Segunda jornada de convivencia en la Catalunya duplicada, donde los abonados a la autonomía suspendida ocuparon las calles de Barcelona para reclamar la unidad del Estado español –fueron menos que el 8 de octubre– y donde los afectos a la República independiente gozaron de un domingo tranquilo. Ya se empezarán a decantar hoy las cosas. Ayer, plácida jornada otoñal en Barcelona; esmorzar, vermut, pollastre a l'ast y conversaciones escuchadas al vuelo en torno a una ración de seitons. «Joder, ya sé que no ha sido la mejor manera de hacer la DUI, eso lo sabe cualquiera, pero no nos han dejado otra opción». «Vamos a ver, que yo no pude aprender catalán por las circunstancias, pero que yo quiero que mis nietos aprendan catalán en la escuela». No falta gente con ganas de convertir esto en un infierno crispado e irrespirable ayer vimos a unos cuantos en la manifestación unionista–, pero el apego catalán a la tozuda rutina cívica se impone. No hay fractura social digna de tal nombre.
La manifestación de Societat Civil Catalana, contada por Martxelo Díaz en las próximas páginas, es un buen recordatorio de que sectores minoritarios pero nada despreciables de esta Catalunya duplicada se sienten más cómodos en la autonomía suspendida que en la República independiente. Factor a tener en cuenta a la hora de pensar los próximos pasos por parte de un Govern y un Parlament que hoy tendrán que decidir si la resistencia al 155 pasa también por seguir ejerciendo sus funciones pese a las suspensión de Madrid. El conseller –o ministro– de Territorio, Josep Rull, presidió ayer un acto simbólico, pero de momento, ni la web del Govern ni la del Parlament recogen convocatorias oficiales de ningún tipo para esta semana.
El debate principal se sitúa ahora entorno al 21D, una nueva fecha en el imaginario catalán. 21 de diciembre, el día en que Moncloa quiere convocar elecciones en la autonomía intervenida. Rajoy poniendo urnas; el unionismo en el terreno discursivo del independentismo. La República soberana tiene una decisión crucial que tomar. A su manera, siempre deficitaria –y acompañada del 155–, Rajoy ha planteado un reto político en forma de elecciones, dejando una patata caliente en manos de los dirigentes de la República recién nacida. Dependiendo de cuál sea su respuesta, la patata caliente puede quedar en manos de Rajoy.
La lógica más primaria dice que, en la Catalunya duplicada, la República independiente no puede admitir unas elecciones impuestas en la autonomía suspendida. Claro que la coherencia también dictaba que, nada más proclamado el nuevo Estado, el gobierno independiente tomase medidas efectivas para tratar de implementar la República. Y aquí desde el viernes no se ha movido nada. Estrategia coherente y estrategia ganadora no siempre son sinónimos. El líder del PSC, Miquel Iceta, disfrutaría viendo a la República aceptando los comicios de la autonomía suspendida, pero él mismo sirve de ejemplo: hace solo 10 meses de su inolvidable y exaltado «Pedro (Sánchez), líbranos de Rajoy y del PP, por dios», y ayer lo vimos haciéndose selfies con toda la cúpula catalana del Partido Popular y manfiestándose junto a varios grupos fascistas.
Ayer el vicepresidente, Oriol Junqueras, ya empezó a preparar a sus bases para el giro en un artículo en el “El Punt-Avui”: «Quizá habrá momentos de incertidumbre, de dudas o de contradicciones entre aquello que queremos y el camino que escogemos». «Los próximos días tendremos que tomar decisiones y no siempre serán fáciles de entender», añadió en un artículo que apenas hay que leer entrelíneas para descifrar: «No tenemos ninguna otra opción que seguir adelante, que acumular fuerzas, que seguir cargándonos de razones, de compartir anhelos y alegrías, fracasos y esperanzas, de saber encajar los golpes para volver a alzarnos, sin renunciar nunca a las urnas para validar la República».
Desde la CUP también se apunta a la «complejidad» del momento y nadie se cierra en banda a la convocatoria de elecciones. En las jornadas internacionalistas que celebró ayer en Sabadell, la portavoz del secretariado nacional, Núria Gibert, remarcó el carácter «ilegítimo» de «cualquier mecanismo de imposición que salga del artículo 155». Pero añadió: «No queremos ser cerrados ni irresponsables, tendremos todos los escenarios encima de la mesa».
Una cosa es reconocer la autonomía suspendida y las medidas dictadas por la virreina, Soraya Sáenz de Santamaría, y otra cosa es que la República independiente acepte, en nombre del pragmatismo, una contienda electoral que, si se lograse celebrar limpiamente, podría convertirse en el referéndum que España trató de impedir el 1-O. ¿Se puede permitir Rajoy una victoria del independentismo el 21D? La República va a tener que decidir en las próximas dos semanas si acepta el órdago de Moncloa. Y después, ganarlo. Pero todo es posible. Ayer el Girona, con un presupuesto de 4,6 millones de euros y con Puigdemont en el palco presidencial, remontó y ganó al Real Madrid. 471,5 millones de presupuesto y equipo del Reino de España por antonomasia.
Los apuntes del día
¿Asilo en Bélgica?
Ayer el ministro belga de Migración y Asilo provocó un fenomenal enredo diplomático al reconocer la posibilidad de conceder asilo a Puigdemont. No es del todo descartable. Una frase de la declaración del president el sábado pasó desapercibida: «Tenemos que preservarnos de su represión».
Los Comuns, a las elecciones
Catalunya en Comú sería pieza clave en un hipotético boicot a las elecciones del 21D. No estarán por la labor. Ayer, la portavoz, Elisenda Alamany, anunció que se presentarán y, aunque negó legitimidad a Rajoy como autoridad en Catalunya, asumió que el Parlament está disuelto.