Maider IANTZI

Avances y amenazas en Honduras, Colombia y Euskal Herria

El encuentro de defensoras de derechos humanos del colectivo LGBTIQ+ de Honduras, Colombia y Euskal Herria celebrado en Donostia dejó duros testimonios y puso en valor la labor de los observatorios para hacer que la justicia y los estados respondan a las violaciones.

Marcela Sánchez, de Colombia Diversa, organización líder en la defensa de los derechos humanos del colectivo LGBTIQ+ en el país, apuntó en relación a estas siglas que cada vez son más y que cualquier nombre que le pongamos será restringido. «Son identidades no parecidas a la norma. Por eso sufren discriminación». Empezó describiendo su región, llena de paradojas, con unos países con «enormes avances legales», como Uruguay o Argentina, y otros, sobre todo en el Caribe anglófono, que aún penalizan la homosexualidad. «En la práctica la Policía se lleva a una pareja por darse un beso en un parque», señaló en el transcurso de la mesa redonda celebrada el jueves.

En Colombia Diversa trabajan para dar información fiable con el fin de que el Estado responda por la violación de los derechos humanos. Han creado observatorios con ese objetivo. Ahora quieren avanzar formando observatorios a nivel regional y haciendo que las bases de datos sean públicas, abiertas, respetando los datos sensibles.

Tienen otra línea estratégica que tiene que ver con las parejas y las familias, con el reconocimiento de sus derechos, ya que a día de hoy en Colombia no hay una ley que reconozca el matrimonio homosexual.

Sánchez se mostró preocupada ya que estos avances han despertado un movimiento contra-derechos muy importante; grupos evangelistas y religiosos que les acusan de querer «homosexualizar» a sus hijos. «Lo que está en el fondo es una toma de poder. Están lanzándose a las elecciones, atacando el pluralismo y la democracia, con un discurso muy populista. En Brasil, Paraguay, Perú, Honduras, México, Colombia, Salvador, República Dominicana…».

Esta amenaza recordó enseguida a Cristina Rueda, de Aldarte, que trabaja en la diversidad sexual y de género, al autobús tránsfobo que se paseó por Euskal Herria. En la charla que surgió entre los asistentes se constató precisamente que la discriminación no tiene fronteras. La gente tenía ganas de hablar, pero aún quedaba el testimonio de Indyra Mendoza, duro y, a la vez, lleno de una fuerza alegre y vital. A esta militante de Cattrachas, en Honduras, la han intentado matar tres veces y el autor de esos intentos «vive como un rey en la cárcel. Tiene Facebook y desde ahí lanza el mensaje de ‘estoy aquí’».

«Nos matan diferente»

Esta hondureña economista e investigadora informó de que en el observatorio de muertes violentas que han desarrollado llevan recogidas 280 desde 2009. «Nadie está haciendo nada contra los crímenes de odio. Es más: los medios de comunicación promueven el odio y la discriminación». Comentó que gays, trans o lesbianas viven de una manera diferente. «También nos discriminan y matan de forma diferente. A las trans las matan cuando tienen entre 17 y 33 años. Nunca había visto a mujeres trans adultas. Cuando las vi me entraron ganas de llorar».

Indicó que antes del golpe de estado de 2009 «todas las denuncias eran contra policías y militares, que agredían, violaban y mataban a trans. Con el golpe de estado, se dedicaron a casas más importantes: narcotráfico, secuestro… Nos dejaron en paz. Pero entonces nos mataba cualquiera: taxistas, albañiles… La impunidad ya estaba instalada». Confirmó que el sistema de justicia no las protege. «Tenemos la obligación de hacer que funcionen. Informando, tratando de que otros colectivos nos apoyen. Avanzamos, retrocedemos, avanzamos otra vez...». Todos coincidieron en la importancia de unirse como comunidad (no solo LGBTIQ+) para avanzar en derechos.