Dos semanas después de sufrir un grave accidente cuando volvía de la cárcel de Castelló I tras visitar a su hermana Marta, la hernaniarra Ana Igarriz relata a GARA cómo se encuentran su madre y su tía, con las que viajaba en el coche y que sufrieron heridas de consideración. Ambas han recibido el alta hospitalaria, pero siguen la recuperación desde casa, poco a poco. La primera tiene varias costillas rotas, dos vértebras aplastadas y rota una vértebra cervical. Le han puesto collarín al menos durante las próximas seis semana, y probablemente tendrá que acudir a sesiones de rehabilitación. Su tía sufrió rotura de esternón. Y Ana tiene dolores en el cuello y un golpe en la cadera; asiste a rehabilitación dos veces por semana.
Pero al margen de las consecuencias físicas, que son evidentes y graves, Ana cita el peso de la preocupación que le ha quedado dentro del cuerpo y esas imágenes del accidente «que vienen una y otra vez», explica: «Eso se me ha quedado ahí».
Tampoco puede olvidar a los ocupantes de otro vehículo que se vio implicado en el siniestro múltiples. «Tres personas más resultaron heridas, y no sé cómo están, ni siquiera quiénes son… estoy preocupada también por eso. Conmigo vinieron dos de ellos en la ambulancia, estaban conscientes; la tercera persona tenía una lesión en la pierna… siento un peso añadido. Iría a preguntar, pero me han dicho que no se facilita ese tipo de información», lamenta.
Admite que desde el siniestro se pregunta qué pudo haber hecho para intentar evitar lo ocurrido. «Eso me da vueltas. ‘Si hubiera hecho esto, o lo otro…’ En ese instante intenté hacer todo lo posible, todo, pero vi que no podía, que no podía, hasta que nos golpeamos».
Urtzi Errazkin, miembro de Etxerat que acompaña a Ana Igarriz en este encuentro, remarca la injusticia añadida que supone esta culpabilidad. «Nadie debería sentirse así. Lo que denunciamos es que ese coche y esos familiares no deberían estar ahí en ese momento. No es nuestra culpa, nos obligan a esta situación y, sin embargo, es dificil no reprocharse nada. La factura sicológica y personal es muy alta. Cada vez que ocurre un accidente, la persona que lleva el coche asume esa carga».
La otra gran preocupación de la familia Igarriz era cómo contarle a Marta lo sucedido. Lo hizo la hermana mayor. «Cuando en las visitas nos despedimos siempre nos pide que cuidemos a ‘mamacita’, así la llama ella. Para mí ha sido muy duro. Me pidió que las cuidara y mira qué ha pasado. Ese tipo de pensamientos se me repite», admite. La primera conversación telefónica tras el siniestro entre Marta y Ana fue dura, con muchas lágrimas.
La preocupación que después de cada visita cargan las y los presos, hasta asegurarse de que sus seres queridos han llegado sanos y salvos a casa, es otra losa difícil de llevar. «Cuando vamos a verles saben en el momento si hemos hecho un buen viaje y si llegamos bien –dice Errazkin–. Pero peor es la vuelta a casa, porque hasta el día siguiente no pueden llamar por teléfono, y hasta entonces no tienen noticias. El alejamiento afecta a ambas partes, tanto a las familias y amistades como a los propios presos. Es la propia carretera lo peor de la dispersión, y no bajamos de esa maldita media, de unos 9-12 accidentes por año». Eso, sin contar los sustos, «las libradas» como las llaman y otros numerosos problemas que no aparecen en las estadísticas, ni mucho menos en los medios. Son viajes con mucha tensión y estrés añadido por llegar a tiempo, explican ambos. Y todo eso se agrava a la mínima complicación que aparezca en el camino.
El pasado 4 de enero acudieron Ana, su pareja y otra hermana al vis a vis que tenían programado desde hacía tiempo. Fue una visita intensa y muy emotiva. Habían pasado pocos días desde el accidente, y otra de sus hermanas –son ocho– le recomendó que guardara reposo, pero Ana reconoce que quería ver a Marta. «Tenía la necesidad de mirarla y decirle que lo sentía, que hice lo que pude. Me abrazó y me dijo que se alegraba de verme. Con eso me quedé más tranquila», cuenta.
Trece años de alejamiento
Marta Igarriz lleva presa en Castelló I once años, pero previamente estuvo en Soto del Real. En abril se cumplen 13 años desde que ingresara en prisión, recuerda su hermana. En todos estos años, el del pasado 27 de diciembre no es el único accidente que han sufrido de camino a la cárcel o de regreso a Euskal Herria. Ha habido otros «sustos» en la familia y amistades. Describe situaciones que aparecen con total seguridad en el «expediente» de cualquier otro familiar o amigo.
Hoy estarán en Bilbo «junto a la sociedad vasca comprometida». Acuden con el deseo de que sea, de una vez por todas, la última de todas las manifestaciones y con la voluntad de poder hablar por fin de todo esto «en pasado». «Desde Etxerat creemos de forma ciega en la sociedad, ha hecho una apuesta verdadera por el proceso de paz y de llevarla hasta las últimas consecuencias. En bloque podremos cambiar las cosas», confían.
Bilbo espera hoy reunir a una multitud para «avanzar juntos»
A las 17.30 de hoy partirá de La Casilla la movilización de Sare que se anticipa multitudinaria un año más. Llevará esta vez como lema ‘‘Elkarrekin aurrera egiteko prest gaude’’ (Estamos preparados/as para avanzar juntos) y tendrá como referencia especial la situación de los llamados «niños de la mochila», más de 110 menores que tienen a sus padres o madres encerrados en una cárcel y a cientos de kilómetros de casa.
Esta manifestación supone hace años la mayor movilización política anual en Euskal Herria. Su fuerza decreció un tanto tras batir marcas históricas entre 2012 y 2014, cuando llegó a reunir a 130.000 manifestantes según el recuento de GARA tras el veto judicial a una primera convocatoria, pero el año pasado repuntó respecto a 2016 al sumar 78.000 personas. Viene precedida por la movilización del 9 de diciembre en París, promovida por los artesanos de la paz y que llevó a la capital francesa a 11.000 manifestantes.
Aunque el protagonismo principal corresponde a la ciudadanía y también a los familiares de los presos, a la manifestación se suman EH Bildu, sindicatos como ELA, LAB y Steilas, y múltiples colectivos. PNV y Podemos Euskadi no expresan su adhesión (en este último caso por un solo voto de diferencia en la reunión de su dirección), pero comparten las reivindicaciones de la movilización y dejan en manos de sus afiliados y simpatizantes acudir o no a la marcha. La candidatura Aranzadi-Pamplona en Común comunicó ayer que se suma.
En realidad, esta marcha será el colofón a un programa que se inicia a la mañana con una mesa redonda sobre participación civil en resolución de conflictos (11.30, La Bolsa), sigue luego en la carpa del Arenal con actividades lúdicas y propagandísticas, y continúa incluso tras la movilización.
Anoche hubo concentraciones en Gasteiz (410 participantes), Mutriku (55), Lekeitio (99), Oñati (65), Usansolo (25), Lizarra (35), Ugao (71), Getaria (40), Lazkao (81), Barañain (46), Bera (17), Arbizu (51), Antzuola (22), Berriz (27), Añorga (19), Ondarroa (149), Bergara (50), Zarautz (143), Deba (42), Zornotza (75), Legorreta (14), Amurrio (55), Agurain (42), Andoain (42), Iruñea (160), Aulesti (48), Durango (105), Galdakao (79), Orereta (194), Hernani (175), Berriozar (30), Donostia (120), Lezo (25)...GARA