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La escasez de agua podría provocar hasta 700 millones de desplazamientos para 2030

La falta de agua se ha convertido en el fantasma que sobrevuela a una tercera parte de la población mundial –2.500 millones de personas– que vive en zonas marcadas por la escasez. Para muchos de ellos, la solución puede pasar por abandonar sus hogares en busca de áreas más favorables, hasta el punto de que podría haber hasta 700 millones de desplazamientos forzosos por esta causa antes del año 2030.

Una niña somalí llena un bidón de agua en un campo para desplazados internos en las afueras de Mogadiscio. (Mohamed ABDIWAHAB/AFP)
Una niña somalí llena un bidón de agua en un campo para desplazados internos en las afueras de Mogadiscio. (Mohamed ABDIWAHAB/AFP)

Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos es la meta número seis de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los expertos estiman que más de 2.000 millones de personas viven actualmente con «estrés por déficit hídrico», un término que se utiliza cuando la proporción de agua dulce utilizada supera el 25% de los recursos totales.

Aprovechando la celebración el Día Mundial del Agua, la ONU y el Banco Mundial han divulgado el informe ‘Cada Gota Cuenta: una agenda para la acción sobre el agua’, con el que se llama básicamente a invertir en un recurso clave y especialmente escaso en zonas rurales. «Es un asunto de vida o muerte», ha advertido el secretario general de la ONU, António Guterres.

La ayuda oficial para el desarrollo centrada en el agua ha aumentado en los últimos años y en 2015 ya sumaba 8.600 millones de dólares, un 67% más en términos reales que una década atrás. Sin embargo, las organizaciones coinciden en que no es suficiente y es necesario al menos doblar la inversión en infraestructuras en los próximos cinco años.

La directora general la Unesco, Audrey Azoulay, asegura en el último Informe Mundial de Naciones Unidas que «la escasez de agua puede conducir a disturbios civiles, migraciones masivas e incluso conflictos dentro y entre los países», mientras que el presidente de ONU-Agua, Gilbert F. Houngbo, ha recalcado que «ante un patrón de consumo acelerado, el creciente deterioro del medio ambiente y los impactos multifacéticos del cambio climático», se hace «evidente» revisar la actual gestión de la demanda.

Ya en la actualidad, el 40% de la población mundial sufre escasez, pero entre 24 y 700 millones de personas podrían verse abocadas a abandonar sus hogares antes de 2030 por situaciones derivadas de estas carencias, sobre las cuales es complicado establecer cualquier tipo de pronóstico o evaluación, como ha reconocido la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La OIM, no obstante, sí que ha atribuido directamente a la escasez de agua, por ejemplo a situaciones de sequía, desplazamientos masivos en ciertas regiones. La grave sequía por la que atraviesa el Cuerno de Africa habría provocado ya cientos de miles de desplazamientos en Somalia y Etiopía desde principios de 2017.

Sin escuela para ir a por agua

El sur de Etiopía es una de las zonas más azotadas por la grave sequía que afecta al país. Tanto es así, que cuando ir a buscar agua todos los días para la familia supone caminar durante varias horas, la escuela pasa a un segundo plano y acarrea el abandono de los estudios. Uno de los casos es el de Nawele, que vive junto a sus padres y sus seis hermanos en el distrito sureño de Benastmaye. Su familia se dedicaba a cultivar verduras y a criar animales, pero desde que llegó la sequía ya han perdido siete vacas. 

«Cada día camino más de ocho horas para ir a por agua. Por eso no puedo ir al colegio. Mis padres me obligaron a abandonar la escuela», cuenta Dawele.

Ayni, de 13 años, y sus amigas también tienen que caminar durante horas dos veces al día, esperar pacientemente en fila durante horas a que les toque el turno para llenar sus garrafas de agua en el río, cada vez más seco, antes de regresar a casa con su pesada carga.

Y es que la búsqueda de agua es una tarea que recae en general en las mujeres y los niños en todo el mundo. De acuerdo con la ONG Water.org, estos gastan 258 millones de horas al día en el trayecto, la espera y la búsqueda de agua, un tiempo que tienen que quitar a otras tareas, en el caso de los más pequeños, incluso abandonando la escuela. En el caso de mujeres y niñas, pasan al menos seis horas al día en esta tarea.

El director del programa Aqueduct del World Resources Institute (WRI), Charles Iceland, ha llamado a no caer en el alarmismo por la posibilidad de que haya hasta 700 millones de desplazamientos –«no estoy diciendo que no sea posible, pero es necesario que muchas cosas vayan mal»–, aunque sí ha advertido de que «la escasez de agua y la migración es un asunto muy serio», especialmente en el Sahel, Oriente Próximo e India.

Gaza, en peligro de quedarse sin agua potable

Ya a día de hoy, la situación es bastante grave en lugares como la Franja de Gaza, que según los expertos, está en riesgo de quedarse sin agua potable en los próximos meses, debido al aumento de la contaminación en un 97% que ha despertado un profundo temor entre la población por la propagación de enfermedades graves.

Desde hace meses, el palestino Salim Miqdad, de 42 años, y dos de sus hijos, recorren medio kilómetro con tres cubetas de plásticos que rellenan cada una con 18 litros de agua de la desalinizadora local del campo de refugiados de la playa, Shati, en el oeste de Gaza capital.

«Desde hace tiempo, el agua que sale por el grifo de casa se ha vuelto gradualmente salada y nadie en la familia puede beberla, ni usarla para cocinar o para preparar té o café», explica Miqdad. «Ni los gatos ni los perros del vecindario pueden beberla», sentencia.

El padre de esta familia de nueve miembros, que trabaja como profesor, asegura que el agua corriente de su hogar solo puede usarse para baños y para lavar platos y ropa porque la que necesitan potable para consumir hay que comprarla y supone un gasto de 100 shekels al mes (30 dólares), de un salario de 400 dólares.

Miqdad no es el único ciudadano de la Franja de Gaza que se queja de esta crisis, los más de dos millones de personas del enclave costero, bajo un estrecho bloqueo israelí desde 2007, están afectados por la falta de este recurso básico.

Reducir la demanda y mejorar la efectividad

«Reducir la demanda de agua a un nivel consecuente con el suministro a largo plazo y estar preparados para largos y graves episodios de sequía» son las premisas clave, explica Iceland. Desde «limitar el uso de agua en zonas con un gran estrés hídrico» y «emplear tecnologías y prácticas eficientes» para reducir la demanda a iniciativas destinadas a aprovechar al máximo los recursos en zonas agrícolas, toda vez que «alrededor del 70% del agua que se extrae en todo el mundo es para riego».

El director del Instituto Internacional de Agua de Estocolmo (SIWI), Jens Berggren, también ha coincidido en que «cambiar la forma en que se utiliza el agua en los sectores de la agricultura y la energía y reducir los desperdicios de comida y energía sería útil» para hacer frente a los desafíos actuales y dar los primeros pasos en una serie de reformas que tienen que ser «significativas».

El director del instituto sueco ha admitido que el «contexto local» influye en los enfoques de las distinas autoridades, si bien ha recalcado que «valorar el agua, verla como un recurso natural preciado y escaso, es un primer paso importante» de cara a adoptar medidas. «La gestión inteligente del agua tiene mucho más que ver con política que con física, por lo que apoyar el desarrollo y la adaptación de sistemas de gobierno adecuados será tan importante como establecer soluciones técnicas y de infraestructuras», ha añadido.

Posibles soluciones

Naciones Unidas propone entre su batería de posibles soluciones varias basadas en la naturaleza, que usan o imitan procesos naturales para la gestión del agua, teniendo en cuenta que no se trata de un elemento aislado sino que forma parte de un complejo proceso que implica la evaporación, la precipitación y la absorción a través de los suelos.

Las ideas presentadas esta semana en Brasilia van desde la escala personal, como puede ser el uso de inodoros secos, hasta un nivel más amplio, como las referentes a paisajes o entornos tanto urbanos como rurales, entre ellas el uso de muros verdes o la instalación de jardines en las azoteas de los edificios.

«Durante demasiado tiempo, el mundo ha recurrido en primer lugar a la infraestructura construida por el hombre, lo que se conoce como la infraestructura gris, para mejorar la gestión del agua. Al hacerlo, a menudo ha dejado de lado los conocimientos tradicionales e indígenas que adoptan enfoques más ecológicos» ha destacado el presidente de ONU-Agua.

China cuenta con el proyecto 'Ciudades Esponja', cuyo objetivo es reciclar el 70% del agua de lluvia gracias a suelos más absorbentes y a dispositivos de almacenamiento y purificación, junto a la rehabilitación de zonas húmedas aledañas. El gigante asiático, el principal emisor de gases contaminantes del mundo, espera contar con 16 de estas urbes antes del año 2020.