La Real ha firmado otro de sus lamentables fiascos coperos, como es norma casi habitual desde hace tres décadas. Los donostiarras podrían escribir un manual sobre diversas formas de caer eliminados ante rivales de categoría inferior. Siempre se les ocurre alguna nueva con la que disgustar a su afición.
Esta vez todo apuntaba a una eliminatoria plácida, frente a un rival de Segunda B como el Lleida. El 0-1 de la ida dejaba el pase encarrilado. A pesar de ese marcador y del horario, las 19.30 de un lluvioso y frío miércoles de noviembre, el club ha entendido que 25 euros la entrada más barata era lo más adecuado. Menos de 9.000 asientos han sido ocupados, una cifra paupérrima.
Eusebio ha dejado fuera de la convocatoria a algunos de sus titulares, pero sin citar a ningún jugador del filial. Nada de experimentos. Si algo no se le puede achacar al pucelano es exceso de confianza al confeccionar sus onces. Más bien al contrario, ya que por ejemplo le cuesta un horror dar descanso a un veterano como Xabi Prieto.
En la primera parte, su equipo ha dejado clara su superioridad, y la ha plasmado con los goles de Llorente y Juanmi. La eliminatoria parecía decidida, salvo debacle…
Y esta ha llegado. Los blanquiazules han considerado que el trabajo estaba finiquitado, mientras que el Lleida ha mantenido la fe. Antes del cuarto de hora Aitor, de tiro cruzado, y Manu Molina, de penalti, han igualado el choque. A los locales les ha entrado el tembleque, no sabían si ir a por el tercero o meterse en la cueva.
Los catalanes se lo han creído y, a falta de tres minutos para el 90, Radulovic ha cabeceado el 2-3 a la red de Toño. Otro mal partido en Anoeta, otros tres goles encajados y a la calle en Copa. Lo último ya no tiene remedio, los dos primeros problemas necesitan una solución urgente.