Ane Urkiri
DONOSTIA
Elkarrizketa
Elke Karsten
Jugadora del Super Amara Bera Bera

«La única manera de vivir del deporte era saliendo de Argentina»

Según la prensa argentina, Elke Karsten (1995, Quilmes) es una de las jugadoras con más proyección del país. Ella le quita importancia y asegura que cuando sale a la cancha se olvida de todo, «menos de ganar». En 2016 decidió cruzar el charco en busca de oportunidades. Jugó en el Rincón Fertilidad de Málaga y después de superar su última lesión, en junio del 2017, aceptó la oferta del Bera Bera.

Elke Karsten. (Juan Carlos RUIZ/ARGAZKI PRESS)
Elke Karsten. (Juan Carlos RUIZ/ARGAZKI PRESS)

Poco a poco se ha ido ganando la confianza de Montse Puche. Tras la lesión de Arderíus tomó el mando en Gran Canaria; asegura que «es tiempo de adaptarme y sentirme cómoda a la hora de lanzar». Está centrada en el balonmano, lo que compagina con clases de inglés pero dedicándose casi exclusivamente al Super Amara Bera Bera. Por ello, además de los entrenamientos semanales, los lunes suele ir al gimnasio para fortalecerse y prevenirse de las lesiones. Admite que le está costando aprender euskara mientras se despide con un «agur»: «aunque mis compañeras lo intentan, soy muy despistada». Tambén lamenta que apenas haya conocido Gipuzkoa o Euskal Herria en los ocho meses que lleva viviendo en Donostia.

Aparentemente vergonzosa, enseguida se olvida de quienes están alrededor en la oficina del polideportivo de Bidebieta, entre otras personas, la propia presidenta, Tati Garmendia, quien le descubrió.

Ha sido operada de las dos rodillas. 
Sí, de las dos. Me recuperé de la última para junio de 2017, no hace mucho. Y no tengo molestias, por suerte y toco madera. 

He leído que el Bera Bera se interesó por usted incluso cuando se lesionaron Alicia Fernández y Esther Arrojeria, en marzo de 2017, pero que no tenía el alta. 
Puede ser, pero yo todavía en marzo estaba recuperándome. Llevaba seis-siete meses de la operación y el médico hasta los nueve no me dio el alta. Todavía estaba en periodo de recuperación.

Aceptó la oferta antes de disputar el Panamericano. 
¿Antes o después? Creo que después. 

[Tati Garmendia: No, antes, porque te vigilé durante el Panamericano]. 

Muy bien Tati, que no me acordaba porque aún llegaba con lo justo... 

[Tati: ¿Sabes cómo me fijé? Me llamaron del Bidasoa. Tu jugabas en el Rincón Fertilidad Málaga y venías a jugar aquí. Y el novio de tu hermana empezó a hablar de tí, y yo dije, «bueno, no está mal pero tampoco...». Y luego ya en la Copa sí me convenciste]. 

¿No dudó en aceptar la oferta?
No, no. Cuando me llegó la oferta no lo pensé, porque una oferta así creo que no hay que desaprovecharla. 

¿Entonces estaba en Málaga?
Yo me fui al Rincón Fertilidad Málaga en la temporada 2015-2016, en mayo me lesioné, me operé después de los Juegos Olímpicos y ya luego no tuve contrato. Estuve en Argentina porque me volví a operarme y recuperarme allá. La idea era si volvía regresar al Málaga pero una opción como la del Bera Bera no la podía desaprovechar. 

¿Fue su decisión no firmar ningún contrato mientras estaba lesionada?
Sí, yo decidí volverme a operar en Argentina. Porque yo ya me había operado, ya sabía cómo hacer todo. Quería estar junto a la familia, que es un pilar fundamental en la recuperación. 

Tras la segunda lesión de la rodilla, tuvo ganas de dejar el balonmano. ¿Literalmente o pensaba continuar como hobby?
[Se toma su pausa] Pensaba, «me recupero en un año y me quedo jugando con mis amigas, amateur, me divierto, estudio, salgo y hago una vida normal. Y no dedicarme a esto». Era la segunda vez que me lesionaba. Cuando me operé estuve un mes con muletas y se me hizo muy largo. Cuando empiezas a correr, a tocar balón y hacer pista, eso se te va de la cabeza, porque es lo que más te gusta. Aparte, tenía a mis amigas y a mi familia diciendo: «Dale Elke, siempre dices lo mismo», y me animaban. Yo digo que en la recuperación, el 70% es la cabeza, y en la cabeza están la familia y las amigas, es lo que te ayuda a seguir siempre.

¿Qué supone estar en el Bera Bera?
Es algo muy lindo e importante. Siempre estuve en clubes donde no se peleaba por los títulos, sino que terminábamos en mitad de tabla o peleando para no descender. Venir a jugar acá por los títulos es ilusionante. 

Menciona que venir a jugar a Europa beneficia sobre todo a la selección argentina. ¿Sus objetivos se basan en la selección?
La verdad es que sí. Venir a jugar a Europa es dar un salto tanto en lo personal como también para ayudar a la selección. Me encantaría ganar algo con la selección. Creo que jugué todo pero ganar no gané nada y me haría mucha mucha ilusión tener algún título con la mayor. 

Disputó con la selección la final del Panamericano. 
Sí, jugamos contra Brasil, perdimos por bastante (20-38). Veníamos de una etapa de recambios, porque después de los Juegos Olímpicos muchas jugadoras se retiraron, por lo que tuvimos que probar con muchas jugadoras nuevas y adaptar el grupo. 

¿Y cuál es la situación del balonmano femenino en Argentina? En el caso del fútbol, muchas jugadoras renunciaron porque la AFA no cumplía algunos requisitos básicos. 
Digamos que el handball allá es amateur, completamente. Los clubes entrenan dos-tres veces a la semana, por la tarde. Las jugadoras que van con la selección entrenan de lunes a jueves, y miércoles doble turno. Se entrena como un club. Nosotras tenemos becas que nos da el CeNARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) o la Secretaría de Deportes, pero en sí, lo que es la Federación no nos da nada. Tienes que entrenar con la selección como si fuera tu club, aparte trabajar o estudiar, ir a entrenar con tu actual club... Es muy amateur allá. 

Pero,¿ vale la pena?
Sí, obvio. Vale la pena el esfuerzo. 

¿Cuando llegó a Bera Bera le costó adaptarse? Tuvo varias lesiones, como la rotura de la nariz. 
[Riéndose] Sí, la verdad es que sí. Empezamos bien, yo me estaba poniendo a ritmo porque lo cierto es que estaba un poco fuera de ritmo. Y en uno de los amistosos me rompí la nariz y fue como volver para atrás... Fue complicado. Fue decir: «Uy, otra vez me lesiono. No salgo de una y entro en otra». Pero por suerte ya después de eso no tuve ninguna otra lesión grave. 

Después del Mundial de Alemania volvió a Argentina, de vacaciones. Al volver, también le costó volver a engancharse, ¿no?
¡Ni me cuentes! Me fui al Mundial y después me volví a casa... Te relajas. No tocas balón más que en el Mundial. Entonces, volver acá, al ritmo de entrenamiento de lunes a viernes, dos días doble turno... Te cuesta, te cuesta volver a la rutina. Pero volví (ríe). 

Y para el recuerdo queda el partido ante el Rocasa. 
Por suerte ese partido me salió todo bien. Lo que lanzaba entraba. Lo más importante fue notar que aporté en el equipo. Venía siendo muy irregular y no podía aportar lo que sabía. Y contra el Rocasa, que era un partido importante, me salieron las cosas. Y lo más importante es que ganamos. 

Luego perdieron contra el Málaga pero ganaron en A Guarda. Una de cal y otra de arena. 
El partido frente al Málaga es difícil de analizarlo porque no jugamos bien, no hicimos nada. Y sabíamos que contra el Atlético Guardés era la última oportunidad que teníamos para seguir prendidas en la lucha por la liga. Creo que se jugó bien. 

¿Y qué le dice Montse Puche cuando no encuentran puerta sus lanzamientos?
Me anima mucho. Yo, si fallo dos o tres, ya digo que no voy a lanzar más, porque no entran y me fastidio. Y ella, al contrario. Me dice que es mejor que intente y que falle, a que no haga nada. 

Esos lanzamientos exteriores, quizás, era lo que le faltaba al Bera Bera. 
Creo que una de las razones para ficharme fue esa. Por ahora, de a poquito, voy lanzando más pero creo que es tiempo de adaptarme y sentirme cómoda a la hora de lanzar. 

¿Le gusta ver sus goles o sus partidos?
Antes de venir acá no miraba balonmano, porque no me gusta. Llegué acá y empecé a ver nuestros partidos. Pero normalmente no suelo ver balonmano. Lo que me gusta es jugar. 

Respecto a los disparos exteriores. ¿Suele entrenarlos o son innatos?
No, cuando termino lanzo un par de veces pero no mucho más. No es algo que lo practique, sino que suelen salir. Pon que es innato. 

[Tati le comenta una táctica, y ella afirma]. ¿Conocen mucho a los rivales?
Nosotras tenemos sesión de vídeo acá y de ahí sí que conozco a los rivales, pero como no soy una apasionada de mirar, tampoco los conozco mucho. Las compañeras sí, porque miran. Lo que sí miro son nuestros partidos después de jugarlos. 

En liga no dependen de ustedes mismas. ¿Cuál es el mensaje del equipo?
Todos los partidos son una final y tenemos que ganar todos, pase lo que pase con el Rocasa y con el Atlético Guardés. Ojalá que el Rocasa pinche y podamos ganar la liga. 

Su siguiente rival, esta la noche, es el Mavi Tecnologías de Gijón. 
Partido duro y muy importante. Todos los partidos son muy importante pero el de hoy va a ser muy duro. Espero ganarlo. 

Falta por disputar la fase final de la Copa. 
Sí, creo que se está pensando bastante en la Copa. Tenemos opciones y creo que el equipo está muy convencido. 

Pasamos a sus inicios. Su andadura como jugadora empezó en el Club Alemán de Quilmes. 
Sí, con mis hermanas, cuando tenía siete-ocho años. Arranqué porque faltaban alevines en el club, me convencieron y me terminó enganchando. Más que nada porque hice un grupo muy bueno de amigas y fue con las que compartí toda mi trayectoria hasta que me vine acá. Creo que lo mejor del deporte fueron mis amigas. 

¿Y qué le impulsó dejar sus amigas, sus raíces, su club y venir a Europa? Los objetivos. Mi objetivo es tratar de disfrutar y vivir del deporte mientras que pueda y la única manera de hacerlo es saliendo de Argentina, porque allá no puedes. 

Ha mencionado que con el Club Alemán de Quilmes no luchaban por los títulos. ¿No intentó cambiarse de equipo?
Es que al ser amateur no tienes ofertas. Te cambias, por ejemplo, si te queda más cómodo por el trabajo o por otras circunstancias. El pase te lo pagas tú, la ropa te la pagas tú, el transporte... 

De su familia, solo usted decidió cruzar el charco. ¿Qué le dijeron?
Me apoyaron un montón porque saben lo que a mí me gusta. Siempre diciendo que si es mi sueño que lo siga hasta que pueda. Y volver es fácil, porque allá va a estar mi casa, mi club, mi familia, mis amigas... 

¿Sus hermanas también tienen la misma habilidad con los disparos exteriores?
Sí, pero es muy diferente. La liga en Argentina es mala, todo el mundo puede destacar en los lanzamientos exteriores. Allá hay menos nivel en todo: en defensa, en la portería... Si te pones a ver un partido de balonmano argentino te duermes, porque es demasiado lento. No es bueno. De jugar acá, la semana pasada, me puse a ver un partido porque estaba «El Super 4» en Argentina y era muy lento a lo que es acá. Y creo que si para el resto de Europa nuestra liga es lenta, en Argentina te aburres, real. 

Siendo amateur, es algo normal. 
Exacto. Es un gran ejemplo. Todo el mundo usa el balonmano como algo que te enganche a la tierra. Vas, estás con tus amigas, te ríes, haces deporte y se terminó. Mi club no nos daba nada. Compramos la ropa para jugar, para viajar nos organizábamos en coches... 

¿Habla a menudo con familiares y amigos?
Sí, todos los días. Todo el mundo me pregunta a ver si utilizo Skype o si hago videollamadas. No, no los uso muy a menudo. En el whatsapp tenemos un grupo y estoy todo el tiempo comunicándome con ellos, tanto con la familia como con los amigos. No es tan necesario utilizar el Skype. Para vernos está bien, pero para lo demás no. 

En Argentina jugaba al mismo tiempo en categoría juvenil, junior y senior. ¿Cómo es eso?
En Argentina a los 17 años puedes empezar a jugar en lo que es la categoría senior. Yo era juvenil. Entonces, los sábados jugaba con los senior, y los domingos en juvenil –que era mi categoría– y en junior –que es una más–. Así que jugaba tres partidos por fin de semana. 

¿Y estaba a gusto?
Sí, pero la verdad es que terminaba cansada porque el lunes tenía que volver a entrenar con la selección y no tenía descanso. Era muy complicado. Y creo que mi primera lesión (2014) fue por eso, porque mi cuerpo dijo basta. Por otra parte, no solo jugaba, sino que quería salir con mis amigas, quería hacer vida social y llegó un punto en el que el cuerpo dijo, «no puedes más» y me lesioné. 

¿Sacrificó mucho?
Sí, y no me arrepiento, lo volvería a hacer. Era chica y quería salir, pero me decía a mí misma: «Elke, no puedes. Hoy juegas, mañana juegas dos partidos, el lunes entrenas, la semana es larga...». Y dejaba de salir por entrenar y no me arrepiento. 

A sus 22 años, la prensa dice que es una de las jugadoras más prometedoras de Argentina. ¿Le pesa?
No. No soy de leer o de escuchar. Porque hoy te puede ir bien y todo el mundo habla; y mañana, nadie. Y la verdad que no me pesa. Cuando juego con la selección disfruto un montón y entro en la cancha y me olvido de todo. Solo pienso en ganar, siempre tratando de dar lo mejor al equipo. 

¿Más que la satisfacción personal?
Exacto. Yo tengo objetivos personales pero a la hora de jugar esto es un deporte de equipo. Si a tu equipo no le va bien, aunque tú en lo individual estés muy bien, no te sientes llena. Y muchas veces pasa. Individualmente puedes hacer un partido bueno, pero perdiste y a mí no me llena. Yo no puedo perder a nada. Soy muy competitiva. Entonces, que haga mi mejor partido y pierda no me sirve. 

Hablaba de sus objetivos personales. ¿Cuáles son?
Uno de los objetivos principales es seguir creciendo y mejorando hasta llegar a un punto que me sienta cómoda e ir a otra liga, jugar Champions... Lo que todo el mundo quiere (se ríe).