Alberto Pradilla

Un castigo al FMLN que da el triunfo a Arena

El Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) ha recibido un severo correctivo en las elecciones parlamentarias y municipales celebradas en El Salvador. La antigua guerrilla, en el Gobierno desde 2009, obtiene su peor resultado, mientras que la derechista Arena no ensancha su base. El voto nulo como protesta se abre camino.

Las elecciones parlamentarias y municipales de El Salvador han supuesto un terremoto político que deja a la izquierda como principal damnificada. Los resultados han sido un duro golpe para el FMLN, actualmente en el Gobierno, y dan un gran impulso a los derechistas de Arena, que controlarán la Asamblea muy cerca de la mayoría absoluta y se llevan buena parte de las principales alcaldías, incluida la capital. Tampoco este partido ha logrado ampliar sus apoyos, por lo que debe interpretarse más como un castigo al FMLN que como un triunfo de Arena. Un elemento novedoso es la irrupción del voto nulo como expresión del descontento con el sistema político. Si se sumaran las papeletas en blanco y las nulas como si fuera un partido, este quedaría en tercer lugar, por detrás de Arena y FMLN pero por delante de Gana (escisión del primero) y PCN (vinculada al ala más reaccionaria de los militares).

Los comicios venían con dos temas centrales sobre la mesa: la violencia y el descrédito de la clase política, que ha encontrado su expresión en el voto nulo.

Este descontento ha golpeado sobre todo a la izquierda, que se deja cerca de 300.000 votos, un porcentaje importante si se tiene en cuenta que votaron algo más de dos millones de los cinco llamados a las urnas. Con 22 escaños, el FMLN cosecha su peor resultado en la Asamblea desde su conversión de guerrilla a partido político. Con cerca del 90% escrutado, la histórica formación, en el Gobierno desde 2009, pierde la Alcaldía de San Salvador, la capital, y casi todas las cabeceras en sus manos, refugiándose en feudos históricos desde tiempos de la guerra civil como Chalatenango.

Las matemáticas abren un panorama sombrío para el año que le queda de mandato al presidente, el excombatiente Salvador Sánchez Cerén, quien tendrá que lidiar con una Asamblea en manos de la derecha y sin posibilidades de alianzas que rompan esta mayoría. Hasta ahora, Arena, con 35 de 84 escaños, dominaba el Legislativo, pero el FMLN tuvo posibilidad de pactar con Gana para sacar adelante iniciativas. Si la tendencia se mantiene en 2019 y Arena se hace con la jefatura de Gobierno, se abriría un período de absoluto dominio derechista.

Los malos resultados del FMLN no son una sorpresa. Lo que es una incógnita es su reacción. Por ahora, la formación liderada por Medardo González se ha limitado a redactar un escueto comunicado en el que asume los resultados y anuncia un «período de reflexión». Pero las señales estaban ahí. Especialmente, la sensación de decepción de parte de su electorado, que considera que las políticas públicas aplicadas durante esta década no han sido tan distintas de las que desarrolla la derecha.

En este contexto, está por ver el impacto de la disputa abierta en 2017 entre el FMLN y Nayib Bukele, alcalde saliente de San Salvador, expulsado del partido y que en unos días presentará su propio partido de cara a las elecciones de 2019. De modo indirecto, auspició el voto nulo, que en la capital se ha situado como tercera opción. Cabe plantearse si los electores han seguido la consigna de Bukele o si, por el contrario, el exalcalde supo leer un descontento existente en las bases que ha terminado por estallar en las manos a la actual dirigencia efemelenista.

El Salvador se encuentra en una situación compleja, condicionada por completo por la violencia de las pandillas y, también, del Estado. El primer Gobierno del FMLN, liderado por Mauricio Funes, buscó una tregua con la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18 (divida entre Sureños y Revolucionarios), que en 2012 logró reducir sensiblemente el número de homicidios. El fracaso de la iniciativa abrió un período en el que se impuso el «manodurismo», con duras medidas contra los integrantes de estas estructuras criminales y denuncias de ejecuciones extrajudiciales. El Salvador cerró 2017 con 3.954 asesinatos, lo que arroja una tasa de 60 por cada 100.000 habitantes. La OMS considera que hay «epidemia de violencia» con diez muertes violentas por cada 100.000 habitantes.