El doctor Chaterrji subraya que durante los últimos veinticinco años, nuestra sociedad ha sufrido una notable evolución en lo que a las enfermedades respecta, especialmente las personas mayores de sesenta años. Antiguamente, a partir de determinada edad, la causa principal de mortalidad se debía a enfermedades contagiosas. Eso ha cambiado, «si hacemos una visión a futuro para los próximos cincuenta años, se prevé que las enfermedades que afectarán a estas personas, serán las cardiovasculares», aclara. Ante esta situación, Chatterji resalta la importancia de diseñar objetivos de desarrollo sostenible que consistan en el tratamiento de enfermedades no contagiosas, con el propósito de reducir la mortalidad en un 25% en los próximos diez años. «Hay simulaciones ya realizadas, que demuestran que este objetivo es alcanzable, si se invierte el dinero suficiente para poner en marcha las estrategias diseñadas. Podemos dar respuesta a estos problemas de salud, pero requiere una planificación de antemano para prever lo que va a ocurrir».
Según la investigación realizada por la OMS sobre la Salud General en el Mundo, un proyecto que inició su andadura hace cincuenta años, en los países de ingresos medios y bajos se daba el mismo problema que en los países de ingresos altos. Por ello, se decidió realizar una nueva investigación hace siete años para analizar «el envejecimiento global». En él, participaron 45.000 personas en seis países de ingresos medios y bajos, y la población muestra se dirigía a personas mayores de cincuenta años. Tal y como Chatterji apunta, «estos seis países están evolucionando muy rápidamente, pero a su vez, están envejeciendo muy rápido también. Pensamos que el estado de salud de una persona viviendo en uno de esos países podría mostrarnos hacia dónde apunta la tendencia del resto de países del mundo».
Para llevar a cabo el proyecto, la OMS elaboró una encuesta dirigida al público objetivo de esos seis países que analizó la vivienda, la educación, el nivel de ingresos, trabajo, enfermedades crónicas, intervenciones realizadas, expediente médico etc. La conclusión final fue que «la salud no sólo tiene un valor exclusivo para la salud, sino que afecta a todo el bienestar de la persona». Según el estudio, a partir de los setenta años se empieza a ver los efectos del envejecimiento como la dificultad de realizar actividades básicas y diarias. «Antes de que ocurra esto, es importante mirar todas las áreas de funcionamiento del organismo, de forma que se pueda tomar medidas antes». Además, nuestro sistema de salud, en vez de ocuparse de intentar eliminar todas las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, se basa exclusivamente en el mantenimiento, según detalla el doctor. «No pensamos si el nivel de salud de una persona mayor se pueda mejorar, sino que creemos que lo que hay que hacer es mantener y acompañar cuando empeora».
La edad es un factor claro en el declive de los organismos, y también lo es el sexo. En todos los países las mujeres tienen peor salud que los hombres, «y esto nos lleva a detectar retos muy interesantes, porque las mujeres, a pesar de tener una peor calidad de vida, viven más que los hombres». Desde el punto de vista del envejecimiento, este fenómeno va a seguir produciendo una feminización poblacional, aunque Chatterji recuerda que «por desgracia, los años extra que viven las mujeres sólo la viven quienes tienen buena salud». Por otro lado, los hombres blancos tienen una esperanza de vida, que poco a poco, está siendo reducida por el tiempo. Otra de los factores analizados, es que «no todos envejecemos igual, hay diferentes formas de envejecer, incluso dentro de cada país».
También se realizó un nuevo estudio para analizar cómo afecta la fragilidad en diversos países a lo largo de la vida, y la conclusión final que Chatterji señala, es que «hay diferencias entre cómo afecta a los hombres y mujeres, cuanto mayor eres, más probabilidad de ser frágil, y si se padece una enfermedad crónica, aumenta la fragilidad. A lo largo de la vida, no sólo afecta a la función física, sino también a la cognitiva».
Uno de los retos más importantes que se deben abordar, según el representante de la OMS, sería abordar de verdad el efecto cohorte, estudio en el que se hace una comparación de la frecuencia de enfermedad entre dos poblaciones, una de las cuales está expuesta a un determinado factor de riesgo al que no está expuesta la otra. «Las cohortes avanzan y no mejoran, pero hay indicios que sugieren que la cohorte actual no está envejeciendo peor que la cohorte anterior».
Según el estudio de la OMS, el ejercicio físico es bastante menor de la que se recomienda. La actividad física relacionada con el trabajo es mayor en los países de ingresos bajos. El consumo del tabaco sigue persistiendo en las edades avanzas.
Los riesgos de una epidemia de envejecimiento, es más alto que hace quince años, aunque el nivel de salud mejore.
«Entre un 23 y 45% de la población estudiada con hipertensión sabe que tiene hipertensión, y no hace gran cosa, ya que sólo el 15% de esas personas son tratadas. Esto es un problema muy grave», según Chatterji. Además, «no se suele tener únicamente una enfermedad crónica, sino que lo habitual es tener varias». Nuestro sistema de salud está diseñado para atacar problemas del pasado, «no está preparado para solucionar problemas con múltiples enfermedades. La única solución para tratar estas enfermedades es visitando a cada especialista de cada enfermedad».
Ante esta situación, la OMS ha decidido lanzar el Informe Mundial de Envejecimiento y Salud, con el propósito de animar a los países a invertir en el envejecimiento y la salud de las personas mayores en todos los países. «Para ello, es fundamental mirar todos los factores, para ver qué tenemos que cambiar ahora, que el envejecimiento en el futuro sea mejor, y para que las personas mayores también puedan implicarse en la sociedad».