Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
INA MASON
VOZ DE THE WIZARDS

«Toca cuidarse y tomarse en serio el oficio de cantar en The Wizards»

Dentro del rock o del heavy metal pocas formaciones estatales convencen y emocionan de la forma que lo perpetran The Wizards. En directo voltea los corazones, socializa con sudor y tensión anímica lo mejor de un grupo de rock. Bajo el vinilo o el cedé permite convertir el placer en una reflexión de luz. «Full moon in Scorpio» es el segundo álbum para estos bizkaitarras que sienten la música en modo total.

Algunos grupos y músicos viven su vida musical en modo avión, como en los móviles; en The Wizards no es posible porque, al margen de algunas bandas en paralelo de sus miembros, desarrollan su experiencia en modo cohete.

The Wizards es un grupo de Bilbo, aunque entre trabajos y compromisos de vida ahora se repartan entre Bilbo, Zornotza, Castro, Barakaldo, donde además ensayan, locales de Manu “Porko Bravo”, y Algorta.

Con su primera demo, “Plagues” (2014), el quinteto ya muestra sus cualidades, solo tamizadas por un sonido un poco “lavado”, lógico para una maqueta de avanzadilla, muestra. Un año después la pócima herbórea les lleva hasta “The Wizards” (2015) y se hacen grandes. Pero aún más grandes y fuertes se muestran en “Full moon in Scorpio”, el álbum de 2017 que les retrata como uno de los grupos más atractivos del rock and roll europeo metalizado con raíces en los setenta y los ochenta. Además, The Wizards es un grupo muy equilibrado en todos los puestos de su alineación.

Destaca, si cabe, la voz de Ina Mason por estilo (auyeh), sentimiento y cualidades, más los solos de guitarra que se curra y retroalimenta Jorge, pero el brillo de ambos trabajos tiene una impagable base rítmica que no solo es bajo y batería (Eneko y David), sino el aporte de la rítmica de Felipe, músico desde el que parte la génesis de la banda.

Seleccionar canciones de este “Full moon in Scorpio” resulta inabarcable. Podríamos quedarnos con la intensidad de los casi ocho minutos de “Stardust”, gloriosa, pero cómo no situar en un pedestal “Leaving the past behind” si en los solos está Ross “The Boss” Friedman. “Avidya” es un himno intergeneracional. “Galliope” es una composición pegajosa y machacona, el cuello bascula, repleta de riffs. “Halftones to eternity” vuelve a golpear en el hígado, se pega a la piel, que hierve con el nervio de los riffs entrando a sesgar. “When we were gods” es el momento de aproximarse a una ácida balada camuflada de siete minutos de suspense. Duele su belleza y su intensidad. Qué manera de firmar un final.

La magnitud de The Wizards no es prudente achacarla a las colaboraciones y producción del disco, aunque incidan, porque si no las hubiesen tenido estamos convencidos de que no habrían bajado la esencia de su nivel; no obstante, en el presente reto cuentan con la ayuda en la producción y arreglos de Dean Rispler (ahora con The Dictators NYC y Kosmodemonic), más la suma como ingeniero de sonido del considerado Asier Zubelzu, de los estudios Gaua, donde se graba en un entorno de fraternales vibraciones. El disco se mezcla y masteriza en Nueva Jersey, un modo de redondear la apuesta y situar la obra entre lo mejor de los últimos años. Se ha publicado internacionalmente en vinilo, formato del que van ya cuatro colores, cada cual más especial y prácticamente agotados. Alemania les espera.

The Wizards posee un Bandcamp muy cuidado, abarrotado de detalles. Si hay dudas, ahí están las pruebas de cada palabra.

En cuanto a conciertos próximos y cercanos, el 4 de noviembre estará en Iparragirre de Gernika junto a Revolta Permanent; el 17 en la dinámica Burubio Kultur Elkartea de Amurrio, un espacio único para la zona, aquí con Revolta Permanent más Cobra, y el 24 una buena apuesta en Plaza Beltza Elkartea de Larrabasterra, solos.

Posee un timbre y unas cualidades vocales espléndidas, pero hay humo, tragos... y canciones exigentes.

Soy consciente de que es el instrumento más delicado. Con el paso de los años se va notando cierto desgaste y tengo que reeducarme a la hora de cantar, preparar grabaciones o tocar en directo. Sigo siendo un devoto del mambo, las drogas y el rockanroll, pero ahora soy plenamente consciente de mis limitaciones, así que toca empezar a cuidarse y tomarse en serio el oficio de cantar en The Wizards. Es la hora de empezar a ser más profesional, aunque siga siendo un sátiro.

Tiene gustos muy amplios, desde Danzing a... Black Sabbath y el folk británico, y varias experiencias en paralelo. ¿Cómo estructura todo esto?

Es una suerte para mí el haber tenido acceso, gracias a mi ama y a mi osaba, a una gran heterodoxia musical desde pequeño. Danzig es el cantante que más me ha influenciado seguramente, pero he construido mi manera de cantar mirándome tanto en Danzig como en Ian Ashbury, Jim Morrison o Dave Wyndorf. De Danzig me encanta todo: su voz, su personaje, sus excentricidades, etc. Pero soy consciente de que es tan solo un personaje que ha devorado al Glenn Anzalone de la vida real. Danzig es iconográfico no solo musicalmente, es el tótem de una estética poderosa y formidable además de un icono clave de la música underground desde los años ochenta. Me encanta toda la sicodelia folk inglesa de finales de los sesenta y principios de los setenta y toda esa profusión de influencias y referencias me sirve para, aunque parezca que estoy muy marcado por una influencia tan vertebral, incorporar a mi labor como cantante y letrista todo cuanto escucho y descubro.

El ocultismo y otras sombras son parte de la historia del rock, y le acompañan, aunque sea desde la afición por un género.

El ocultismo hoy en día es un caleidoscopio, una roca con múltiples caras e interpretaciones. No existe una faceta que lo relacione directamente con el satanismo o el espiritismo. Es verdad que sobre todo en la música mantiene una relación muy íntima con toda la cultura pop y kitsch del satanismo de los años sesenta. Una cultura plástica de excitación visual, colores negro y rojo, sangre y calaveras. Una parafernalia que apoyada en alguna síntesis ocultista dota a la música de un elemento visual atrayente, peligroso y muy muy seductor, pero nada más. Es un elemento teatral muy poderoso, y nosotros con The Wizards hemos querido, de alguna manera, devolver esa teatralidad y peligro al rock. Sabiendo que la etiqueta occult rock es ambigua, controvertida y “hype”. Nosotros, tomando como inicio una estética fascinante, hemos querido ir un paso más allá. El ocultismo, al que prefiero llamar hermetismo, es una filosofía oculta, una cadena de conservación a lo largo de los siglos de las sabidurías y tradiciones ancestrales (mitologías y prácticas mágicas) que han tenido que sobrevivir a los ataques de las principales religiones monoteístas. Toda esa mística está recogida en lo que podríamos llamar ocultismo, y para mí es una fuente constante de lecturas y aprendizaje para utilizar al escribir las letras.

En directo es como un maestro de ceremonias que se toma su papel con una interioridad extrema, pasional, alguien que en lugar de repartir hostias en una copa prefiere llenarlas de licor y dar de beber a sus acólitos.

Me parece un bonito juego, una manera de llevar a la gente hacia el nirvana y la comunión con... Con quién va a ser, con una excelente y peliculera banda de rock profesional dominada por ¿satanás? No, por la pasión, pero si quieres llámalo esoterismo, yo sigo escuchando programas de radio esotéricos, los pocos que quedan y desde hace muchos años. Y soy una persona seria.

A «The wizards» y «Full moon in Scorpio» les une mucho, pero este último es un esfuerzo general muy visible.

Queríamos dar un salto de calidad y poner en todas las dimensiones posibles lo que significa The Wizards para nosotros: composición, letras, conceptos, producción, artwork. Unidos y más fuertes que nunca, en lo que más hemos crecido es en el amor fraternal y sincero que nos tenemos. La experiencia de esta grabación y de este segundo disco nos ha servido para unirnos mucho más y para habernos fundido en un todo de amor, esfuerzo y trabajo que ha dado como resultado este “Full moon in Scorpio”, así que lejos de desanimarnos nos ha reafirmado en la fe de la amistad verdadera y el heavy rock.

Dean Rispler es un reputado músico y productor, ahora con The Dictators NYC, ¿qué hilo les une y sobre qué base les da el visto bueno?

Dean ha jugado un papel crucial en el desarrollo de este disco, no solo como productor, sino como amigo y hermano mayor. Le debemos mucho gracias a su trabajo sobrehumano, paciencia y buenos consejos. Se involucró desde el principio en el proceso de preproducción, grabación y masterización. Haber compartido todo ese tiempo con él y aprender de su experiencia ha sido un regalo para todos, y de ahí ha surgido una relación de amistad fabulosa, realmente amamos a este tipo, ¡es nuestro Martin Birch! Le conocimos gracias a nuestro mánager y general de la Wizards Army, Unai García, nos invitaron a tocar con Dictators en 2015 y de ahí surgió la posibilidad de trabajar juntos.