La getariarra Nerea Kamio cursó los estudios de Turismo y realizó posteriormente en Barcelona un máster en Innovación de Gestión Turística. Marina Abad es doctora y profesora encargada en la Universidad de Deusto en Donostia, donde ejerce la docencia en el grado de Turismo y ha trabajado en numerosos proyectos de investigación. Nos citamos con ambas para recoger su punto de vista sobre el flujo de visitantes y el escenario que se ha dibujado en los últimos años. También, como no, del futuro más inminente y de las claves para una gestión inteligente.
En primer lugar, mencionar que el turismo no es algo que solo ha crecido en nuestro entorno más próximo, aunque nos percatemos cuando nos toca de cerca. «Está ocurriendo a nivel mundial. Si se quiere una democratización del mismo, es lo que tiene. Bien es cierto que en Euskadi se han dado una serie de circunstancias en temas de seguridad que han favorecido más ese crecimiento», afirma Abad.
Kamio cita como uno de los puntos de inflexión el cese de la lucha armada por parte de ETA en 2011. «Aquello supuso que mucha gente haya venido por primera vez a Euskal Herria». Ambas coinciden en señalar más factores, como la situación de Túnez y otros lugares en conflicto que hacen mover los flujos. «No es tan sencillo, las tendencias no responden a un único factor, no ocurre por que sí, ni son modas. Son factores a los que no somos ajenos, y no se puede predecir que pueda pasar algo que vaya modificando esos movimientos», añade Abad.
Al caso de la capital guipuzcoana se le suma, según Kamio, la fama derivada de su paisaje. «Algunos destinos tienen que empezar de cero con su promoción y planes, pero Donostia tiene un plus, y ese es su entorno. La Concha es lo más visitado, algo que no se encuentra en ninguna otra parte. La gastronomía la hallarás mejor o peor, pero ese paisaje es único». Cita también el ingente trabajo que se ha hecho para traer a gente.
Es un tema que es actualidad, pero Abad considera que se podría debatir qué es noticia y qué no. Es un sector con sus virtudes y sus defectos, con sus riesgos y oportunidades, como cualquier otro. «¿Qué ocurre? Que se han empezado a dar algunas negativas que a los residentes les toca más. Al afectar directamente es cuando salta el debate», opina la docente. Kamio cita el año 2014 como el año en que se superó «una barrera» emocional o de sensaciones.
Oportunidades y riesgos
Abad cita la interculturalidad como parte positiva del turismo, pero ojo, porque advierte que «cuando se cruzan determinados límites ocurre la pérdida de identidad». Kamio muestra su preocupación por la erosión de los idiomas. «Es difícil que dos lenguas oficiales convivan –declara–, y en este contexto se refuerza el castellano, el francés y el inglés en detrimento del euskera».
Ocurre otro tanto con los beneficios económicos. En Gipuzkoa esta actividad tiene en el PIB un impacto superior al 7%. Luego es evidente que ofrece muchas oportunidades y los ingresos son considerables, pero se corre el riesgo de un crecimiento en los precios de servicios, bienes de consumo… Si el aumento de visitantes guarda relación con la subida de los alquileres, Abad cree que «es un factor más», pero no el único. Además, recuerda que el acceso a la vivienda en esta ciudad no es un problema de hace tres años, ni algo que haya surgido como consecuencia del turismo. En este sentido, recuerda que es posible fomentar planes que favorezcan el acceso a un hogar.
Es la pérdida en la calidad de vida lo que despierta la reacción del ciudadano. Al respecto, recuerdan esta máxima: «Siempre se ha dicho que la mejor ciudad para hacer turismo es la mejor ciudad para el residente. Cuando un destino es bueno es porque se trata de un lugar óptimo en el que vivir». Que los lugares propios «se conviertan en escenarios» que dejan de ser para el residente, «sino exclusivos para el turista. Ahí está el riesgo», apunta.
Kamio comparte ese punto de vista, y añade que esa despersonalización ni si quiera les conviene a los agentes del sector, ni al propio viajero. «Es contraproducente. Si quien nos visita comprueba que no hay vida local, y que el centro o ciertas zonas se parecen a otros muchos lugares que ya ha visitado, esa persona no va a volver&bs;, y tampoco lo va a recomendar».
Sin embargo, la percepción de la realidad varía según la relación que se guarde con el sector: no es lo mismo la opinión de una persona ligada directamente a él o alguien que solo «sufre» sus impactos negativos. Por ello, cuando se hace un estudio, según explica la docente, «uno de los filtros que se tiene en cuenta es cómo le afecta directamente a esa persona».
Destinos inteligentes
El reto es la «coordinación», en opinión de Abad. «No afirmar que todo es beneficio, sino maximizar la parte positiva y hacer que esa parte negativa sea la mínima. Necesitamos personas que conozcan muy bien el sector, la realidad que nos rodea pero que tengan una visión general porque el turismo es una industria que suma muchas industrias, muy transversal». Defensora de alianzas publico-privadas, cree que el tamaño del territorio facilita el trabajo.
Habla de «destinos inteligentes». «No es que esté lleno de tecnología, sino que esté dotado de herramientas para una toma de decisiones inteligentes. Conocer muy bien la realidad, tener observatorios y contar con datos, que no se actúe por intuiciones» y trabajar «por conocer la percepción del residente».
Le pedimos que haga una fotografía de Donostia. Ve la situación de forma positiva, y cree que «se está trabajando bien. Lo importante es que nadie está mirando para otro lado». Reconoce la labor de ciertas instituciones, como San Sebastián Turismo, y los diferentes planes. Cita el que está en el horno. «Tratará de dar respuesta a la realidad de ahora, porque está claro que el escenario es otro y trae otros desafíos, como la creación de nuevos hoteles, la implantación o no de la tasa turística, los pisos de alquiler… se está abordando poco a poco», dice, aunque reconoce que «muchas veces la realidad va por delante de las medidas» que se adoptan.
Respecto a los próximos años, agrega que los flujos siguen creciendo. Lo que tiene claro es que «no podemos seguir haciendo noticias de ‘récord este verano’, que por otro lado parece que es lo que nos gusta. Igual hay un momento en el que habrá que mantener no tanto la cantidad, sino la calidad de la demanda. Es el momento de definir en qué cifras estamos cómodos. Más no significa mejor, en ningún caso. De hecho, más puede ser peor. No se trata de crecer, sino de atender estándares de calidad». Y, aunque no siempre se puede elegir la demanda, hay decisiones que ayudan a canalizarla. Lo ideal es anticiparnos, ver qué modelo queremos y trabajar en esa línea».
DECLARACIONES
«Soy partidaria de la tasa turística, pero no es fácil: los excursionistas, que son miles, no se registran»
NEREA KAMIO
Master en Innovación de Gestión Turística
«Lo de Barcelona no está pasando porque sí. Se apostó por vuelos low cost y turismo de crucero»
MARINA ABAD
Docente en la Universidad de Deusto
«Genera ingresos y puestos de trabajo pero, ¿qué tipo de empleo?, ¿Y dónde y cómo revierten los impuestos?»
NEREA KAMIO
Master en Innovación de Gestión Turística
«Estar solo en un bar tampoco gusta. La cuestión es cuánta gente hay y cómo me hace sentir eso»
MARINA ABAD
Docente en la Universidad de Deusto
Responsable a nivel económico, social y medioambiental
Cuando un tema ocupa la actualidad y se vuelve recurrente, empiezan a escucharse términos hasta entonces desconocidos, nuevos conceptos que se introducen con naturalidad. «Turismo sostenible» es uno de ellos, ¿de qué se trata?, ¿existe?
Según opina Marina Abad, es un término que deberíamos dejar de utilizar «porque no podemos entender otro tipo de turismo que no sea el sostenible». En cualquier caso, añade que se trata de «un modelo de desarrollo que garantiza un turismo de calidad a largo plazo y a todos los niveles: el económico, el social y el medioambiental. «Más que de ‘turismo sostenible’ se habla de ‘turismo responsable’, y eso necesita de un consumidor responsable, pero al igual que ocurre en el mundo textil y de la ropa; se trata de comprar en determinados lugares» de forma coherente y consecuente con esa sostenibilidad.
También se habla de «gentrificación». Ocurre cuando las personas locales acaban abandonando su lugar de residencia por determinadas razones. «Puede ser porque en un momento dado se vuelva tan caro que no pueda seguir viviendo ahí. Se deslocaliza el lugar y va perdiendo su identidad», explica la docente de la Universidad de Deusto. Trasladándolo al turismo, ocurre, por ejemplo, cuando proliferan los pisos turísticos. Eso genera tal presión en los inmuebles y en los barrios que los residentes se acaban marchando. Cita el caso extremo de los venecianos; apenas queda ningún oriundo en la ciudad de los canales.
Respecto a la preocupación que ha despertado en parte de la ciudadanía los apartamentos para este fin, Abad cree que sí hay herramientas y legislación para poner coto. «Luego habría que comprobar cómo se están haciendo esos alquileres. De hecho, no está demostrado que el alquiler vacacional sea más rentable que el residencial, siempre que esté regulado», afirma.
«Si yo voy a una plataforma como Airbnb, tendré que ver dónde se está quedando esa riqueza, esa intermediación a dónde va –dice–. Se trata de generar ecosistemas turísticos sostenibles, y el ecosistema es inherente al territorio, con lo cual los beneficios deben quedar en él». Haciendo alusión a los múltiples estudios que se han hecho, «se ve que en realidad el interés es puramente económico, un tema de precio, y que un modelo de lo que se viene llamado ‘economía colaborativa’ se convierte en un modelo ‘low cost’, que no es lo mismo. Lo otro sí es empoderar al local y distribuir la generación de riqueza». O.L.