sociedad, destacando la gran cantidad de cursos que atienden a retos que tiene Euskal Herria.