ATHLETIC 1
OLYMPIQUE MARSELLA 2
«La lluvia matiza las cosas, por eso a Pessoa le gusta que caiga en diagonal. No es una lluvia enfática, destructiva; cae con la timidez de lo que arruina un poco sin estropear nada»: Juan Villoro
Perdona Athletic, porque he pecado. Yo era uno de los que Aduriz preferiría que no hubiese acudido ayer a San Mamés si no creía ciegamente en la remontada. Albergaba mis serias dudas, aunque fútbol es fútbol, que diría Bujadin Boskov y con el Athletic nunca se sabe. Pero la realidad es tozuda. Este Athletic no está para narraciones épicas. No está para guiones de Frank Miller. Ni la grada enfuchada como no lo había estado esta temporada pudo insuflar el aire necesario para llevar en volandas a los suyos, limitados por las ausencias, por los contratiempos en forma de lesión de Rico y Yeray, por el resultado en el Velodrome, por el potencial ofensivo del rival, porque el Athletic de este año está a años luz del que era. Hoy, Athletic, es de esos días en que te levantas y sabes que te toca defender el Álamo... cada uno el suyo. 43 de los cien partidos europeos de su historia han sido en la última década; 37 de ellos en los últimos 7 años.
Seguramente toca reinventarse de nuevo, pero sin minimizar lo logrado, sin abrirse en canal. Los puntuales silbidos de ayer, mediada la segunda mitad, con la aplastante losa del 0-2 en el luminoso, estaban fuera de lugar. La ‘cartulinada’ tras el pitido final acompañada de gritos de ¡fuera, fuera!, excepción hecha de la ICHH, toda una metáfora de lo que está siendo esta temporada y una afición exprés que se deja llevar por una sociedad que, como alguien dijo una vez, cree más en la misa que en Dios, más en el matrimonio que en el amor, más en el envoltorio que en la esencia. Este es el Athletic y sus circunstancias, el que este curso no le da para más, pero tambien el que anoche no se rindió con todo perdido. El que la peleó hasta que llegó ese gol de Williams, jaleado en el graderío como si fuera el del pase a la siguiente ronda. Un gol de rabia, de coraje, el que le echó el equipo sin nada que perder, sin nada que defender, solo atacar.
Llovía sobre San Mamés, llovía sobre mojado. Una ilusión desbordada por la realidad de un equipo que requiere de ese zarandear el árbol que dejó como deberes Ernesto Valverde y nada de eso ha habido. Adiós al sueño de la Europa League, que es casi como despedirse de una campaña que se va a hacer larga, muy larga. Demasiado.
No fue el partido esperado. Y eso que el Athletic supo ajustarse mejor en las marcas que en la ida, eso sí, tras el inicial susto de Payet que sacó Iago. Entró el partido en una especie de tiempo muerto, con los leones tratando de percutir por banda pero siempre con un ojo puesto en el contraataque francés. En esas dudas llegó pasada la media hora el penalti de Lekue sobre un enorme ayer Payet, que puso en ‘stand-by’ San Mamés al subir el 0-1. «Cuando las gradas enmudecen, confirman que el silencio siempre juega de local», resumió alguien. Y San Mamés fue el ejemplo. La proeza cobraba tintes homéricos, por mucho que el Athletic tuvo la igualada en un remate de Williams que repelió un defensor, en la mejor combinación local de los primeros cuarenta y cinco minutos.
Sin apenas tiempo para reaccionar, y tras una ocasión malograda por un participativo Córdoba, llegó el golazo que Lucas Ocampos se sacó de una diagonal y un disparo raso que sorprendió a Iago. Ahí se acabó la temporada. Ni las ocasiones de que dispuso un Aduriz que acabó expulsado por doble amarilla, ni el libre directo casi a la escuadra que Mandanda le sacó a Beñat, ni los mejores minutos de los leones libres de ataduras... Solo el gol que acabó con la sequía de Williams en San Mamés sirvió para premiar al menos el esfuerzo de no bajar los brazos.
Al final, con la ICHH arropando a un equipo fundido física y metalmente, llegó esa inusual pañolada en forma de mosaico, el mismo que noventa minutos antes nos puso a todos «gallina de piel», que diría Johan Cruyff. Lloviznaba sobre San Mamés. Una lluvia a lo mejor en diagonal. No torrencial y destructiva. Reflexión, sosiego, toma de decisiones... solo hay un Athletic.
Dos vigilantes heridos en el campo por radicales del OM
Dos vigilantes de seguridad resultaron heridos por radicales del OM dentro del estadio y ya comenzado el partido, uno, de 57 años, con un corte en el cuello por una hebilla de cinturón y el otro en la mano, con rotura del cuarto y quinto metacarpiano. Ninguno revestía gravedad. Otra joven aficionada habría resultada herida en el lanzamientos de bengalas desde la hinchada francesa al inicio del encuentro. Tres hinchas franceses fueron detenidos.
Sin incidentes especialmente reseñables, más allá de algunos petardos y gritos de «Puta Bilbao» y delimitados por un fuerte dispositivo policial, los hinchas más radicales del OM accedieron desde la Plaza Moyua a San Mamés, después de haber sido ‘aparcados’ en las horas previas al partido en la zona de Zorrozaurre. Allí, a algunos de ellos se les intervinieron navajas, según se informó. Luego, en el interior de San Mamés se produjo primero ese bengaleo y luego la agresión a los dos guardas. La Brigada Móvil de la Ertzaintza entró entonces y se desplegó en dicha zona. A partir de ese momento, un cordón policial permaneció en esa parte del graderío de la afición francesa.J.V.
«No hemos estado nunca en la eliminatoria», asume Ziganda
«Tengo fuerzas y esperanza de recuperarnos», se defendió Kuko Ziganda, tras el palo europeo. «Decepcionado por todo –reconoció tras la eliminación–, pero también hay un contrario de nivel que juega. Hemos estado muy lejos de pasar, porque hay que estar en buen momento, estar con todos, y ni hemos estado en buen momento ni con todos, ante un rival que era todo lo contrario». Kuko admitió que «la eliminación es dura, pero sabemos que podía pasar. Ha salido mal, no hemos podido, mucho corazón pero... Con el 0-0 estás intentado estar en el partido, coger el ritmo, pero el Marsella ha sido superior en lo dos partidos y nosotros, con muchísimas dificultades, se nos ha complicado. No hemos sido capaces de ponerles en esas dudas que es lo que queríamos. No hemos estado nunca en la eliminatoria». En el fondo, «nos falta regularidad, demasiados cambios, demasiada competición para como estamos». Sobre el público y esa protesta final, contestó que «ha estado muy bien, intentando meternos, animando, y luego que al final muestre el descontento es de justicia que lo haga». Y defendió: «La temporada no ha terminado». J.V.